Sin habernos repuesto aún de la indignación suscitada por los devastadores incendios —casi siempre provocados— que han asolado miles y miles de hectáreas de pinares y montes no sólo de nuestra Comunidad sino a nivel nacional (desde luego más con intencionalidad perversa de terroristas medioambientales que de forma fortuita) lo que exige mayor dureza contra los autores, percibimos todavía el humo, los olores de la tragedia, el esfuerzo impagable de las patrullas luchando por la extinción, incluso las imágenes —en color, cuando verdaderamente deberían haber sido emitidas en blanco y negro— de algunas víctimas de tan ejemplares servidores de la comunidad, la Junta da a conocer la aprobación de un cierto Plan de Urgencia que accione la lucha contra posibles incendios en Castilla y León mediante medidas, dicen, de prevención y, en su caso, extinción de esas tragedias forestales, disposición del Ejecutivo castellano-leonés que acusa, dicen, la más absoluta indiferencia del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, (tan diligente —en cambio— para intentar prohibir el funcionamiento de la práctica del esquí en el Puerto de Navacerrada) de los que Segovia , como se recordara no se ha librado recordando aquel espantoso incendio del año 2019 que acabó con miles de Has calcinadas del Parque Nacional del Guadarrama —que conmovió a España entera— puesto que puso en grave riesgo el Palacio de La Granja por la proximidad de las llamas. No parece desacertado, por tanto, aunque semejantes medidas precautorias deberían haber llevado tiempo activadas, Pero bueno, no es poco que se piense en esto aunque sea ahora referido a tratamientos selvícolas, prevención, vigilancia y la incorporación de personal interino para combatir en esa lucha que, como se ha visto, no es nimia. Es de suponer que tales medidas se aplicarán también preventivamente en tiempo idóneo para el desbroce de la tierra calcinada, la retirada de leñas muertas, la reposición de senderos y cortafuegos y eliminación y saneamiento de restos que suelen ser agentes propiciatorios en casos de siniestros; permitiendo, al tiempo, la actividad de recogida a cargo de los gabarreros como lo venían haciendo tradicionalmente, con cuyos ganados, a su vez, mantenían limpio el monte, actividad que, creo recordar, fue prohibida en su día como lo fue la recogida de piñas o serojas por ciudadanos sensibilizados. En este sentido hay que recordar el peligroso estado en que se encuentran todavía algunas zonas del Parque Nacional debido a la falta de extracción y limpieza de restos que .además constituyen focos de contaminación y enfermedades parasitarias, tras aquel incendio del 19 como por las consecuencias de la enorme nevada del invierno del 95 que derribó miles de pinos, muchos de cuyos restos permanecen aún en el monte.
Por tanto, bien venido sea ese Plan de Urgencia para la lucha contra incendios si, como se supone, abarca aspectos como los que hemos dicho como medidas preventivas de cara a futuros siniestros. Por cierto que tales medidas vendrían a ser complementadas con los dispositivos de parque de bomberos provinciales de la Diputación Provincial integrados por voluntarios y profesionales del sector.
Es en definitiva hora de pensar en un cierto apresuramiento que ponga en marcha las medidas anunciadas por la Comunidad y ejecutar de forma expres los aspectos preventivos frente al terrorismo forestal amenazante. Es más, en ese aspecto, sería deseable reconsiderar al tiempo, las medidas coercitivas que pesan sobre quienes con su trabajo de retirada de leñas muertas y la presencia de sus ganados garantizan la limpieza del monte, a mayor abundancia, enclavado nuestro territorio en un Parque Nacional a proteger: calificación que –naturalmente- no sólo obliga muy directa y principalmente al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (que ministrea Teresa Ribera) sino a la Comunidad Autónoma cuyas competencias han de soportar la responsabilidad del sostenimiento adecuado de esas reservas forestales (donde se incluyen, obviamente, la reposición de la flora y la fauna especialmente delicadas y en muchos casos atropelladas en su hábitat) a las que es justo y necesario la aplicación de semejantes medidas cautelares como las previstas, adelantándonos así al riesgo de la maldad de cualquier indeseable. Pensando en el verano.
