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Apuntes de la cultura popular de Valseca

por Álvaro Pinela
3 de julio de 2023
en Provincia de Segovia
FOTO JOSE ANTONIO SANTOS

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“La cultura de un pueblo la hacen sus habitantes”, reza una vieja proclama popular. La vida de sus vecinos no sólo está ceñida a la tradición de lo propio, sino a la incorporación tanto de personas y nuevos hábitos que se sucedan en las generaciones, en forma de costumbres, ligadas a la cultura religiosa, social, laboral, festiva, y a manifestaciones musicales, y creaciones lingüísticas de un claro carácter etnográfico en el tiempo. Todo ese compendio de peculiaridades crea un perfil y un carácter de los vecinos y de cada pueblo que debe ser receptivo a las nuevas incorporaciones de hábitos y culturas externas.

La transición de los años y de las generaciones fija la pequeña historia que marcan los diferentes agentes en forma de literatura (romances, pareados, dichos, o frases legendarias); las fiestas en el aspecto litúrgico (procesiones, rogativas, imágenes, los modismos y sus trasformaciones); la tradición y costumbre que marcan en los detalles las fiestas(repostería, bebidas, rezos, jotas y bailes, engalanamientos de forma floral o textil); la práctica y convivencia en el deporte(fútbol, marchas, senderismo), y los retazos de convivencia a pie de calle, muy esquilmados en la sociedad rural actual.

FOTO 1 VALSECA Doble
Desde el siglo XVI hasta ahora, se repiten las estrofas del canto a la Virgen Dolorosa el día de Viernes Santo.

El gentilicio es una de las primeras acepciones comunales. Cómo referirse a los habitantes de un pueblo. En el año 1921, la edición de Gabriel María Vergara Martín, titulada: ‘Materiales para la formación de un vocabulario de palabras usadas en Segovia y su tierra’, recoge la acepción: “Valsecano, na, Ú.t.c.s. Natural de Valseca”. La sonoridad severa, en años sucesivos tiende a suavizar el gentilicio, utilizándose de forma más común, Valsequeño-a; también Garbancero, por la popularidad del producto, y también en otros tiempos, la referencia de “el pueblo de los curas”, por los muchos hijos del pueblo entregados al sacerdocio y distribuidos por toda la geografía.

Dentro de las aportaciones al Romancero General de Segovia (Siglo XX), existen tres romances recogidos en Valseca, para el seminario de Menéndez Pidal, después reproducido por la Diputación Provincial de Segovia en el año 1992. En la página 48 del libro, ‘Romances Tradicionales Caballerescos’, y titulado: “Gerineldo + El conde Niño”, aparece una versión de Valseca que aporta la vecina Ana Fernández de 42 años, y recogida de forma manuscrita por María Goyri, esposa de Menéndez Pidal el día 23 de septiembre de 1931. También en la página 448 de dicho libro, en el apartado de Romancero Vulgar, consta el romance: “La toca de la Virgen y el alma pecadora(é-o)”, versión de Valseca, de la vecina Petra Hijosa de 28 años de edad. Recogida por Aurelio M. Espinosa en el año 1920. También la valsequeña, Petra Hijosa es la encargada de recitar la versión de Valseca, “Marinero al agua (á-a)”, el mismo año. La estrofa que fue posteriormente registrada por Peterson Web 2000, con música incluida, dice así:

“Un marinero en el mar / daba voces que se ahogaba. –¿Qué me das, marinerito?, y te saco deste agua. / –Te doy todos mis navíos cargaditos de oro y plata –Yo no quiero tus navíos ni tu oro ni tu plata, que quiero cuando te mueras a mí me des la tu alma. –El alma es para mi Dios, que me la tiene prestada; el cuerpo para los peces, por si acaso muero en agua; y el corazón pa María, María, madre de gracia”.

