Intérpretes: Orquesta Clásica Santa Cecilia. Benjamin Lèvy, director
Obras de: W.A. Mozart, L. v. Beethoven, J. Brahms, J.Strauss, J. Offenbach, P. I. Tchaikowsky, G.Rossini, J. Massenet, G. Verdi, y G. Bizet.
Fecha: Sábado 12 de Julio de 2014
Lugar: Explanada del castillo de Pedraza
Organiza: Fundación Villa de Pedraza
Patrocina: Ambientair
La población sembró de velas todos los espacios y rincones para la inmensa masa de admiradores de estos acontecimientos, que se repiten desde hace veintidós años y que llenan la villa para pasar unos ratos de relajación y ensueño y participar en unos conciertos que ya son un reclamo a nivel nacional antes de anunciarse.
El concierto que nos ocupa fue un acto de reconocimiento a obras del repertorio clásico que sirvieron de fondo a unas escenas de películas que perviven en la memoria de muchos. Algunas de ellos sirvieron a varias escenas de distintos films.
El escenarios escogido este año difiere del clásico de la plaza mayor y estuvo situado en la explanada que antecede a la entrada del famoso castillo, que fue propiedad de Ignacio Zuloaga y que se encontraba iluminado con antorchas y focos.
Las obras fueron aplaudidas según su reconocimiento por el público y así los dos movimientos provenientes de la quinta sinfonía de Beethoven, el allegro con brío inicial y el segundo allegro lo fueron mucho.
Pero sin duda el que logró la mayor calidad y los mayores aplausos fue el adagio del concierto para clarinete y orquesta de Mozart, que siempre nos traerá a la memoria «Memorias de África» y las historias de la baronesa Karen Blixen en el continente negro.
Tras muchos extractos musicales de sus respectivos fondos cinematográficos tocó el turno a lo que puede llamarse el himno de los conciertos de Pedraza, la obertura de 1812 de Peter Ilich Tchaikovsky. Esta obra parece hecha para ser interpretada en Pedraza a la mayor gloria de los dos ejércitos enfrentados a las puertas de Moscú en ese año, las tropas de Napoleón Bonaparte y las del Zar de todas las Rusias. Una batalla entre dos países que, en la partitura se ven reflejados por la «Marsellesa» y por «Dios salve al Zar» en su continuo avance y retroceso.
Aquí, y como manda la partitura de Tchaikovsky, que nunca pudo ver ejecutada en toda su grandiosidad, los cañones de la Academia de Artillería de Segovia, que cumple este año el 250 aniversario de su fundación, son el intérprete perfecto junto con las campanas de la iglesia de Pedraza, para cumplir su parte en esta obra tan esperada por el público.
Como bis el maestro Lèvy, que leyó muy bien el trasunto de cada obra, nos ofreció la repetición del Can-can de Offenbach. Alegre cierre de este gran concierto que puso punto y final al ciclo que anualmente ofrece esta hermosa villa
medieval.