Cinco cigüeñas sobrevolaban el pasado sábado el cielo de Pedraza exhaustas al ver a las miles de personas que se reunieron en la villa para presenciar el primer Concierto de las Velas o bien para pasear porque el tiempo y la ocasión lo merecían.
Al caer la tarde, cuando la luz natural era más tenue y el aroma a verano se iba entremezclando con el ambiente, centenares de autobuses y de coches comenzaron a llegar a la villa medieval. Parecía como si dos épocas de la historia se hubieran conectado en unos segundos: fortalezas, casas de piedra y madera, pequeños balcones y calles empedradas junto al ruido, el motor y el humo de tantos y tantos visitantes que ocuparían un lugar en sus asientos —numerados o no — de la Plaza Mayor. El escenario, veinte años después, ha cambiado. El Castillo de antaño ha dado paso a la Plaza Mayor, eje central de la localidad, donde está la vida de cada uno de los vecinos.
“Volveremos, sin duda, el año que viene”. Vicente Ferrando llegó a la localidad por primera vez el viernes. Acompañado por su esposa y por otros cuatro matrimonios amigos procedentes de Valencia y Castellón, disfrutaron de una noche mágica que esperan repetir en la próxima edición. “Habíamos oído hablar de estos conciertos, pero por mucho que nos hubieran contado, nunca imaginamos que el escenario pudiera ser tan hermoso”, afirma.
Como ellos, hasta dos mil personas presenciaron el concierto y otras ocho mil decidieron pasear por los alrededores de la plaza, disfrutando de la música de la Orquesta Sinfónica de Galicia, con algo más de distancia, pero con el bolsillo más lleno. Canarias, Oviedo, Barcelona y Bilbao fueron las ciudades más presentes este año, sin contar con la capital, que por su cercanía con Segovia, atrae a los aficionados a la música clásica.
luz por cada rincón Un total de 30.000 velas se fueron repartiendo y colocando durante todo el día del sábado por los voluntarios que quisieron ver la villa más bonita que nunca. “Merece la pena por ver el pueblo así”, comentó uno de ellos. A partir de las siete de la tarde, los más rápidos fueron iniciando el recorrido lumínico, hecho que imitaron los miles de paseantes que se encontraban allí antes del concierto. Balcones, muros, forjas, calles y patios, decoradas con pequeñas gotas de luz que ofrecieron una imagen íntima y mágica para los que la veían por primera vez y para los que llevan años haciéndolo.
“Soy vecina de La Velilla y nunca he ido a uno de los conciertos. Este año tampoco lo he hecho porque prefiero pasear por las calles. Creo que se disfruta aún más”, comenta María Paz Sánchez.
A las seis de la mañana del domingo, se realiza la recogida industrial, a cargo de la empresa FCC, y las velas se reciclan hasta el año que viene. En apenas cuatro horas, el pueblo queda como si nada hubiera ocurrido la noche anterior.
Sin afectar a la arquitectura de la localidad, el concierto se integra perfectamente en el conjunto histórico y lo convierte en un referente a nivel nacional. El hecho de que durante los dos fines de semana que se celebran los conciertos la población se multiplique por veinte, genera beneficios para la localidad a todos los niveles.
De igual modo dentro de cinco días los amantes de la música clásica y del disfrute de un entorno incomparable, podrán asistir al que cierra el ciclo este año: la orquesta de Cámara Pro Arte, que tendrá como solista a Ara Malikian y a Víctor Ardelean como concertino y solista. Aún hay entradas disponibles que podrán adquirirse en El Corte Inglés y en la Fundación Villa de Pedraza.