Con alguna semana de retraso respecto a lo que viene siendo habitual, ha comenzado en la provincia la cosecha de cereal en una temporada que se caracterizará por sus malos resultados. A medida que avanzan las labores de recogida, de sur a norte, se confirma que la cosecha de los cereales será muy mala, debido a los efectos de la sequía y las elevadas temperaturas de la primavera pasada.
Además, las tormentas de agua del mes de junio llenaron las fincas de la provincia de agua y no han permitido que entraran antes las máquinas a recoger el grano. Ha sido a partir del fin de semana pasado cuando han comenzado las primeras labores en la zona más oriental y sur de la provincia. De forma progresiva irán avanzando hacia el norte de Segovia.
De acuerdo con los primeros datos arrojados por las máquinas cosechadoras, el rendimiento está resultando de entre 500 y 1.500 kilogramos por hectárea, lo que representa menos de la mitad de lo que aportaban las fincas el año pasado. Lo peor se encuentra en las tierras de cebada, que se sembró antes. En el trigo los rendimientos son algo mejores porque algunos se han salvado por las tormentas.
La Junta prevé una cosecha de trigo que estará en el 80 por ciento de la media de los últimos 30 años, y de cebada en el 77 por ciento, porcentajes que solo fueron peores en 2017 en la última década, cuando se situaron en el 72 y 62 por ciento, respectivamente.
Ese año, 2017, se recogieron algo más de 2,5 millones de toneladas de cereal, cuando una cosecha media supera los seis millones en la Comunidad. Esta predicción se produce cuando los agricultores tuvieron que gastar el doble este año cuando prepararon sus terrenos y sembraron, con un costes por hectárea de más de 1.000 euros, cuando se venían invirtiendo 500. A ello se suma la bajada de precios que se ha producido en los últimos meses, y que han dejado los niveles de rentabilidad de la agricultura por debajo de lo aceptable.
El observatorio de precios de los productos agrícolas de Castilla y León señala que en trigo blando la tonelada se abonó según los últimos datos disponibles a una media de 327 euros, un 26,3 por ciento menos que en el mismo mes de 2022, cuando alcanzó un máximo anual de 360,5 euros. Asimismo la cebada estaba en mayo de 2022 a 343,3 euros la tonelada frente a los 251,8 euros de 2023, es decir, ha caído un 26,6 por ciento.
Lo mismo ocurre con la avena y el centeno, que se pagaron a 335 y 323,7 euros en octubre de 2022, y en abril de este año habían bajado a 254 y 245,3 euros, con rebajas del 24,1 y 24,2 por ciento, en cada caso. El maíz también ha sufrido abaratamiento, ya que se abonaba a 343,8 euros la tonelada en octubre de 2022, frente a los 28,33 de marzo de 2023, un descenso del 17,6 por ciento.
DIFERENCIAS MUNDIALES
Desde Asaja explican que en el resto del mundo “hay buena cosecha” y “está entrando cereal a los puertos” y las fábricas de piensos y la industria alimentaria no pagan más el grano que hay en España. A España sigue llegando cereal de Ucrania, “España no tiene puestos aranceles y con la bajada de precios del petróleo el transporte en barco se ha abaratado bastante”. “Eso hace que está entrando todo el cereal que se consume de fuera a precios baratos. El precio lo marcan los puertos, no la situación que hay de rentabilidad”, dice Donaciano Dujo, quien denunció que esta situación “no se está trasladando al sector ganadero, que paga los piensos caros a precios de los cereales cuando estaban caros”. “Gastamos en la sementera lo que no cogimos el año pasado por ser un año malo, y ahora cogemos poco y barato, la ruina esta asegurada”, lamenta el presidente de Asaja en Castilla y León, quien resume la situación en que el campo autonómico perderá este año 2.000 millones de euros, para reclamar de nuevo ayudas de 1.000 millones entre la Junta, el Gobierno de España y la UE.
Por su parte, el coordinador regional de UCCL, Jesús Manuel González Palacín, incidió en que la situación en el campo autonómico es de “auténtico desastre” porque junto a las “catastróficas” producciones se unen unos costes de producción el doble que el año pasado y unos “precios a la baja, porque está entrando mucho cereal ucraniano, y los puertos están llenos”. “Es la peor campaña de los últimos 40 años”, dice.
González Palacín comentó que “nadie se atreve a decir si esto es coyuntural, pero con esta cosecha, estos precios y estos costes o tenemos ayudas generosas para iniciar la próxima campaña o mucha gente no podrá continuar”. El dirigente agrario también lamentó que están inmersos en un mercado internacional del cereal en el que “nadie sabe lo que va a pasar”, lo que se traduce en que “sino hay cosecha no importa lo más mínimo”.
