La comprensión de la Inteligencia artificial y especialmente su uso aún no está al alcance de todos los ciudadanos, pero es una cuestión de la que se oye hablar con frecuencia ¿en qué consiste la IA y la GPT? Se puede decir que ambos instrumentos son el presente y el futuro de la tecnología. Pero ¿cómo influye en nuestras vidas?
La inteligencia artificial es la habilidad de una máquina de presentar las mismas capacidades que los seres humanos, como el razonamiento, el aprendizaje, la creatividad y la capacidad de organizar.
La IA permite que los sistemas tecnológicos y las máquinas (un coche, un teléfono, etc.) perciban su entorno, se relacionen con él, resuelvan problemas y actúen con un fin concreto. La máquina recibe datos (ya preparados o recopilados a través de sus propios sensores, por ejemplo, una cámara), los procesa y responde a ellos.
Los sistemas de IA son capaces de adaptar su comportamiento en cierta medida, analizar los efectos de acciones previas y de trabajar de manera autónoma.
¿Por qué es importante la IA? Algunas tecnologías con inteligencia existen desde hace más de 50 años, pero los avances en la potencia informática, la disponibilidad de enormes cantidades de datos y nuevos algoritmos han permitido que se den grandes avances de IA en los últimos años.
La inteligencia artificial tiene un papel central en la transformación digital de la sociedad y ha pasado a ser una prioridad de la Unión Europa como vamos a ver. Se espera que sus aplicaciones futuras impliquen grandes cambios, pero la IA ya está presente en nuestras vidas.
Y ¿que es el GPT? Se trata de un Transformador pre-entrenado generativo, un tipo de modelo de lenguaje de inteligencia artificial. ChatGPT, un chatbot desarrollado por OpenAI. Se trata de un instrumento que en unos segundos puede resumir un libro de quinientas páginas o presentar en breves segundos la enseñanza actual sobre la ética aplicada al aborto o a la guerra.
El Parlamento Europeo aprobó esta semana unas directrices para regular el uso de la Inteligencia Artificial. Los estados miembros y la Comisión Europea disponen de un marco normativo con el que elaborar un reglamento para usar legalmente artefactos tan sorprendentes como el chat GPT, el control biométrico de la identidad personal o los sistemas de crédito. Se trata de artefactos sorprendentes con los que las empresas, administraciones o poderes de todo tipo llegarán a controlar todos y cada uno de nuestros movimientos. Se adueñarán de nuestra atención y podrán llegar a declararnos héroes o villanos por las veces que hemos copiado en un examen, por cruzar un semáforo en rojo, o por las multas que nos han puesto.
El tema es alarmante y de ahí la preocupación europea. Según los ponentes de la propuesta europea, hay preocupación para acelerar las regulaciones y conseguir que Europa lidere una normativa globalmente necesaria. El nudo gordiano está en la protección de la ciudadanía y los valores de una democracia avanzada porque los otros dos modelos (el chino y el americano) de regulación alternativa han puesto el foco de sus preocupaciones fuera de la responsabilidad solidaria.
A diferencia del modelo regulador chino que minimiza y anula los problemas de privacidad o conciencia, el modelo europeo sigue anclado en la intimidad, privacidad y subjetividad del ciudadano. A diferencia del modelo americano que minimiza la importancia de la regulación pública, el modelo europeo promueve una sociedad abierta, no un enjambre disgregador.
Se quiere que este modelo sea transparente y ‘confiable’. Los borradores que se están preparando tipifican rigurosos sistemas de riesgo y control porque quieren una protección ‘robusta’. Si observamos el lenguaje ‘técnico’ que utilizan para construir una Ética de la IA, comprobamos que procede de una antropología que no tiene nada de neutral, incolora, insípida o inodora. Las bases para una ética de la inteligencia artificial (IA) deberán buscarse en una ética de la inteligencia natural (IN) donde valores como la confianza, la verdad, la dignidad o la justicia se construyen desde un mundo relacional de personas de carne y hueso, llenas de apetitos y de limitaciones, de sueños y de temores. La IA no es una herramienta u objeto, es parte de nosotros porque, como diría Ortega, somos artificiales por naturaleza.
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* Profesor emérito.
