Estas noches veraniegas permiten mirar serenamente el firmamento, lo que nos hace recordar dos frases que no por muy utilizadas dejan de ser muy expresivas:”Qué fea me parece la Tierra cuando miro al Cielo”, decía San Ignacio de Loyola, y el famoso poeta indio Rabindranah Tagore recomendaba “No llores a la puesta del sol, porque las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
No soy muy versado en Astronomía, ni estoy muy acostumbrado a buscar y descubrir las diferentes constelaciones, porque en una ciudad como la nuestra hay que encontrar el momento y el lugar oportuno, pero sí es cierto que desde la terraza de mi casa, en el Casco Antiguo, disfruto contemplando las estrellas “que se dejan ver”, y de vez en vez una fuerte luz intermitente, de un avión que vuela a más altura de lo que suele ser normal.
El silencio (en ferias ni me llegan los fuertes sonidos de los bafles de la Plaza Mayor), me permite pensar plácidamente en nuestra ciudad de cara a su futuro, es decir, pienso en “Segovia desde Segovia”.
Después de años de no resultar muy fácil las relaciones de acción conjunta entre las administraciones, ahora se produce el encuentro de tres del mismo color político, Ayuntamiento, Diputación y Delegación de la Junta de Castilla y León, con esta también “de refuerzo”, por lo que se puede esperar que las fuerzas conjuntas sirvan para dar ese gran impulso que Segovia necesita, incluso de cara a “empujar” al Gobierno central con más fuerza y contando con el apoyo de diputados y senadores segovianos, supongo que de ambos colores, si todos son de buena voluntad.
Parece que ya empiezan a aparecer señales en favor de las muchas cosas que necesita la provincia, para ese despegue definitivo de Segovia (tan deseado y tan esperado durante años, y apunto directamente a Urbanismo), aunque paralelamente hacen acto de presencia también las voces de desacuerdo y de crítica contra los proyectos expuestos por el nuevo regidor municipal, llevados adelante por los inconformistas de turno, sin esperar, como suele hacerse, a que transcurran los cien primeros días de ejercicio. Repito que ese no es camino bueno para seguir, pues voces opuestas dijeron al principio que se prestaría atención a propuestas y proyectos, y ahora parece que esas voces no se quieren confirmar. Pero hay que insistir en que los perdedores deben reservar la rabia natural por haber perdido el poder después de tantos años ostentándole, pero recordemos que en un principio siempre se suele hablar de la necesidad del diálogo, del consenso, hacia los que no están ajenos algunos de los nuevos o de los que repiten y bien conocen las interioridades del tinglado.
Hablando de espacios celestes, vayamos más abajo, a los que aquí, en la ciudad, son necesarios. Porque un tema de actualidad aún, aunque hayan quedado atrás las ferias, es el de la ubicación definitiva de las mismas, desde hace años trashumantes, como en la realidad también lo son los mismos feriantes, que con su mejor voluntad acuden año tras año, pese a todas las vicisitudes que el mal estado del terreno les hace pasar. Y es que un año más se han vuelto a repetir las quejas por el pésimo e irregular piso de tierra que obliga a equilibrios para poder asentar con seguridad y garantía las atracciones y la falta de otros servicios absolutamente necesarios y que crean dificultades y molestias a los feriantes, sin que tampoco el público asistente pueda disponer de algunos de ellos.
Los “nuevos” están hablando ya del tema, e incluso parece que hay ideas sobre posibles emplazamientos para años venideros, pero ya sabemos que el tiempo pasa a mucha velocidad, y una resolución sobre este asunto tendrá que venir emparejada con el enfrentamiento a otros asimismo muy necesarios…y de exigir resolución a menor plazo que el tema del “real”.
Pero, insistimos, la “cola” para acometer es larga y precisará trabajo, sacrificios y, por supuesto, muy buena voluntad y la colaboración que sea posible por parte de la oposición y de los mismos ciudadanos.