De sobra es conocida la jota del Nuevo Mester de Juglaría, “Esta noche ronda un pollo”, en la que se repite el estribillo, “Zamarramala en alto, Valseca en Vega, y Valverde del Majano la sal se lleva…”, muy similar a la que recoge Isidoro Tejero Cobos en el año 1990, en su libro, “Dulzaineros, música y costumbres en tierras segovianas”, su estribillo cambia muy poco: “Zamarramala en alto/ Y Valseca en Vega/ Y Valverde del Majano/ La flor se lleva”.

En los estertores de nuestro campo, el cronista oficial de Segovia, Ildefonso Rodríguez, nos ofrece su rica narrativa en el periódico El Porvenir Segoviano, un 15 de julio de 1901. De su paseo en soledad, titulado: De Valseca a Segovia, esta es alguna de las estrofas:

“Voy caminito andando, y acuesta soledad, bien me convida/ á pensar, é ir pasando/por esta estrecha senda de la vida, /El hombre es polvo, digo, /La vista bajo, cavilando á ratos, /y exclamo al reparar en mis zapatos, soy polvo, y bien de polvo va conmigo”. (…). “Sale un perro al sendero, / ¿Por qué, le digo, el paso no me dejas? / ¿Por qué ladras tan fiero? / si yo no quiero ovejas/ ¿Qué diréis que me dice á estas razones? / Pues callarse y mirar mis pantalones”.

También en las idas y venidas por ese camino, Segovia-Valseca, frecuentado especialmente en la festividad y romería de San Isidro (XIX-XX), cuando los forasteros alcanzaban el lugar del Subidero, siempre decían “ya huele al cocido de Valseca”. De ese trasiego, el periódico El Porvenir Segoviano, recogía este pareado en sus páginas: “Hoy es San Isidro, y, como no llueva, ¡la mar! de romeros irán á Valseca. Los unos en ómnibus, los otros en bestias, y los más…¡ andando con la bota a cuestas ¡. También había otras exaltaciones festivas con nombre propio, como aquella que enaltecía el Tio Cochero, “Viva San Antonio y que se vea desde los Arquites”, paraje próximo a las eras por donde se sacaba en procesión al santo.

Dentro de esta cultura popular del pueblo(XX), el día de las Candelas, el Sacristán era el encargado de recitar unos versos desde el altar Mayor, acompañado del órgano. Decían así: “El día dos de febrero el día de la candelaria / Salió a misa nuestra madre María Madre del Verbo / Humíllate sacerdote que ya se humilla María / Y para ofrecerte trae una vela encendida / Quién es aquel sacerdote que está en el Altar Mayor”. Y es que la religión marca en muchos casos las muestras de expresión en fiestas, tradiciones, y momentos celebres. Así durante la Semana Santa, tal y como recoge el etnógrafo Joaquín Diez, en su Revista del Folclore, en su entrevista a la vecina Alejandra de Pablos, se dedicaba como en otros tantos pueblos, este verso al Sacristán: “Levántate, sacristán/Levántate, perezoso/Que ha nacido Dios/La alegría de los mozos”. Y es que el sacristán era entre otras cosas, el guardián espiritual y cultural de la iglesia. Por otro lado, también son recordados los versos de la vecina Elisa López, durante la procesión del Corpus Cristi, que recitaba desde el interior de su vivienda la poesía “Cantemos al amor de los amores”, ante la parada de la comitiva en el altar(XX).

Otras manifestaciones del acervo cultural y expresivo del vecindario a nivel local, era esa que decía, “Te estás yendo a los trigos de Maletas”. Es quizá Maletas (antiguo despoblado), el sitio del término municipal más alejado y arrinconado; un dicho similar a aquél de ámbito nacional, “Te estás yendo por los cerros de Úbeda”. También el callejero municipal, tiene una calle de la Amargura, en consonancia con municipios segovianos como Carbonero el Mayor, Prádena, Villoslada, Navas de San Antonio, o La Matilla entre otros, en sintonía con esta calle, se acierta a decir, “Me estás trayendo por la calle de la Amargura”.

FOTO 5 JULIAN
Julián de Andrés, con sus palmas y cante, un referente de la fiesta.

