A sudor mezclado con perfumes o desodorantes, a fritanga, a jamón… Las respuestas son variadas. Resulta que ahora que no puede fumarse en bares y restaurantes, los segovianos descubren nuevos olores en estos establecimientos de hostelería. Pero, como el tiempo ha acompañado y las temperaturas no han sido muy bajas, el pasado fin de semana muchos clientes, y no solo fumadores, han permanecido la mayor parte del tiempo en la calle, una imagen que se convierte día a día en habitual.
Y si no que se lo digan a un señor, ya abuelo, que ayer por la tarde —el domingo la partida de mus es sagrada para muchos— se lamentaba de su suerte a la puerta del bar de un pueblo cercano a la capital. “Que nos tengamos que ver así”, mascullaba.
El presidente de la Agrupación Industrial Hosteleros Segovianos (AIHS), Cándido López, confirmaba la ausencia de incidentes en el sector desde que entró en vigor la nueva normativa. El primer fin de semana completo sin tabaco ha sido “flojo”, señalaba, pero apostillando que “todos los años, después de Reyes, la gente se recoge”.
Tampoco tenía noticia ayer López de la existencia de denuncias a establecimientos o de si algún inspector de Consumo había realizado visitas por sorpresa a negocios de hostelería de la provincia. Por otro lado, en la Policía Local de la capital segoviana tampoco había constancia de denuncias directamente relacionadas con el incumplimiento de la normativa antitabaco.
Hasta el momento, la única organización que ha confirmado la existencia de una denuncia ha sido FACUA-Consumidores en Acción que, a través de una nota de prensa, comunicaba el pasado día 4 que había recibido más de mil denuncias contra establecimientos y organismos por incumplimientos de la Ley del tabaco, entre ellas una procedente de Segovia que era, junto a Palencia y Teruel, la provincia con menos denuncias, aunque esta organización de consumidores no registraba reclamaciones procedentes de Ávila, Soria y de la ciudad autónoma de Melilla.
Eso sí, la nueva normativa está dando pie a muchas anécdotas, desde despistados que encienden un cigarro en un bar y, al darse cuenta, salen corriendo hacia la calle, a graciosillos que piden en las redes sociales leyes tendentes a procurar una mayor higiene —ahora que los bares no huelen a tabaco— o en contra de que los establecimiento ‘pinchen’ música que no les gusta. También los hay ‘espabilados’ que quieren vender atigripales o alquilar mantas a los fumadores que salen a la calle o quien ha empezado a fumar porque “en las puertas de los bares se liga más”.
Otros muestran una grata sorpresa porque ahora, al regresar a casa después de una noche de juerga, la ropa “huele a suavizante”.
