Hace unos días en la sociedad segoviana nos indignábamos porque habían robado en el Banco de Alimentos, una organización sin ánimo de lucro que se encarga de recuperar los excedentes de alimentos que se producen en nuestra sociedad y repartirlos entre las personas que más lo necesitan. Unos días después, en una gran superficie donde recogían alimentos, dos voluntarios me expresaron su alegría porque los segovianos estábamos contribuyendo con nuestras aportaciones generosas a recuperar las estanterías de alimentos, lo que les permitía seguir ayudando a las casi 2000 familias que atienden.
Los Bancos de Alimentos funcionan con voluntarios. ¿Qué sería de la sociedad sin la aportación de los voluntarios en este y en tantos ámbitos de la vida?. No son personas de cualidades excepcionales. Son sencillamente humanos. Tienen ojos para descubrir las necesidades de la gente, oídos para escuchar su sufrimiento, pies para acercarse a quien está solo, manos para tendérselas a quien necesita ayuda…, pero lo más importante es que los voluntarios ponen verdadero amor en la sociedad actual. Nos ayudan a descubrir que no se deben confundir el amor con el sentimentalismo o la limosna. Que la solidaridad se construye con gestos, no con palabras. Que amar al ser humano significa querer a las personas concretas, no solo proclamar grandes ideales.
Quizá no todos podemos dedicar una parte de nuestro tiempo al voluntariado, pero todos podemos pararnos voluntariamente, mirarnos en nuestro interior y a nuestro alrededor y reflexionar sobre lo que Julián del Olmo nos dice en uno de sus Salmos de Vida y Esperanza que titula “Estamos que lo tiramos” y que les dejo a su consideración:
“Estamos que lo tiramos… sólo hay que fijarse en los “contenedores de basura” y en los “vertederos” desbordados de “desechos” de alimentos y de ropa, “desechos” para nosotros pero que serían “aprovechables” en los lugares más empobrecidos de la tierra donde no sobra nada y falta de todo.
Estamos que lo tiramos… empezando por la “comida”; según la ONU se desperdicia el 31 por ciento de los alimentos que se producen para consumo; en España se tiran a la basura 1.364 millones de kilos de alimentos equivalentes a 31 kilos por persona al año. “El alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre” (LS 50).
Estamos que lo tiramos… siguiendo por la ropa; cada europeo compramos una media de 25 kilos de ropa al año y desechamos once kilos al año. El 65 por ciento de la ropa usada acaba en el vertedero. “La lógica del usar y tirar genera tantos residuos por el deseo desordenado de consumir más de lo que realmente se necesita” (LS 123).
Estamos que lo tiramos… sin tener en cuenta que “un veinte por ciento de la población mundial consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres y a las futuras generaciones lo que necesitan para sobrevivir” (LS 95); mil millones de personas, algunas cercanas a nosotros, pasan hambre.
Estamos que lo tiramos… ¿qué tiramos? ¿cuánto tiramos? ¿dónde lo tiramos? ¿por qué lo tiramos? sabiendo que “malgastar” los limitados recursos del planeta es un pecado de “lesa humanidad”. “Es el momento de asumir cierto “decrecimiento” en algunas partes del mundo, aportando recursos para que se pueda crecer sanamente en otras partes (LS 193), lo que significa que “algunos” tenemos que aprender a “vivir con menos para vivir todos mejor”.
La “crisis” provocada por la guerra de Ucrania debería servirnos no sólo para lamentarnos de lo que se nos ha venido encima sino para empezar a “vivir de otra manera”: más humana, más ética, más solidaria y más “religiosa”.
“El Señor salvará al pobre que suplica y al necesitado que no tiene quien le ayude.
Tendrá compasión de los humildes y salvará la vida de los pobres.
Los salvará de la opresión y la violencia, pues sus vidas le son de gran valor” (Sal 72, 4-5)”.
