La ‘Lamentación sobre el Cristo Muerto’ ha sido seleccionada este mes de abril por el Museo de Segovia como ‘pieza del mes’. La pintura del siglo XV corresponde al Maestro de los Claveles o las Clavelinas que llevó a cabo su trabajo entre las provincias de Ávila, Segovia y Valladolid. El apelativo con el que se le conoce nace de su afición naturalista y sus frecuentes representaciones de claveles rojos para adornar y enriquecer la composición pictórica, como en la que ahora promociona el espacio gestionado por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte.
Con esta obra representa la escena que culmina el ciclo de la Pasión de Cristo. En el primer plano, se pueden contemplar dos figuras masculinas, probablemente Nicodemo y el apóstol Juan, recogiendo y envolviendo el cuerpo de Cristo. Tras él, aparecen varias mujeres entre las que destaca bajo la cruz la Virgen María. A los pies de la figura de Cristo aparece un personaje femenino, María Magdalena, en el que sobresale la atención que el artista pone a sus cabellos, algo característico en toda su obra.
La ‘Lamentación sobre el Cristo Muerto’ procede de la desaparecida iglesia de San Román, demolida en 1866, ubicada junto a la actual plaza del Conde Alpuente de Segovia. El arco de la puerta de entrada del templo actualmente se conserva en una de las viviendas de la calle contigua, la de Eulogio Martín Higuera, antes llamada de San Román.
La colección del Maestro de los Claveles se inserta dentro de la producción artística hispano-flamenca. La mayor parte de su obra se realiza en el último cuarto del siglo XV, derivada de la influencia que las obras flamencas importadas por la burguesía segoviana produjeron en los artistas locales.
Algunos expertos han planteado la división de su obra en dos etapas. Una primera en la que los personajes representados aparecen con una expresión contenida y seria. La segunda se caracteriza por el endurecimiento de los rostros. En este sentido, la ‘Lamentación sobre el Cristo Muerto’, a pesar de fecharse en la primera etapa, se puede considerar una obra que marca el tránsito entre ambas, ya que promueve una distorsión de las figuras propia de su producción posterior.
Aunque se trata de un maestro anónimo, se le atribuyeron un total de nueve obras, a las que habría que sumar tres más, posiblemente procedentes de un tríptico. Ello se debe a su inconfundible estilo, aun cuando este se encuentra en la órbita de otros maestros castellanos contemporáneos como el maestro de Ávila, de quien coge su característica descomposición de las formas y fisionomías acentuándolas aún más. Asimismo, guarda relación con el estilo de Francisco Gallego o los grabados de Schongauer.
En este sentido, es característico del pintor el presentar dos planos marcadamente descompensados. Un primer plano de la ‘Lamentación sobre el Cristo Muerto’ centra la escena principal, con figuras en las que se acentúa la dureza expresiva de los rostros, representando a personajes castellanos. Incluye varios dentro del mismo campo pictórico lo que le aporta una composición afortunada. En segundo plano, el maestro sitúa la escena en un paisaje propio del repertorio flamenco, donde es frecuente encontrar un conjunto cargado de arquitecturas, montes y caminos, representando escenas relacionadas con el tema que pinta.
