El cambio climático está alterando nuestras vidas y la manera en que entendíamos y disfrutábamos del medio ambiente. Cada uno lo interpreta a su manera, y a veces, esa manera choca con la realidad y la absoluta necesidad de un cambio de pensamiento con relación al agua y al medio ambiente.
En diciembre de 2017 publicamos un artículo titulado “La que se avecina”, advirtiendo entonces de lo que está sucediendo hoy, y sobre la necesidad del cambio de pensamiento general sobre su gestión, no solamente de las Administraciones Públicas, sino también de la sociedad en general.
Cinco años y pico después hemos avanzado muy poco, y además, seguimos con las mismas posturas enconadas de los unos contra los otros, en un muy amplio espectro de su significado. Decía el emperador Julio César a sus tropas cuando evaluaban las estrategias a seguir, la famosa frase de: (Divide et impera) “Divide y vencerás”. Pues en el tema del agua pasa lo mismo, no nos ponemos de acuerdo, y ya van pasando los años.
Las dos maneras principales de poder conseguir agua potable, son a través de las aguas superficiales (ríos y embalses) y las aguas subterráneas (acuíferos). Ya tenemos una tercera y cuarta, que han surgido de la necesidad de buscar nuevas fuentes de suministro de agua dulce para el ser humano, que son la desalación de agua de mar y la reutilización de aguas residuales, pero en realidad, son una variante de las dos principales. Y todo ello, incluido en el ciclo natural del agua.
La climatología ha cambiado y sigue cambiando con un aumento permanente y paulatino de las temperaturas, y con un decrecimiento menos acusado de las precipitaciones, pero más errático, pues cuando llueve es generalmente de manera torrencial generando destrozos en el territorio. A veces las lluvias generan más perjuicio que beneficio, pues discurren salvajes por terrenos y ríos muchas veces sin regular, lo que provoca inundaciones recurrentes.
Para evitar en gran medida el discurrir de estas aguas sin control, el hombre inventó hace ya muchos siglos las presas y los embalses, con una doble función: Una primera, es la de almacenar agua cuando el caudal de río lo permite, para poder disponer de ella cuando haga falta; y otra segunda, la de prevenir en la medida de lo posible el poder destructivo de las aguas descontroladas.
La tendencia es que los periodos secos a lo largo del año se vayan alargando, y los periodos de lluvias se vayan acortando. Cada vez hay más días secos y menos días lluviosos. Esta mezcla explosiva hace que todo sea más extremo con respecto al agua, como por ejemplo, que llueve una cantidad de agua algo menor cada año, pero al haber cada vez menos días lluviosos, la cantidad de agua caída por cada día lluvioso aumenta considerablemente.
En relación con los objetivos medioambientales que marcó la ONU hace años, únicamente en cuanto a la calidad del aire en las ciudades se ha avanzado algo, pero a un ritmo insuficiente. En otros como la capacidad de los recursos hídricos, la mejora de la calidad del agua, o la gestión sostenible de los océanos, la tendencia es a peor.
En los últimos setenta (70) años, se ha incrementado la temperatura media en Segovia unos 2,3 ºC según el estudio de Rafael Calderón, lo que es más que preocupante. Estos cambios alteran todo el medioambiente en su más amplio significado, lo que nos tendría que hacer reflexionar sobre qué planeta tenemos, y a dónde vamos.
Hoy en día, no estamos bien preparados para esta modificación de tendencia climatológica. El clima cambia más rápido de los que nosotros tardamos en poner remedio para adaptarnos a ese cambio. Por regiones y por provincias, unos van más avanzados de otros, como es lógico, pero en esta carrera por adaptarnos al cambio climático, el que se duerma en los laureles lo pasará mal.
Sin agua no hay vida, no hay posible desarrollo de ningún tipo, ni social, ni económico, ni ambiental. A veces, hay que sentarse a pensar, a reflexionar, y a escuchar. Nosotros seguimos trabajando y colaborando para aportar conocimiento desde nuestra humilde posición.
Científicos, Administraciones Públicas, Sector Empresarial y Sociedad Civil, tenemos que ir todos de la mano para ir poniendo remedio a esta situación, no a la que se avecina, sino a la que ya ha llegado. “Omnes ius habent aquae”.
