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En recuerdo del escritor José Montero Padilla

por Javier Reguera García
18 de junio de 2023
en Segovia
Discurso de ingreso en la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce (23 de enero de 1969).

Discurso de ingreso en la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce (23 de enero de 1969).

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Hace unos días nos dejó José Montero Padilla, catedrático, escritor y crítico literario. Un hombre que amó a Segovia. Un segoviano de vocación que buscó el alma de esta ciudad en lo que fue la pasión de su vida: la literatura.

Había nacido Pepe Montero, como le llamaban las personas cercanas, el año 1930 en Madrid, ciudad a la que siempre se sentiría unido, en el seno de una familia de larga y fecunda tradición literaria: periodistas, escritores y profesores. Especialmente su padre y maestro José Montero Alonso, afamado escritor, periodista y crítico teatral, autor de una extensa obra con la que alcanzó el Premio Nacional de Literatura, en dos ocasiones, el Nacional de Periodismo y el Nacional de Teatro. Una tradición que tiene continuidad en su hijo José Montero Reguera, Catedrático de Lengua y Literatura y actual Decano de la Facultad de Filología y Traducción de la Universidad de Vigo, uno de los más destacados especialistas en la literatura de nuestro Siglo de Oro y en la obra cervantina, Presidente de Honor de la Asociación de Cervantistas.

En 1960 José Montero obtiene por oposición la cátedra de Lengua y Literatura Española y, tras un primer y corto destino en Calatayud, llega a Segovia para ocupar la cátedra en el Instituto de Enseñanza Media. En 1963 se inaugura el nuevo Instituto “Andrés Laguna” y es en este centro donde desarrolla su labor docente; primero, como profesor y después, desde 1965, como director. Los alumnos del Instituto de aquellos años recordaran sin duda a aquel joven profesor empeñado en contagiarles su amor por la literatura y en algunos de ellos prendería el gusto por la lectura de los versos de los grandes escritores y poetas españoles (Machado, Juan Ramón Jiménez, Unamuno….) que el profesor recitaba mientras paseaba entre los pupitres del aula. En 1970 José Montero fue nombrado Delegado Provincial de Educación y Ciencia y permaneció en Segovia hasta 1976, año en que marchó a León como responsable del Ministerio de Información y Turismo, que entonces incluía la competencia en materia de cultura.

Vivió, pues, José Montero en Segovia durante más de veinte años. Aquí conoció y se casó con Lola Reguera, cuya muerte en 2007 supuso para él una pérdida dolorosa que le acompañó el resto de su vida. Aquí nacieron sus cinco hijos y en esta ciudad paso unos años llenos de vitalidad en todos los aspectos de su vida, tanto familiar como docente y escritor. José Montero se integró con facilidad en la vida cultural de la ciudad y su participación fue continua en las actividades literarias organizadas por distintas entidades o instituciones, especialmente como magnífico conferenciante que fue.

En la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce (1970), con Ángel Revilla (centro) y Luis Felipe Peñalosa (derecha).
En la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce (1970), con Ángel Revilla (centro) y Luis Felipe Peñalosa (derecha).

La obra literaria de José Montero como escritor, crítico literario, autor de ediciones críticas de textos de grandes escritores, es inmensa y una referencia aún sucinta de ella excedería con mucho de la intención de estas líneas que solo pretenden recordar, sin ánimo de exhaustividad, los hitos más relevantes de la labor que realizó de investigación, estudio y divulgación de los escritores que han aportado una mirada literaria de Segovia, una forma de ver y sentir la ciudad más allá de su extraordinaria riqueza histórica y monumental. Una visión poética de la ciudad.

La primera aportación a esta tarea llega en 1966 con la publicación de Segovia de escritores, prologado por el eminente médico segoviano don Teófilo Hernando y en la que recoge varias aportaciones literarias de grandes escritores (Colmenares, San Juan y Santa Teresa, Cervantes en El Quijote, Machado, Unamuno, Baroja, Gómez de la Serna, Jerónimo de Alcalá…). Es la proclamación de Segovia como ciudad de escritores.

“Segovia. Hela aquí. Dorada y gentil. Oreada de soles y acariciada de lunas. Embarcación de sueños presta a iniciar su ruta por los caminos del aire. Prometida del viento, como la rosa de Alberti… Lírica piedra, motivo y tentación permanentes para escritores que persiguen su secreto.

Sí, porque Segovia es una ciudad de escritores, no sólo por los en ella nacidos, sino por los que han residido o han experimentado su atracción literaria, desde lejanos tiempos hasta nuestros días. La capital castellana –su paisaje, sus piedras, su luz. su alma– ha sido –es– un permanente motivo de inspiración para escritores”.

