Ramsés Gil pidió para renovar con la Gimnástica Segoviana que la entidad avanzara en su profesionalismo al mismo ritmo que lo hace en el césped. No habló con el presidente de dinero, ni de fichajes, aunque sí que deslizó en varias entrevistas los días previos que los objetivos deportivos debían ser más ambiciosos que hasta ahora. Sólo hizo falta una reunión para sellar el acuerdo entre las partes. Gran noticia.
Que la Segoviana apueste por el profesionalismo en algunas facetas que ahora deja a la buena voluntad de las personas que las desempeñan -porque cuestan un dinero que la Gimnástica no tiene- no significa que hayan estado desatendidas. Si la Sego tiene deficiencias en el profesionalismo fuera del verde, no se le atisban fallas en la profesionalidad de los que hacen que el club como institución salga adelante. El profesional cobra por su trabajo. La profesionalidad de los que hacen de la Sego lo que es, no tiene precio.
En la Gimnástica son prioridad presupuestaria los futbolistas. Que los jugadores sólo piensen en el partido del siguiente domingo y no en si van a cobrar es clave para que su rendimiento sea el acorde a las expectativas puestas en ellos. Pero en materia deportiva hay multitud de aspectos que no conviene descuidar. Y la Segoviana tiene carencias. Gordas. Y ahí es donde Ramsés quiere progresos, que en algunos casos pueden ser tan traumáticos -incluso impopulares- como necesarios. La inversión económica en departamentos poco vistosos de cara al público no es fácil de amortizar en el corto plazo, pero termina siendo tan importante como que un delantero centro meta goles.
