Al fin hubo respuesta de Ferraz a los problemas que, durante las últimas semanas, habían hecho tambalearse sus cimientos. El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, convocó hace justo una semana a su Ejecutiva para buscar soluciones a la sangría provocada por la desobediencia catalana, con un Pere Navarro apoyando a los independentistas; al desafío gallego, con Pachi Vázquez saltándose las reglas con las primarias; y, sobre todo, con el caso Ponferrada.
Muchos pedían -y no solo desde Valladolid- la cabeza de Óscar López, el número tres del partido, y principal responsable, como admitió, de la jaula de grillos castellano y leonesa, pero el de Solares ha preferido despojarle de responsabilidades en beneficio de Elena Valenciano, que llegó a afirmar que si su jefe fuera presidente del Gobierno, ella será vicepresidenta.
De este modo quería ejemplificar la diputada el cambio que se había producido en la cúpula de la formación progresista, pero, indudablemente, este trasvase de competencias no contentaba a nadie. Y ahí entra en juego Ramón Jáuregui, que fue el hombre que negoció el traspaso de poderes entre el Gobierno saliente de Zapatero y el entrante de Rajoy tras el derrumbe el 20-N.
Debió de hacerlo muy bien cuando todas las partes se felicitaban por ello el 22 de diciembre de 2011, sin embargo, unos cuantos días después, tras la investidura de Rajoy como presidente, los populares denunciaban un timo. Para el esperpento quedarán las palabras, siete meses después, de la exministra Elena Salgado, que desvelaba que avisó al gallego de que había déficit poco antes de su entrada triunfal en el Congreso.
Lo cierto es que el veterano diputado vasco, que en 1980 empezaba a abrirse camino en el Parlamento regional, tiene ante sí una misión sumamente complicada: Reelaboral la propuesta ideológica del partido. El fichaje de Rubalcaba acaba de ser nombrado coordinador de la Conferencia Política de la formación que tendrá lugar en otoño de este año.
En una entrevista en la cadena Cope, el donostiarra declaró que lleva meses codo con codo con su líder preparando una oferta que intenta devolver la ilusión a un electorado que lleva años dándole la espalda, ya sea en forma de sufragios -descalabros en Cataluña, Galicia, País Vasco, Andalucía (si bien ahí le salvó IU) y las generales- o de encuestas.
Conviene recordar que tamaña empresa ya la acometió Zapatero cuando se hizo cargo del partido el 23 de julio de 2000. Recuerdan algunos periodistas de tendencia progresista que no les convencían las ideas que traía en la zamarra el leonés durante los cafés a los que eran invitados. Solo sobrevivió la Alianza de Civilizaciones y no pudo rescatar, como así quería, las asambleas de los 70, en las que opinaban incluso no simpatizantes. Este punto lo reclamaban las bases que se fueron dando de baja durante su segunda legislatura. También Carme Chacón, que, tras el Congreso de Sevilla de febrero de 2012, vio cómo nadie de su grupo se incorporaba a Ferraz.
«El partido no debe ser solo de los militantes, ha de ser abierto. Debemos aprender la lección del 15-M: el PSOE está fuera de la sociedad. IU lo intenta, acercándose a los indignados, y por eso ha montado este fin de semana (por el pasado) las marchas pidiendo la dimisión de Rajoy», comenta un antiguo dirigente cercano al círculo de amistades del expresidente, que añade: «Hace falta una refundación como la de finales de los 80 en el Partido Comunista Italiano, que se transformó en el Socialista. Ahora mismo no hay votos ni bases. Felipe González tenía ambos, hasta que se inventó eso de la socialdemocracia a raíz de defender la entrada en la OTAN en el referéndum de 1986. A partir de ahí se le fueron las bases».
«No es Jáuregui, de 64 años, una persona muy fuerte ideológicamente. Txiki Benegas, y sobre todo Alfonso Guerra, están más capacitados. Detrás de él tiene a un grupo de ideólogos de cabecera, tres o cuatro profesores universitarios, y lo más normal es que todo se quede en 30 ó 40 puntos, ofreciendo para dentro de unos meses una imagen renovada, aunque sin candidato para las generales. Esto no es más que un flash, una huída hacia delante», lamenta.
