Fue el sorteo más potente de la Historia, y no solo por la presencia de una Fernanda Lima que encandiló a buena parte de la audiencia: con sus dimensiones continentales y su oferta de verano e invierno en simultáneo, el programa de partidos del Mundial de Brasil 2014 disparó ayer la polémica a nivel planetario. Entre las estrellas, solo Leo Messi sonríe.
«¡Escándalo!», escribió el rotativo Corriere dello Sport tras ver a la ‘azzurra’ compartiendo grupo con Inglaterra, Uruguay y Costa Rica, y abriendo su participación en la calurosa Manaos.
La bolita fatal que encuadró a Italia en el ‘grupo de la muerte’ fue sacada del cuenco por el francés Zinedine Zidane, una mínima venganza tras aquel histórico cabezazo a Marco Materazzi en la final del Mundial de Alemania 2006.
Quizás por eso el periódico esté convencido de que el sorteo fue una «vergüenza» y «manipulado» por el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, en connivencia con el de la UEFA, Michel Platini.
Una sensación parecida de frustración anida en España, la actual campeona, a la que de poco le sirvió ser cabeza de serie, condición que Italia no tenía: abrirá su participación ante Holanda, el mismo adversario ante el que necesitó 116 minutos para marcar un gol en la final de Sudáfrica 2010. Perder en el debut, como sucedió frente a Suiza en 2010, y así y todo avanzar a octavos, podría ofrecer una desagradable sorpresa: Brasil como oponente en octavos.
«Quedar segundo en este grupo equivale a salir de ‘Guatemala’ y entrar en ‘guatepeor’», sintetizó As.
Sin ir tan lejos, lo cierto es que un sorteo nunca deja conformes a todos, aunque lo sucedido con el de Brasil no tiene precedentes: fue la primera vez que a muchos entrenadores les preocupaban las sedes al mismo nivel que los rivales. Algunos salieron bien parados, con enfrentamientos asequibles y sedes de climatología suave.
Otros, en cambio, fueron vapuleados. Es el caso de Italia, Inglaterra y Uruguay, pero también de Estados Unidos, Ghana, Portugal y, especialmente, Alemania, que no solo jugará sus tres partidos en el caluroso noreste, sino que en dos de ellos lo hará a la una de la tarde.
Lamentos
Wolfgang Niersbach, el presidente de la Federación germana (DFB), tiene razones para lamentarse de las contradicciones de Blatter, que tras insinuar primero que el organismo modificaría esos horarios, decidió luego que nada cambiaría y que no puede «hacer felices a todos».
The New York Times sintetizó con acierto lo sucedido el pasado viernes: «No se marcaron goles, nadie fue sustituido, no se ganaron partidos ni se perdieron puntos. Y así y todo quedó la sensación de que Estados Unidos perdió».
Aunque relegó el sorteo a páginas secundarias, ESPN.com fue mordaz: «El Grupo G no es el de la muerte, es el de la lenta agonía».
A Bola, uno de los principales diarios deportivos lusos, cree que «es peligroso, pero permite soñar», al tiempo que el Jornal de Noticias recordó que Alemania es tres veces campeona mundial, sí, pero «no gana un gran torneo desde la Eurocopa de 1996».
Mientras los medios franceses hablan de suerte y regalo tras ser encuadrados en el Grupo E junto a Suiza, Ecuador y Honduras, las miradas de los perjudicados se dirigen a dos selecciones que no pueden negar la ayuda de un Dios aparte: Bélgica y Argentina.
Los ‘diablos rojos’ de Bruselas, una selección joven y que promete ser protagonista, querían evitar viajes largos, calor tropical y rivales potentes. «Y el destino estuvo con ellos», destacó Le Soir, acerca de un Grupo H que los belgas compartirán junto con Argelia, Rusia y Corea del Sur.
Fortuna
Destino, y de los buenos, es lo que la Argentina de Messi intuye tras ser emparejada con Bosnia, Irán y Nigeria y tener la posibilidad de que potentes rivales como Brasil, España, Alemania, Italia o Alemania no se les aparezcan hasta una eventual final.
Un destino soñado que se refleja en el video de un canal de televisión en el que se utilizan frases del Papa Francisco para anticipar la conquista del tercer título mundial, y nada menos que en Maracaná.
Mientras en Irán hay felicidad por el hecho de enfrentarse a Messi, el semanario Der Spiegel pronosticó el camino de los de Joachim Löw en el torneo. El vaticinio es que se verán las caras con la albiceleste, aunque no en cuartos, una de las posibilidades, sino por tercera vez en la historia en una final.
«El 13 de julio se llegará a la gran final: Alemania contra Argentina en Río. Una reedición de las finales de 1986 y 1990. En 1986, ganaron los sudamericanos porque tenían al mejor futbolista individual, Diego Armando Maradona. En 1990, el triunfo fue para los alemanes porque tenían al mejor jugador, Lothar Matthäus. En 2014, Argentina cuenta con Leo Messi».
