Cuando los vecinos de Pinillos de Polendos lograron convertirse en propietarios de la tierra que labraban, a finales de los años 20 del pasado siglo, se repartieron todas las tierras de cultivo, aunque dejaron varias fincas pro indiviso, esto es, sin dividir, como es el caso de un monte. Y esta última decisión ha provocado, con el paso de los años, múltiples problemas de herencias, derivando además en la imposibilidad de gestionar ese monte y, por ende, en su abandono. Lejos de ser un caso único, el de Pinillos es frecuente en la provincia. Pero, hasta ahora, ningún municipio había conseguido encontrar una solución al galimatías que supone la existencia de estos montes pro indiviso cuyos propietarios no paran de aumentar, según pasan las generaciones. Castroserna de Abajo ha abierto la senda que, en el futuro, permitirá regularizar la titularidad de esos montes “perdidos” y, al tiempo, ayudar a que vuelvan a tener un uso productivo.
Mañana, 15 de mayo, en Castroserna de Abajo se firmará la constitución de la junta gestora del monte de socios “Baldíos y Eriales de Arroyo de Valdehornos y los Llanos de Gallegos”, cuya superficie es de 122 hectáreas. El proceso que ahora concluye ha sido largo y espinoso. Alberto Cerezal, técnico de medio ambiente de la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda, dio hace cuatro años los primeros pasos para constituir ese “monte de socios” y de él tomó el relevo el consultor medioambiental Ángel Contreras, quien tras una ardua recogida de documentación ha logrado acreditar la propiedad de quienes ahora se convertirán en socios del monte.
Un total de 43 personas adquirieron en el año 1939 esas 122 hectáreas de terreno al marqués de Quintanar. La compra se realizó en pro indiviso, aportando cada uno de los compradores el dinero que pudo. La superficie total del monte se dividió en 27 partes o “suertes”. Y cada propietario adquirió una suerte, media suerte o un cuarto, con arreglo a sus posibilidades económicas.
El correr del tiempo fue haciendo olvidar aquella compra de los vecinos de Castroserna de Abajo al marqués de Quintanar, hasta el punto que la primera dificultad para regularizar la situación ha sido la de demostrar aquella operación, lo que permitiría reconocer a los propietarios la titularidad de los terrenos. Tras una concienzuda búsqueda, en el Archivo General de Protocolos de Madrid ha aparecido una venta de la escritura de esos terrenos, con fecha 28 de mayo de 1939.
Posteriormente se ha requerido que al menos once de los herederos vivos de aquellos que realizaron la compra probaran documentalmente sus derechos sobre el monte. El proceso ha incluido la elaboración de un amplio árbol genealógico, desde los compradores a quienes ahora tienen sus derechos, que no son otros que sus hijos, nietos y bisnietos. Y estos últimos serán precisamente quienes mañana firmen la constitución de la junta gestora del monte de socios.
El consultor medioambiental Ángel Contreras, quien agradece la colaboración prestada en ese asunto por la ‘Asociación Forestal de Soria’ —impulsora del proyecto ‘Montes de Socios’, cuya pretensión es precisamente la recuperación y puesta en valor de este tipo de montes—, espera que la constitución de la nueva entidad de Castroserna de Abajo permita compatibilizar la conservación de esas 122 hectáreas de superficie con algún uso productivo. Así, cree que a partir de ahora los socios del monte podrán obtener beneficios económicos por los pastos de ese terreno, o que “se podrían negociar los derechos de caza con los cotos próximos”. Y además, deja abierta la posibilidad a llevar a cabo algún tipo de tratamiento forestal de las encinas o sabinas existentes.
Contreras espera que la iniciativa de Castroserna de Abajo tenga repercusión en el resto de la provincia. “Me imagino que, a no mucho tardar, propietarios que estén en la misma situación que había antes en Castroserna de Abajo, sin tener reconocida la titularidad de los terrenos, querrán poner en marcha otros “montes de socios”, a pesar de las dificultades que entraña”. ¿Cuántos montes similares hay en la provincia? “No hay datos”, reconoce Contreras, aunque intuye que son “bastantes”. De momento, en Riofrío de Riaza ya intentaron constituir un “monte de socios”, aunque acabaron desistiendo. Y en Urueñas y Losana de Pirón, por citar otros dos pueblos, hay vecinos que desean impulsar proyectos análogos.
Los antepasados de los actuales propietarios de esos montes hicieron grandes esfuerzos para comprar terrenos donde luego pudieran llevar su ganado a pastar o extraer leña. Tras años de abandono de esas tierras, ahora se multiplican las iniciativas para su puesta en valor. “Sería una pena dejar perder el trabajo que hicieron nuestros mayores”, concluye Contreras.
La desamortización originó los montes pro indiviso
En España existen, al menos, millón y medio de hectáreas de montes de este tipo, improductivos y en deficitario estado de conservación
Los estudios realizados por la ‘Asociación Forestal de Soria’ (ASFOSO) han permitido demostrar que, en un buen número de casos, los montes pro indiviso tienen su origen en épocas desamortizadoras (1855-1924), cuando el Estado sacó a subasta bienes que estaban en poder de las consideradas “manos muertas”, como la Iglesia. En no pocas ocasiones, los potentados de cada provincia acabaron consiguiendo estos terrenos. Otras veces, los vecinos de los pueblos, para los que esos terrenos eran esenciales, pues allí pastaba el ganado y se utilizaban como el aprovisionamiento de leña, decidieron movilizarse y encontrar dinero suficiente para, entre todos, proceder a su adquisición.
A partir de ahí, el devenir de estas propiedades es diferente, aunque como norma puede decirse que en la mayoría de los casos no se había producido una actualización en el Registro de la Propiedad. “En el caso de Castroserna de Abajo —revela Contreras—, figuraba como propietario la misma persona que lo era en el año 1936”.
