He querido dejar pasar las recientes elecciones para evitar toda posible interferencia. Como esperaba que mi anterior artículo LA NORMAL APARIENCIA DE DON RAMÓN TAMAMES… hubiera tenido alguna réplica, ya al mismo tiempo que escribía éste, reunía unos datos a propósito.
No ha sido necesario replicar nada. Lo que indica que este artículo se ha interpretado correctamente. Pero, como al final del mismo, aludía a que todavía me quedaban ejemplos por considerar, aquí van algunos, que no agotan esta peculiar cadena de despropósitos y que contienen idéntica guasa contradictoria.
Conviene recordar los de mi anterior artículo: La supuesta libertad en tiempos de Trajano, la inicua almoneda de Castilla, la incorporación de Segovia al inventado ente castellano y leonés, la insólita fiesta de Villalar y las sonoras bofetadas de las mujeres de Segovia a sus hijos para que no olvidaran nunca los agravios de doña Isabel a Segovia.
Siguen ahora:
La recuperación de LOS PINARES Y MATAS ROBLEDALES DE VALSAÍN Y SAN ILDEFONSO que con malas artes fueron arrebatados a la Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia, ha sido una reclamación permanente de los segovianos. Su devolución no fue posible en 1932 porque fue rechazada por las Cortes Republicanas.
En 1982, Los parlamentarios populares por Segovia, Modesto Fraile Poujade, Carlos Gila González y el senador del Partido Demócrata Popular José María Herrero González quisieron acogerse, bajo el asesoramiento del prestigioso letrado segoviano Manuel González Herrero, a la ley 23/1982 que regulaba el Patrimonio Nacional.
Pero he aquí la paradoja, en esta nueva ocasión, los socialistas segovianos del PSOE, encabezados por Juan Muñoz García, diputado por esta provincia, se opusieron a su aprobación y fue desechada en el Congreso, quiero recordar que por mayoría absoluta.
Madrid sí pudo recuperar la Casa de Campo; Barcelona, el Castillo de Pedralbes; Santander, el palacio de la Magdalena y Palma de Mallorca, el palacio y bosque de Bellver. Segovia no pudo rescatar Los pinares de Valsaín.
Se celebraron, luego, nuevas elecciones. Se presentaron candidatos por estos partidos y los segovianos los votamos como meros CANDIDITOS.
SEGOVIA VERSUS AVILA
La revista Elservier./es de investigación histórica, publica en Internet una magnífica ponencia, anónima, con una cumplida información relacionada con el túnel de Guadarrama y el tren a Segovia y Ávila, desde Madrid.
En ella se ponen de manifestó las vicisitudes de un proceso largo y complicado por el que los segovianos pelearon con denuedo. D. Melitón Martín escribió, para el caso, un opúsculo al que fue contestado, sin firma, por la Diputación de Ávila.
Debo recurrir necesariamente al resumen del resumen de este trabajo porque no tengo más espacio para ello y es, en definitiva, lo que vale para este subcapítulo.
Las dos versiones que se barajaron entre 1845 y 1865, han sido la de Segovia y la de Ávila, considerándose la segunda como un error.
Selecciono de este texto un párrafo muy significativo: “El proyecto ferroviario del túnel de Guadarrama era mejor que su alternativa por Ávila, tanto desde un punto de vista técnico como económico.” Y añade poco después; “Aquella elección fue un cúmulo de irregularidades”
La sempiterna mandanga de los intereses políticos y privados no podía estar ausente. Y así, por ejemplo, jugaron un papel preeminente el transporte del carbón a Madrid desde las minas de Barruelo, Valderrueda y Matallana, en Palencia y león, o el transporte de cereales desde Arévalo y Medina del Campo.
Se estudiaron también el menor o mayor costo de la obra y el mayor o menor gasto de mantenimiento de la misma. Parece ser que, en todo,”Segovia tenía ventaja”.
Pero el trazado segoviano no prosperó por las ya clásicas razones ”de ordeno y mando” a las que ya nos hemos acostumbrado por reincidentes.
SEGOVIA, PPROVINCIA CASTELLANA AUTÓNOMA
Un repaso al número de habitantes de las distintas capitales de Castilla y León y de Castilla la Mancha, permite ver el despegue de algunas de ellas, el crecimiento de las más y el estancamiento de Ávila, con 57.657 habitantes; Cuenca, con 54.898, y Segovia, con 51.683. Queda el farolillo rojo de Soria, con 39.657.
Ciudades que hemos asimilado a Segovia, como por ejemplo, Toledo y Palencia, cuentan 84.282 habitantes, la primera y 78.629, la segunda. No se perciben, pues, las bondades que para nuestra ciudad y provincia se pronosticaban, si comparamos también otras cosas.
Cuando Segovia quiso su uniprovincialidad, como medida precautoria, una insidiosa campaña se hizo propalar dudando de cómo se iba a defender sola. Lo que no suscitó dudas para Ceuta o Melilla. ¡Segovia sola, qué disparate! ¿Pero, acaso no había estado La Comunidad de Ciudad y Tierra de Segovia sola durante siglos y fue en algún momento el organismo europeo mejor organizado?
Aun cuando todos estos casos se refieren a épocas más o menos cercanas o alejadas, también hoy en día los hay. Pero esto ya sería otro cantar. Poco ha progresado Segovia en Castilla y León y no creo que los que nos metieron del ramal, como solía decir D. Manuel González Herrero, estén muy satisfechos de la hazaña. Quiero admitir que lo hicieron de buena fe.
A PESAR DE TODO, Segovia lleva una subsistencia digna, aunque repleta de carencias inadmisibles y aliviadas, en parte, por la munificencia madrileña. No en vano, sigue siendo Madrid “el pueblo más grande de esta provincia”. También es el destino preferido de nuestros hijos. En mi caso, nueve personas entre hijos, cónyuges y nietos. Mi madre era también madrileña, así como cuatro de sus hermanos.
La querencia de que una buena parte de la provincia de Madrid fuera Segovia (aún pertenecen pueblos a su Comunidad de Ciudad y Tierra) unido principalmente a las oportunidades laborales, motivan que los segovianos que se trasladan a Madrid se sientan como en su propia casa, y reclamen para sí el derecho que como “gatos”, (1) pudieran corresponderles.
Dicho esto, no estaría de más que Los carteles que indican en nuestras carreteras PROVINCIA DE SEGOVIA, llevaran el añadido de A PESAR DE TODO.
(1) Alusión a la toma de Madrid por los segovianos.
* Académico honorario de San Quirce.