En 1968 publica una Guía literaria de Segovia, un recorrido por la ciudad llevados de la mano de algunos escritores, en el que se funden los grandes monumentos con las plazuelas y jardines, callejas, rincones y escenas cotidianas. No es una guía turística, sino “una guía literaria para españoles y especialmente útil para segovianos”, como señaló otro poeta, Luis Martínez Drake.
Ese mismo año José Montero es elegido académico de la Academia de Historia y Arte de San Quirce. El día 23 de enero de 1969 leyó su discurso de entrada en la institución sobre Segovia en la poesía española contemporánea, un texto que contiene una visión panorámica de composiciones poéticas inspiradas en nuestra ciudad desde la grandes escritores del 98 hasta los más actuales; así, oímos los versos de Machado, Azorín, Eugenio Noel, Unamuno, Baroja, Gómez de la Serna, Gerardo Diego, Luis Felipe Vivanco, García Nieto, José Hierro, Jaime Delgado, Dionisio Ridruejo, Vicente Gaos, y otros escritores y poetas más cercanos como Julián María Otero, Luis Martín Marcos, Mariano Quintanilla, Juan de Contreras, José Rodao, Mariano Grau, Rafael Matesanz, Luis Martínez Drake…… Un conjunto de aportaciones literarias con las que, como señaló en aquel momento Juan de Vera, José Montero “ha construido un bello mosaico, vida, historia y arte en junto, que por la delicadeza con que fueron sentidos y el cariño con que fueron seleccionados, Montero, sin ser segoviano, merecía serlo”. La consideración final del discurso resume el valor de la palabra poética para descubrir la auténtica belleza de la ciudad: “Porque si Segovia es una efectiva y afectiva, vital realidad humana –antes que nada, como toda ciudad–, y es Arte, e Historia, y paisaje…Todos los elementos, en fin, que puedan citarse y que conforman su entidad, también es Segovia, sin duda, una ciudad de poderosa sugestión literaria, más específicamente: lírica. Y en la poesía es donde hemos de buscar su última esencia, su alma”.

En la casa museo de Antonio Machado en Segovia (finales de los ochenta), junto a Francisco Ynduráin (primero por la izquierda), José Gerardo Manrique de Lara (segundo por la izquierda), Javier Reguera (tercero por la izquierda) y Luis Felipe Peñalosa (segundo por la derecha).
En la casa museo de Antonio Machado en Segovia (finales de los ochenta), junto a Francisco Ynduráin (primero por la izquierda), José Gerardo Manrique de Lara (segundo por la izquierda), Javier Reguera (tercero por la izquierda) y Luis Felipe Peñalosa (segundo por la derecha).

En 1971 ve la luz Miscelánea segovianista, libro en el que se reúne un conjunto de textos diversos que, no obstante, en palabras del autor, poseen “una unidad que nace de su sentido de dedicación y amor a Segovia” y “ofrece testimonio de una devoción segovianista tensa y fervorosamente mantenida”. Se trata de una antología de textos “representativa de mi obra escrita consagrada a Segovia, a la ciudad del Acueducto y a la provincia, a sus hombres, a su historia, a su espíritu”; “quisiera que en este libro se viese, ante todo, su sentido de homenaje a una tierra entrañable para mí”. En el magnífico prólogo del libro el Marqués de Lozoya señala que en la colección de trabajos reunidos en él José Montero hace la historia de “una segunda fundación de Segovia”. Y añade: “los poetas, foráneos y locales de las últimas décadas tienen tanta parte en la “creación” de nuestra ciudad como el ignorado arquitecto del acueducto; como los escultores de los capiteles románicos, como Rodrigo Gil de Ontañón, a quien debemos el regalo de la prodigiosa silueta de la catedral… Por eso, los que nos han enseñado a ver con nueva sensibilidad la belleza de Segovia pueden llamarse sus fundadores con tanto derecho como aquel Hércules mítico en el cual se personifica el primer jefe de tribu que se asentó sobre el peñón, entre ambos ríos.” Y termina: “Por habernos evocado, con exquisita sensibilidad y con literaria maestría la Segovia de los poetas, José Montero Padilla, el nuevo segoviano, merece toda nuestra gratitud.”

