De igual manera que se abre una bombonera para seleccionar al azar un sabroso bombón del cual desconocemos a priori su sabor, el ciclo Acústicos del Teatro Juan Bravo ha permitido a los segovianos disfrutar del peculiar sabor de uno de los conciertos más sorprendentes, estimulantes e intensos de cuantos se han ofrecido bajo esta marca. La responsable no es otra que Lila Downs, una artista mejicana de pequeña y sinuosa figura que hechizó con su encanto al auditorio del teatro segoviano a base de una sabia y energética mezcla de su ‘bendito mole’. Fue ella misma la que en su canción “La cumbia del mole” dio la peculiar composición de un alimento poco apto para estómagos sensibles, con condimentos como el chile, la sal, la almendra seca, canela, pimienta o clavo.
La receta es bien sencilla, pero no fácil de elaborar, y Downs es hábil cocinera, porque sabe mezclar (sí, mezclar y no fusionar) estilos aparentemente contradictorios en su contenido para ofrecer un espectáculo vibrante, a veces efectista pero siempre emotivo donde lo latino manda sin desdeñar otros estilos fronterizos. De este modo, y en apenas 90 minutos, Lila Downs pasea con garbo por el son, la cumbia, la ranchera, el bolero e incluso el blues, dando a cada uno de ellos su peculiar impronta con una prodigiosa voz llena de matices.
Las canciones de Lila Downs, y ella no lo niega, evocan a otras grandes artistas latinas. La profundidad de Mercedes Sosa, el desgarro canalla de Chavela Vargas o la chispeante personalidad de Celia Cruz circulan entre canción y canción siempre dirigidas por la personalidad arrolladora de esta artista ya reconocida en el mundo latino y que merece al menos un similar reconocimiento en España. Así, las historias que cuenta en cada una de sus canciones definen perfectamente la trayectoria de una artista que no quiere olvidar sus raíces, pero que pretende darles un significado más allá de lo folclórico; por lo que decide incluir una inequívoca carga social que les hace aún más cercanas al público.
Pero si el contenido es importante, no lo es menos el continente, y Lila Downs ofrece un espectáculo moderno, donde lo audiovisual cobra importancia como complemento en algunas de las canciones, con una imaginativa puesta en escena. Capítulo aparte merecen los músicos que le acompañan, una verdadera orquesta al servicio de la diva del Sur con fantásticos instrumentistas capaces de traducir la propuesta musical de Downs con eficacia.
En una reciente entrevista publicada en un suplemento dominical, Chavela Vargas aseguraba que los artistas sostienen un mundo que se cae. La gran dama de la ranchera puede ya descansar tranquila porque su lugar será ocupado con total garantía por Lila Downs… por mucho tiempo.
