En Cuéllar, los dos candidatos con mayores posibilidades de ser elegidos proceden del mundo taurino. No se les conocen otras aficiones o intereses culturales o sociales. Presiento una campaña monótona y aburrida. Nos marearán con la justificación de sus elevados gastos taurinos y nos aturdirán con el consabido ruido de fondo del Centro de Salud y el Auditorio, tema en el que seguimos en el mismo punto que hace 16 años, cuando el anterior alcalde paralizó el proyecto de su construcción en la Iglesia de San Francisco.
Lo único que hemos conocido con certeza para el cercano futuro son los casi 600.000 euros que el Ayuntamiento gastará este año en las Fiestas, así como las afamadas ganaderías que correrán, se lidiarán y que nos costarán un ojo de la cara. Da la impresión de que Cuéllar no tiene otros problemas y que la mayor preocupación y dedicación de nuestro alcalde es el nombre de las ganaderías de cada año.
El presupuesto taurino ha ido creciendo de año en año (salvo pandemia) sin ningún tipo de control y sin hacerse ni siquiera públicas las cuentas de los festejos, incluida la chulería de las dos corridas en plena pandemia.
Nos enredamos hablando sobre toros porque están lejos y ahora es buen tiempo para reflexionar tranquilamente ¿Hay algún concejal que le explique al señor alcalde que, por más dinero que se gaste en las corridas, la plaza de toros continúa prácticamente vacía? Es realmente éste un empeño personal suyo que se ha convertido en un lujo ostentoso que pagamos todos. La inmensa mayoría no nos beneficiamos porque no asistimos a las corridas de toros.
Disfrutamos de los Encierros, claro, pero nos duele el alto precio que se paga por el ganado, que no queda justificado por el pobre juego que luego ofrecen en las calles de Cuéllar. Hace ya bastantes años que se prima el recorrido campestre, en organización, calidad de ganado y cuidado de cada detalle. Sin embargo el Encierro que hace a Cuéllar reconocible es el de los toros por las calles. Esta parte del Encierro ha degenerado hasta un punto penoso. Apenas hay un encierro cada año donde los toros mantengan cierto ritmo en su carrera. Casi siempre van andando, separados y ofreciendo un penoso espectáculo, por no hablar de los que no lo aguantan. No es nada atractivo para los corredores, que ya han dejado vacía lo que era la famosa subida de la calle de Las Parras.
Sin embargo parecer ser un problema que no interesa mucho. Todas las conversaciones giran en torno a caballos y ganaderías de pro. ¿Para qué queremos unos toros tan caros si luego hacen el recorrido andando? ¿Dónde han quedado los famosos Encierros de Cuéllar? Me enrollo con este asunto por dejar claro que ni siquiera en los temas que parecen preocupar a nuestros alcaldables ofrecen soluciones a los problemas reales.
Pero…¿no hay otros problemas?
Yo no quiero hablar del eterno problema del casco histórico, vacío y sin perspectivas, al que no han dedicado ni un solo pensamiento ninguno de los partidos. Por ahí puede pasar la solución a los problemas de vivienda, pero hacen falta propuestas imaginativas y colaborativas de partidos e instituciones. Alguien debería empezar.
¿Y quién se acuerda de que en Cuéllar viven más de mil quinientos extranjeros, que cotizan aquí con sus impuestos religiosamente? También ellos pagan nuestras fiestas.
¿Y qué pasa con la cultura? Hay gran actividad de asociaciones y colectivos pero echamos de menos algunos eventos de calidad, de nivel nacional…
Si el dinero se va a los toros… ya no nos queda para música, teatro…
¿Y si hablamos de economía? Tras dieciséis años sin crear ni un metro de suelo industrial empezamos a oír hablar sobre el tema, simplemente porque estamos en campaña, pero sin ofrecer ninguna propuesta creíble. No es un asunto que haya preocupado en estas cuatro legislaturas. Pero es ahí donde reside el núcleo de los problemas que venimos sufriendo.
En el fondo late un problema central, Cuéllar está en una fase de depresión y no hay intenciones de enfrentar ese tema que se irradia constantemente en la vida de cada día. Las calles están muertas. Nadie va a venir a solucionar nuestros problemas. Las propuestas, los proyectos, las energías deben salir de aquí. ¿Por qué no un congreso de gentes de aquí y de allá para promover y desarrollar ideas y alternativas al deprimente presente que vemos cada día?¿A partir del día 29 solo hablaremos de toros?
La capacidad que tiene un alcalde para transformar la realidad de un pueblo es mucho mayor de lo que suponemos.
Quizá la política sea un fiel y triste reflejo de la vida real y de las preocupaciones más comunes. El alcalde anterior surgió del ámbito de las Cofradías de Semana Santa. El actual y el próximo, cualquiera que sea, han surgido del ambiente taurino.
Pues vamos al rincón de pensar y que cada cual ponga la conclusión tras el silencio que representan los puntos suspensivos…
