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Pero…¿en qué momento se jodieron los Encierros de Cuéllar? (y II)

por Jesús Eloy García Polo
6 de septiembre de 2023
en Tribuna
JESUS ELOY GARCIA2023
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Yo no tengo la respuesta pero quiero echar una mirada a unas cuantas fechas significativas que han ido marcando, peldaño a peldaño, el declive de “los Tradicionales Encierros”.

El miércoles 31 de agosto de 1994 se organizó espontáneamente una manifestación de corredores y vecinos aficionados ante el Ayuntamiento de Cuéllar para protestar porque ninguno de los cuatro Encierros había entrado en las calles de la Villa. Fue un año de desastres. Por entonces, el traslado por el campo empezaba a mostrarse como una complicación añadida. Era el resultado previsible por la creciente afluencia de caballistas sin un control y una organización adecuada. El recorrido campestre había pasado a ser un espectáculo atractivo y se había masificado. Las malas lenguas dicen que estos desmanes le costaron el puesto al alcalde de entonces. No creo que fuera así. Hubo problemas mayores en la legislatura, aunque todo influye.

El martes 26 de agosto de 1996 salieron de los corrales seis novillos de la afamada ganadería de Pablo Romero. Ninguno llegó al recorrido. Nada más abandonar el corral, tal como había pronosticado el Mayoral de la ganadería, cada toro tiró por su lado, como adolescentes en busca de la libertad. Fue un desastre absoluto. Yo pertenecía a aquella Corporación que tuvo el desdichado atrevimiento de soltar por el campo a las reses de Pablo Romero. Habían crecido las peñas taurinas en número y en peso social. Había que dar prestigio a las fiestas con ganaderías de primer nivel. El Empresario, Sr. Postigo, fue el primero en arriesgar lo suyo. Y no lo dudó. Entre todos conseguimos el dudoso honor de organizar el que probablemente habrá sido el peor Encierro de la historia de Cuéllar. La inclusión de ganaderías de renombre había mostrado su límite. Sin embargo aquel año no dejó de cumplirse la tradición que canta la coplilla : “Los toros de este año ya se han escapado, riau , riau / Y ha dicho el Alcalde que no salga nadie/ que no anden con bromas/ que es muy mal ganao/“. Y así fue, aquel día podía aparecer un toro por cualquier parte. Felizmente no hubo daños personales.

El miércoles 29 de agosto de 2007 una manada compuesta por cinco toros y tres cabestros, de la ganadería de Gerardo Ortega, subió andando despacio toda la calle de las Parras y en lo más alto se quedaron detenidos. Una foto recoge a las reses mirando al público expectante, como diciendo ”lo hemos dado todo, ¿qué más queréis de nosotros?”. La instantánea plasma la viva muestra del agotamiento de las reses, que se transforma en sometimiento y desinterés. Como muestra del desgaste físico, del estrés y de la extenuación del ganado prefiero recuperar este momento antes que aquellos en los que fallecieron toros por infarto en medio de la calle o se recogieron otros en el campo, que no pudieron ser recuperados para la lidia.

Las exigencias, las complicaciones y los objetivos contradictorios han ido aliándose durante un tiempo para llegar a un punto en que nuevamente algo debe cambiar.

Habrá que hacer algo para que no continúe deteriorándose la imagen de los Encierros de Cuéllar. Pero cuando terminan las Fiestas enseguida se pasa página y todo el mundo se encuentra saturado de toros por la sobrecarga del tema que hemos padecido los meses de verano. Sin embargo es en estos meses tranquilos cuando los responsables e implicados deberían plantearse los problemas y posibles soluciones. No es un problema taurino exclusivamente, por eso no solo deben ser oídos los taurinos. Las diferentes peñas son muy sectoriales y cada una defiende sus propias perspectivas, como es lógico. Siguiendo con la deriva actual, cada Encierro se convierte en una especie de examen para el Gobierno Municipal, cuando en realidad solo pueden controlar alguna de las múltiples variables del evento.

Las diferentes partes del Encierro se han convertido en “tradicionales”, irrenunciables e imprescindibles, pero los sufridos animales no tienen cuerpo para tanto. No hay “toro” para tanta emoción. No basta con decir que “los toros siempre se han escapado”, que “ ya sabemos la incertidumbre que ocasionan estos animales” , que “los Encierros de Cuéllar siempre han sido así” o que “el objetivo es que los toros lleguen al recorrido”, independientemente del estado en que lo hagan, a veces realmente penoso. Hay que devolver la dignidad a los Encierros de Cuéllar.

Si queremos que los toros vuelvan a correr rápidos por las calles, como vemos en los encierros que tanto nos seducen, hay que hacerlo con toros descansados y no extenuados. Si queremos que se muevan en manada, deben comenzar juntos el recorrido, no como una carrera de relevos. De nuevo hay que efectuar cambios imaginativos que reconduzcan la calidad de los Encierros.

Algunos piensan en una herejía como construir un corral en el Embudo para soltar desde allí los toros que el día anterior se han traído desde el pinar. Otros hablan de poner más límites a la Suelta y al recorrido por el campo, cosas ya bastante difíciles.

Pero…habrá que hacer algo, porque cada año nos sentimos un poco avergonzados por el penoso espectáculo que algunos días ofrecemos a los cuatro vientos. Y ahora se han añadido las redes sociales en directo…

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