Antonio Machado era uno de los poetas preferidos para José Montero y a él dedicó numerosos trabajos y publicaciones; entre éstas, Antonio Machado. En su Casa-Museo de Segovia (1979), con varias ediciones, dedicada a la casa de la calle de los Desamparados donde vivió el poeta durante su larga estancia en Segovia; un bello libro sobre este “museo para la emoción”. En 1995, en edición de la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce y prólogo de Rafael Morales, vio la luz Antonio Machado en su geografía, un recorrido por la vida y la obra del poeta siguiendo los lugares en los que vivió. Un libro en el que quiere ofrecer un testimonio de su admiración por el autor de Campos de Castilla: “Porque Antonio Machado ha sido –y continúa siendo– uno de mis primeros y más dilectos poetas, y su Antología –publicada en 1917, en primoroso volumen– libro mío de horas desde casi niño”; y también de “una larga fidelidad machadiana, fervorosamente sostenida y proclamada”. En el año 2002, dirigió El Congreso Internacional sobre Antonio Machado organizado por la Real Academia de San Quirce.

El cambio de residencia familiar a León y después a Madrid, no significó en absoluto el olvido de Segovia. Los lazos familiares, las amistades forjadas durante su estancia en la ciudad, su vinculación durante muchos años con la Real Academia de San Quirce y la continuidad de sus trabajos relacionados con Segovia mantuvieron a José Montero en continua comunicación con el mundo segoviano. Además, durante muchos años pasó los veranos en la Granja de San Ildefonso, hoy Real Sitio. En La Granja pasó muchos momentos de felicidad disfrutando de la familia, de sus lecturas, de sus paseos por los Jardines y los bosques de Valsaín; de su silencio, de su aire, de su luz, de su soledad fecunda, de sus amaneceres limpios con música de pájaros, como nos decía en El Secreto de la Granja (1974). y en La Granja de San Ildefonso (1986).

En la casa museo de Wenceslao Fernández Flórez en Cecebre (2012).
En la casa museo de Wenceslao Fernández Flórez en Cecebre (2012).

José Montero estimaba mucho a los escritores y poetas segovianos y dedicó algunos de sus libros a poner en valor su obra literaria: José Rodao. Antología de sus versos precedida de una semblanza literaria (1966); Vicente Fernández Berzal. Antología (1974); Luis Martín Marcos. Crónicas y otros escritos en prosa (1980). A este último, le consideraba un gran escritor y poeta excelente, uno de los mejores, si no el mejor, de los poetas segovianos de pasado siglo.

José Montero era madrileño y ejerció como tal. Siempre estuvo ligado a esa ciudad, incluso cuando residió fuera de ella. La relación con su padre y su integración en el mundo literario de la capital le unieron a Madrid. Publicó numerosos libros sobre temas y escritores de esta ciudad y participó en proyectos literarios importantes, como el Diccionario de Madrid, en colaboración con su padre, José Montero Alonso y Francisco Azorín. Fue Presidente de la Sociedad Cervantina de Madrid y Vicepresidente del Instituto de Estudios Madrileños.

En 2010, editado por el Centro de Estudios Cervantinos de Alcalá de Henares, se publica un libro de homenaje con el que se quiere “honrar la larga y prolífica labor académica de José Montero Padilla”, con un título expresivo: Adiós, literatura, adiós. El libro recoge una selección de estudios publicados a lo largo de su vida académica. También en este libro hay estudios de temas y escritores segovianos, entre los que destaco los dedicados al poeta Jaime Delgado, madrileño enamorado de Segovia, y a la poesía religiosa de su buen amigo y excelente poeta Rafael Matesanz. A pesar de su titulo, con cierto tono melancólico, este libro no fue una despedida; en todo caso, señala el inicio de ella. Su actividad literaria como escritor y conferenciante continuó, aunque fue acompasando su ritmo al paso inexorable del tiempo.

En 2013 vio la luz el libro Del amor y otras catástrofes, en el que José Montero relata algunas historias que tienen que ver con el misterio del amor y cuyos protagonistas son grandes escritores y poetas como Quevedo, Larra, Moratín, Machado, Juan Ramón Jiménez, Neruda, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, entre otros. En este libro José Montero medita y se pregunta sobre el amor: “creo en el amor como misterio, como una realidad cuyas últimas razones no conoce la razón, acaso sólo cuando ese amor ya vive solamente en el recuerdo y es, entonces, memoria verdadera del corazón”.

Con José Montero se ha ido un gran escritor, un intelectual y un hombre machadianamente bueno. Los que hemos tenido la suerte de conocerle le recordaremos siempre. Por fortuna, los escritores y poetas nos dejan aquí una parte de su vida: su obra. José Montero nos deja mucho; además de su ejemplo, sus creaciones literarias. Escucharemos su voz y sentiremos su presencia leyendo sus escritos, disfrutando de su prosa serena, sencilla, clara, de su lenguaje exacto, de su capacidad para recrear ambientes y dar vida a lo que narra en el texto. Y aprenderemos que las piedras de Segovia tienen alma y la encontraremos en la literatura. Recordemos los versos manriqueños:

“… y aunque la vida perdió,
dejónos harto consuelo
su memoria”.

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