ESPECULACIÓN ALIMENTARIA
Por su parte, el coordinador de La Alianza UPA-COAG, Aurelio González, denunció que los precios de los cereales responden ya a la “especulación de los mercados”. “Antes se especulaba con el ladrillo y ahora con la alimentación”, afirmó, para criticar que “el mercado interno no marca las pautas y ante un escasez de cosecha tan grave no es justificable el descenso de los precios”. González aclaró que se ha estado importando mucho grano de fuera, “todo el que sale de Ucrania” y “hay una especulación en los mercados, en las bolsas, por los grandes operadores”. Con todo, aseguró que en estos momentos las expectativas apuntan a que “se dan las condiciones para que empezasen a subir los precios, porque no hay cosecha, y lo que tiene que venir de fuera llega con portes añadidos que encarecen el producto”. “En realidad, nadie sabe lo que ocurre”, sustanció.
De acuerdo con los cálculos de los sindicatos, con mil euros de coste por hectárea, se necesitan 3.000 kilos de rendimientos a 300 euros la tonelada “para salvar gastos”. “Los 300 euros ya no están y los 3.000 kilos, tampoco, por lo que es una verdadera ruina todo”, dice González, para insistir en que “más que nunca hace falta la implicación de las administraciones”. En este contexto, advirtió del riesgo que se corre la próxima campaña del cierre de muchas explotaciones o de que se recorte al mínimo el gasto en las labores, y no hacer las cosas bien, con campos sin abonar, por ejemplo. “O se cierran muchas explotaciones o solo habrá inversiones mínimas por la falta de liquidez, esas son las perspectivas para la campaña que viene”, resumió, para incidir en que “no es de recibo que solo bajen los precios del cereal, ni los costes de los abonos, ni de los herbicidas, ni de la maquinaria, ni de la energía. “Las compañías especuladores se pueden cargar el sector productor en España”, concluyó.
En toda la Comunidad, según las previsiones más pesimistas la producción se podría quedar alrededor de los cinco millones de toneladas de cereal y de acuerdo con las más optimistas llegaría a los siete millones.
PAJA A PRECIO DE ORO
En materia de paja, la situación tampoco es positiva. La sequía de la primavera no permitió generar pasto y el cereal espigó al poco tiempo, de manera que la caña se ha quedado muy corta.
La paja, aun siendo un subproducto, es resulta muy importante para el ganado en cuanto que es un complemento necesario para la alimentación que se añade al pienso. Pero también se utiliza para camas y base de las explotaciones. De este modo, el precio de este elemento se ha disparado alcanzado cotas récord. En la última semana, el paquete de paja de cereal de una tonelada de peso cotizaba a 120 euros, cuando hace un año valía 51 euros, menos de la mitad. Si se compara con el precio que tenía hace dos años (28 euros), se ha multiplicado por cuatro. Lo mismo ha ocurrido con la alfalfa, que este año vale 177 euros la tonelada.
Adrián Gómez, ganadero de Adrada de Pirón, asegura que la falta de paja supone un serio problema para los productores, ya que supone elevar los costes, sobre todo porque se trata de un producto difícil de importar, como ocurre con el trigo y otros granos.
Muchos ganaderos han recurrido este año a la siega en verde para aprovechar la escasa producción de grano. Pero también ha sido muy pequeña la producción de forraje, que se calcula en una tercera parte sobre la cantidad normal.

Unos 180 tractores llevan la marcha de la sequía al centro de Madrid
Alrededor de 180 tractores y más de 500 personas llegaron ayer al centro de Madrid con la marcha de la sequía, convocada por Unión de Uniones como un “toque de atención” que obligue a mover ficha al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para buscar soluciones con “seriedad y realismo” a la situación del campo.
La protesta, que comenzó el lunes pasado, ha movilizado a cientos de agricultores y ganaderos de distintas comunidades como Andalucía, Cataluña, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Cantabria, Extremadura y Madrid para reivindicar propuestas que palíen de verdad el impacto de la sequía y la guerra en Ucrania, ya que las que hay no se han ejecutado aún y sólo van a cubrir alrededor del tres por ciento de las pérdidas del sector.
Asimismo la organización criticó que el Gobierno quiera multiplicar las ayudas que dice que da a base de ponerlas una y otra vez en los titulares, pero advirtió de que la situación del campo no mejora y las ayudas a los agricultores y ganaderos siguen sin llegar en la medida que deben.
La organización estima para este año unas pérdidas de producción de cultivos de unos 4.805 millones de euros y un sobrecoste estimado de los piensos de alrededor de 7.987 millones comparado con la media de los últimos cinco años y añade a esto el sobrecoste de otros importantes factores de producción como la energía y combustibles y los fertilizantes, que supondrían en torno a 1.370 millones de euros.
La organización insiste en que el problema del campo es el problema de toda la sociedad y pide al Gobierno, al actual o al futuro, que tenga amplitud de miras y no abandone a su suerte a un sector tan estratégico y esencial como es el agrario.
