Tal y como se esperaba, sobre todo, desde un medio afín al Gobierno que adelantó unas horas en su web la primicia -señal inequívoca de que había una filtración-, la izquierda abertzale (IA) rechazó ayer el uso de la violencia, lo que «incluye la de ETA, si la hubiera, en cualquiera de sus manifestaciones», según afirmó su dirigente Rufi Etxeberria en la presentación del octavo intento de los abertzles, desde el 25 de mayo de 2003, para colarse en las listas electorales.
A juicio del histórico dirigente de HB -que estuvo acompañado por otros, como Joseba Permach o Tasio Erkizia-, que ha estado en la cárcel en varias ocasiones, su apuesta por las vías democráticas «no tiene marcha atrás». «De modo explícito, el nuevo proyecto político y organizativo ni justifica ni ampara el uso de la violencia, cualquiera que sea el origen o naturaleza de la misma».
Etxeberria también recalcó que la nueva marca de la izquierda abertzale, cuyo nombre se conocerá hoy, tiene «total autonomía y soberanía» y que, por ello, rechazó «cualquier tipo de subordinación o dependencia» (horas más tarde, los sindicatos policiales consideraron falso este punto).
El nuevo partido, que será llevado al registro del Interior mañana, se muestra «claro en sus principios y compromisos» para cumplir la Ley de Partidos, que sus estatutos no son «un regate en corto a la normativa legal», y que en ellos «no hay escapismos literarios sino un paso determinante, coherente y de no retorno». Eso sí, el dirigente euskaldún aprovechó para recordar viejos tiempos y arremeter contra esta norma «partidista».
asistencia del pnv. Finalmente, y ante una nutrida representación de los partidos democráticos de corte nacionalista con el PNV a la cabeza -si bien acudieron a la cita subalternos-, Etxeberria indicó que este nuevo proyecto supone «un punto de inflexión y superación de modelos anteriores», y que su compromiso con las vías políticas y democráticas es «firme e inequívoco, no estando sujetos a variables tácticas o factores coyunturales».
Las reacciones fueron inmediatas, si bien se podrían resumir en una: división. Entre los jueces y, sobre todo, en la entente PP-PSOE, cuyo pacto en Ajuria Enea puede estar pendiente de un hilo, máxime tras escuchar las palabras de un sonriente José Antonio Pastor, portavoz del PSE-EE: «Lo que se ha oído hoy no se había oído con anterioridad y la música suena bien. Es un paso importante en la buena dirección». Menos efusivo se mostró el lehendakari Patxi López, que recurrió a la ambigüedad tras subrayar que era «positivo» el compromiso adoptado por IA. Así, le pidió que se esfuerce en la desaparición «definitiva» de ETA. Este deseo no fijaba, lógica y preocupantemente, el nivel de satisfacción necesario para tener papeleta el 22 de mayo. A buen seguro que su socio de Gobierno, el popular Antonio Basagoiti, no digirió bien el comentario: «900 asesinatos no se tapan haciendo promesas o presentando unos estatutos porque eso no garantiza que ETA no vuelva a matar».
Fuera de los dos grandes buques de la política española, las principales asociaciones de jueces discreparon sobre la legalidad o no de este nuevo desafío a la democracia. Y es que la no condena de Etxeberria de los atentados pasados levanta suspicacias.
