Corría el año 1961 cuando abría sus puertas, primero, muy brevemente, en la calle San Juan, y casi enseguida, en la calle Ochoa Ondátegui, la academia Studio. Inicialmente se trataba de una simple academia en la que recibir clases de las distintas materias, pero desde el comienzo se convirtió en mucho más, tanto por la forma de entender la educación de sus creadores como por la actividad que, desde el principio, se generó desde su interior.
José Antonio Pérez Gallego, su creador y, junto a Asterio Llorente, primer profesor de la academia, recuerda ahora, cuando se cumplen 50 años de aquellos primeros momentos, cómo a los pocos meses algunos de los alumnos y alumnas, con el apoyo del profesorado, crearon un club, el Club Studio, en el que desarrollar actividades lúdicas durante el tiempo libre.
Uno de aquellos primeros muchachos, Pedro Rodríguez Villa, rememora, en conversación con el propio Pérez Gallego, cómo montaron una tuna, la primera que hubo en Segovia, para sacar algún dinerillo que, sumado a las cuotas, servía para mantener las distintas actividades culturales, deportivas y de ocio, después de adecentar y amueblar el local que alquilaron.
Tanto a través del club como de la propia academia, el objetivo de los promotores de Studio era “buscar una formación integral de los jóvenes, no solo con trabajo y unos buenos resultados académicos, sino con un elevado concepto de la ética social”, subraya Pérez Gallego, quien añade que en aquella época previa a la Transición, “el club fue un foco de Democracia en Segovia, quizá el único que había entonces aquí, donde todas las ideologías y partidos aún ilegales podían expresar libremente sus pensamientos”.
Pérez Gallego recuerda que, durante años, las opiniones del club sobre distintos asuntos eran escuchadas por el Ayuntamiento y otras instituciones segovianas, y subraya la “aportación a la evolución democrática” que realizaron durante años.
“Cuando en el inicio de la Transición aparecieron tantos demócratas conversos, el club hacía tiempo que estaba convertido a la Democracia”, describe Pérez Gallego, senador en la primera legislatura, para añadir que algunos de los miembros del club participaron en la creación de la Junta Democrática y que en las primeras elecciones “los integrantes de todas las candidaturas progresistas eran o habían sido miembros del club”.
La academia tenía cada año entre 100 y 150 alumnos y el club llegó a tener hasta 300 socios, que participaban en las numerosas actividades que se ofrecían. Por su sede pasaron los grupos segovianos que más pegaban en la época, como los Pokers, Los Hurricanes, Los Riskos o Los Cromáticos; también se representaron varias obras de teatro, entre ellas el estreno nacional de “Las puertas cerradas”, de José Fernando Dicenta, que se hizo en el Teatro Juan Bravo, con la presencia del autor y con muchos problemas a causa de la censura, que seguía de cerca las actividades del club.
Capítulo aparte merecen las actividades deportivas, con nombres como los de los atletas Carlos Senovilla o Fructuoso Llorente y equipos de fútbol de los que algunos aún recuerdan las alineaciones, con jugadores que después pasaron a la Gimnástica Segoviana. El baloncesto, el balonmano o el piragüismo eran otras de las actividades deportivas que se desarrollaban desde el club.
Heredero de aquella burbujeante actividad de los años sesenta y setenta, hoy en día queda el cine-club Studio, continuación, incluso a nivel administrativo, de aquel club cultural Studio. Los comienzos, en los años sesenta, nos hablan de un cine-club clandestino, con películas de autores como Ingmar Bergman, que en algunos casos no podían proyectarse por intervención de la Policía. “La actual junta directiva del cine-club está haciendo una labor rigurosa y excelente, para satisfacción de los cinéfilos de Segovia”, sostiene Pérez Gallego, que exhibe con orgullo el carnet de socio número 1 del cine-club.
Para celebrar este medio siglo desde el nacimiento de la academia y el club Studio, todos los vinculados a aquel proyecto están invitados a reunirse en un almuerzo que tendrá lugar mañana sábado, en el Restaurante Lago. Los asistentes recibirán un recuerdo conmemorativo y un pequeño opúsculo recordando la historia que comenzó hace ya medio siglo. A buen seguro, tendrán mucho que recordar y comentar.