En una sociedad como la pasada en la que los encuentros se manifestaban a pie de calle, en los salones y tabernas, en las noches de verano al fresco, y no existían nuevas tecnologías para compartir, buena parte del tiempo se ofrecía al ingenio de cada uno. De esta manera, encontramos coplillas como: “El hijo del tío Gervasio, quiere ser torero, y su hermano Agustín, banderillero”, aludiendo a sus aficiones espontáneas en Madrid. El vecino Urbano Sanz, nos recuerda otro, “Una moza de este pueblo, perdió el manteo bajero. Se lo ha encontrado Bolilo y ha hecho una capa a un carnero”. Y los mozos, cantaban en la taberna al compás de guitarra, y el trago de vino, “Valseca tiene la fama del vino y del aguardiente; de las mujeres bonitas y de los hombres valientes”. Y cuando el ambiente se tensaba, se añadía, “Da a la guitarra que suene que si se rompen las cuerdas que en la calle Real las venden”. Noches y tardes de ronda, en las que tampoco podía faltar uno muy repetido en muchas localidades, alternando los nombres, aquí en Valseca, se repetía así: “En Valverde está el árbol, y en Hontanares la hoja, y en el pueblo de Valseca la flor de mozos y mozas”. La literatura acoge en forma de refrán otra expresión, “Para garbanzos Valseca, para nabos la Lastrilla, para cabezotas Roda y pa gua (…)s Encinillas”.

Y coronamos esta memoria de testimonios, social, y entrañable, con otra parte de la música. Una es de una frecuencia durante siglos, bajo el auspicio y solemnidad que ofrece en Semana Santa la ermita del Humilladero. Es el canto de la Salve Dolorosa, compuesta por versos y estrofas, entonadas por las mujeres de Valseca, el día de Viernes Santo. Toda una trasversalidad generacional, entre bisabuelas, abuelas e hijas, sucedida desde el siglo XVI. El estribillo de la Salve, que más se repite se ciñe así: “Salve Dolorosa, compasiva madre, Mar de amargas penas y dulces piedades”. Coincidiendo con esta manifestación religiosa, permanece otra de las connotaciones cultural y musical en forma de aviso a los fieles, la del sonido de la carraca, antes de los Pasos.

Además Valseca, aparece en una jota y despedida, cuyas coplas se cantaban a la Virgen de la Aparecida (siglo XX), con sabor de romeros y fiesta: “Zamarramala y Segovia, con Valseca y Hontanares, Juarros y Martín Miguel, también Garcillán y Abades, (…), Todos acudimos a la Romería por ver a la Virgen de La Aparecida”, cantaba el valverdano, Anastasio Sevillano, conocido como ‘Bolín’.

Pero aparte también hay que hablar de folclore, como tal, y de esas aguas tomo nota en Valseca, Agapito Marazuela, en su Cancionero musical de Castilla, en donde según recoge, tuvo como informante al tío Calandria. Y en tierras valsequeñas, buena parte de la música popular, de finales del siglo XIX y principios del XX, estuvo protagonizada por una familia de apellido Montes. Esta saga familiar, dio muchos vástagos a la música tradicional, desde el Tío Pedro Montes, pasando después a Florencio Montes, el tamboritero, quizá el exponente más popular al participar en distintos certámenes y festivales folclóricos en la provincia.

Florencio Montes participó junto a Agapito Marazuela, en el teatro Juan Bravo de Segovia en el año 1932. La alternancia de dulzaineros y tamboriteros en esos primeros años del siglo XX, era una constante, actuaban unos con otros muchas veces, según el encaje de la actuación. Así, Florencio Montes, en el concurso de Trajes y Danzas del país, de las Ferias y fiestas de Segovia de 1914, participó junto al dulzainero de Zamarramala,Pedro Antolín; y en el año 1921, en el certamen de Segovia, actuó con el dulzainero de Nieva, Venerando García interpretando: “Mudanza, Rebolada y Pasodoble”. Todo un conjunto de retazos de la cultura de un pueblo.

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