Yo se lo cuento. Ahí lo dejo, y quien leyere tome la decisión de creerlo o no. El que esto escribe no llegó a verlo, pues unos pocos días antes había desaparecido por decreto, por lo que hube de acudir a los libros, viejos ya de costura y colgados en la ‘nube’, para hilvanar esta sorprendente noticia –igual no-, del divertimento de aquellos que nos precedieron.
El juego de la pelota o pok-ta-pok, como ahora conocemos, no es ni por asomo a aquel inventado y jugado por los Mayas. Lo tenían ‘aprobao’ como ritual de gran importancia política y religiosa. Se cuenta que en las montañas de Oaxaca, en las tierras altas de México, había dos canchas de juego de pelota, la más antigua, datada en 1400 a.C. en la mejicana Chiapas, siendo practicado por durante siglos y diferentes culturas. Pero, es a continuación cuando llego lo más ‘guay’, el de las modalidades. Se han encontrado hasta cuatro. Lean:
– Con la mano, utilizando una especie de guante o bastón.
– Con la pierna, utilizando ‘protectores’ en la zona del muslo.
– Con la cabeza, utilizando un casco, o similar, o banda (especie de vendaje).
– Con la cadera, utilizando un ‘modelo’ similar a la faja.
Las bolas utilizadas eran de caucho mejicano.
Para cerrar. ‘Pelotas’ es como se definía en esos tiempos, siglo XVIII, a los nobles y cortesanos que jugaban con el monarca, Fernando VII, dejándole las bolas (pelotas) del billar tan bien colocadas que el rey Fernando solo tenía que darles un pequeño toque para colarlas y hacer carambola.
¿Y ser ‘pelota’? El diccionario de la RAE lo define como ‘persona aduladora, que hace la rosca’. En definitiva, se trata de personas que con actitud fingida elogian, dan coba y tratan de ganarse la atención ya sea de sus jefes, políticos o similares para conseguir algún beneficio presente o futuro.
