La incidencia del furtivismo en la provincia a lo largo de 2010 resultó “muy escasa”, de acuerdo con los datos facilitados por el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. El caso más llamativo fue el hallazgo, a mediados del mes de julio, de tres ejemplares de cabra montés en la Sierra de Guadarrama, que presumiblemente fueron abatidos por sus trofeos.
Durante los primeros diez meses de 2010, el Seprona realizó un total de 269 denuncias administrativas. El número de denunciados ronda el centenar. El cuanto al motivo de las denuncias, cerca del 80% se deben a la caza con galgo sin autorización del titular del coto. La comarca más afectada por esta infracción es la de Coca, y el término municipal en el que se han realizado más denuncias, el de Montejo de Arévalo.
La segunda causa de denuncias es la caza con liga de fringílidos, una práctica tradicional en Segovia que, a pesar de haberse prohibido hace años, todavía no ha quedado definitivamente erradicada. En las inmediaciones de Segovia, el Seprona ha realizado varias denuncias por ese motivo.
En cuanto al uso de venenos, 2010 se cerró sin que se produjeran en la provincia casos de envenenamientos de fauna silvestre, a diferencia del anterior ejercicio, en el que destacaron los casos de Cantimpalos, Yanguas y Ayllón.
La caza con liga, una tradición segoviana .- “En el terreno en que hoy se alza el Asilo de las Hermanitas de los Pobres, y abarcando también una buena parte de las tierras contiguas, existía antes una extensa pradera que se conocía por el Prado del Monago, y que bautizó el pueblo con el nombre de Prao Monago. La proximidad a la población había hecho de él un lugar apropiado para cultivar los pajareros sus aficiones, y dedicarse los muchachos a los juegos propios de aquella época.
Limitado el prado de referencia por espesas zarzas, sobre éstas colocaban los pajareros, en su mayor parte vecinos de los barrios de El Salvador y Santa Eulalia, los reclamos, cañotas y varetas y pacientemente esperaban, tendidos en tierra y a una previsora distancia a que acudieran las cándidas avecillas, atraídas por el engaño.
Otros sitios a los que iban los pajareros eran “Peladera”, “Gallo Cociado”, “San Cristóbal”, “Las Lastras de Santo Tomás” y “Tejadilla” (…) La prohibición de la caza de pájaros con liga ha dado al traste con esta afición, genuinamente segoviana…”
EL ADELANTADO, artículo de Vicente Fernández Berzal, 27-10-1927
