“En algún momento del sábado 6 de agosto de 2016, posiblemente entre las nueve y media y las once de la noche, Joaquín Vila (55 años), Consuelo Martín (51 años) y Sergio Vila (12 años) fueron asesinados en su casa unifamiliar de la calle del Arado número 5 en Hontoria, término municipal de Segovia. Sus cuerpos estaban cosidos a puñaladas”. A partir del salvaje asesinato de tres miembros de una familia, el periodista segoviano Juan Carlos Galindo construye su primera novela, que desde mañana estará en las librerías después de una primera presentación hoy a los medios locales a la que seguirá un coloquio entre el autor y el también periodista Rafa de la Torre (presentador y director de La Brújula, en Onda Cero) el sábado 17 en librería Intempestivos.
Galindo (Segovia, 1979) es redactor de El País, donde combina la dirección de la sección de Pantallas con entrevistas y críticas en el suplemento Babelia y la cobertura del mundo literario para la sección de Cultura. Desde 2010 escribe y coordina ‘Elemental’, un blog de novela negra. En septiembre de 2022 empezó su andadura en la tertulia cultural de La Brújula, en Onda Cero.
Aunque afincado en Madrid desde que tenía 20 años, se siente muy vinculado a su tierra natal, telón de fondo de este debut literario que ya ha tenido muy buena acogida entre un grupo de escritores del género, así como entre críticos y libreros, por lo que confiesa que tiene muchas ganas de encontrase “con los lectores, digamos no profesionales, que suelen ser muy duros” .
La originalidad de la estructura de ‘Hontoria’ radica en que juega a difuminar las fronteras entre realidad y ficción. Es una mezcla de narrativa con piezas de un pódcast del protagonista, el periodista de sucesos Jean Ezequiel, donde este da rienda suelta a sus amplios conocimientos del true crime —expresión en inglés cuya traducción literal es crimen verdadero o crimen real, que hace referencia a un género de no-ficción donde los autores examinan un crimen real y las circunstancias que lo rodean—.
Cortes de un programa de radio donde los oyentes opinan sobre lo que ocurre, cartas, mensajes en redes sociales y fragmentos de noticias publicadas
en periódicos completan la variedad de registros narrativos de la novela.
El escritor segoviano matiza, sin embargo, que esa pasión compartida con el protagonista por el true crime no significa que sea un lector de las páginas de sucesos: “no me interesa el hecho criminal por sí mismo. Lo que me interesa es qué consecuencias tiene eso en las víctimas, en el círculo que las rodea y en otras personas, qué hecho literario, artístico, produce ese crimen, la literatura del true crime”.
Asegura por otro lado Galindo que lo de Segovia tiene que ver con hablar de lo que uno conoce. “No entiendo esas novelas de ambientación exótica, escritas desde Albacete, pero situadas en Irlanda con personajes que se llaman Thomas y Joe, pero tampoco quería hacer exotismo de lo cotidiano”, dice.
Ha mantenido una relación con la ciudad continua y compleja. Sus padres fallecieron el año pasado, precisamente cuando estaba escribiendo la novela y confiesa que esa relación “cambió en dos sentidos: fue más triste ir a Segovia por una parte pero la Segovia de la novela compensó un poco la Segovia dramática de lo personal, de la manera que yo no esperaba, la verdad”.
“Es un sitio fascinante, muy poderoso desde el punto de vista narrativo… podía dar una atmósfera muy apropiada a la novela. Los amaneceres que disfruta Jean desde su despacho, la luz del sol reflejada en las piedras color crema pálido de la Catedral son un espectáculo real”, apunta, y apostilla que ha reservado algunos escenarios segovianos para una segunda y hasta una tercera novela con el mismo protagonista.
“Luego, es un sitio donde se come y se bebe muy bien, por eso hay una presencia de la comida en la novela y de restaurantes que me gustan mucho y donde he pasado grandes momentos”, añade.
Y lo de Hontoria tiene su explicación: “Me parecía que ese tipo de crimen se ambientaba mejor en una comunidad todavía más pequeña. No me interesa la expresión directa de la violencia, sino lo efectos sociales y familiares de la violencia. Y eso se intensifica en un lugar con unos cientos de habitantes y su propia idiosincrasia, pero completamente conectado con el mundo y a 5 minutos de Segovia”.

