En una provincia de larga tradición agraria como Segovia, no es de extrañar que la mayoría de los pueblos festejen el día de San Isidro, patrón de los labradores. Como norma habitual, en la iglesia parroquial de cada una de esas localidades tiene lugar una eucaristía, tras la cual se saca en procesión a la imagen del santo, llevándole hasta un lugar del término municipal —cada año uno diferente—, donde tiene lugar una simbólica bendición de los campos. En los últimos años se ha puesto de moda ofrecer, acabada la ceremonia religiosa, un refresco a los asistentes. Como curiosidad, tal día como ayer, en Cantimpalos es costumbre que los organizadores de la fiesta tiren caramelos, convencidos como están de que San Isidro les asegurará una buena cosecha.