Resulta bien evidente que la gestión y promoción turística de Segovia (Ciudad “Patrimonio de la Humanidad”, que ayuda y obliga) y de sus extraordinarios recursos históricos, monumentales, ambientales, culturales, etc. —a los que no es ajena la provincia— ni lo que supone la proximidad a Madrid o Valladolid, por ejemplo, está calando profundamente en los flujos turísticos derivados hacia ella (de forma colectiva o individual) a través de los operadores especializados que encauzan el interés de los turistas hacia otros destinos diferentes del tradicional de sol y playa, que no dejan también de tener un atractivo singular, aunque notoriamente masivo. En ese aspecto también la provincia viene poniendo al alcance de todos los españoles una variada y rica oferta diversificada tanto en estancias de turismo rural, que cada día viene siendo más sugestiva, como itinerante a través de rutas atractivas en el abanico de posibilidades para todos los gustos: castillos, senderismo, paisajes, montañismo, ciclo turismo, piragüismo, rutas geológicas, aproximación a la fauna, pesca, etc. Todo lo cual viene conduciendo —como se ha visto repetidamente en Segovia estos días— a una masificación difícilmente sostenible. Ello hace, claro, que semejante avalancha de visitantes, dificulten el normal desarrollo de la dinámica diaria de una ciudad pequeña como Segovia. Aunque es cierto que, por lo mismo, se produzca un sobresaliente incremento de concurrencia en centros de interés cultural y, sobre todo, de consumo para regocijo de la hostelería fundamentalmente que encuentra en semejantes corrientes un signo claro de beneficios con el “llenazo” de hoteles, pensiones, pisos turísticos, casas rurales, etc. restaurantes, terrazas, bares y establecimientos de la periferia. Lo que en definitiva alivia la angustiosa situación económica que han venido padeciendo sus titulares y cuando, en los peores casos, han tenido que soportar el cierre de sus establecimientos por asfixia económica.
Pues bien, frente a esas luces, aparecen en el horizonte ciertas sombras de gran calado que merman el optimismo de nuestra hostelería, según denuncia el presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería (Hotuse y AIS) Jesús Castellanos en el sentido de que el sector acusa al tiempo, muy preocupadamente por cierto, acerca de la merma de personal cualificado (o medianamente capacitado, al menos, según los casos) suficiente para cubrir las necesidades de un buen funcionamiento del sector hostelero (hoteles, restaurantes, bares ,terrazas, etc.) en la medida que estos empresarios estiman para poder ofrecer un servicio digno al que aspiran para avalar el prestigio de nuestra hostelería que, hoy por hoy, goza de un excelente predicamento. Precisamente esa carencia de profesionales pone en riesgo la permanencia de ciertos establecimientos de cara al verano e incluso contemplan la reducción de servicios e incluso el cierre de no pocos establecimientos. Ni tampoco ven una solución en las promociones que pueda ofrecer el Centro de Formación Profesional “Felipe VI” que en las diferentes ramas de hostelería viene impartiendo oficialmente: cocina, camareros de sala, barman, etc. que, a todas luces, resultan insuficientes. Por eso muchos establecimientos —a pesar de los más de 6.000 parados registrados en Segovia,— tienen que echar mano eventual de personal extranjero manifiestamente sin ningún tipo de formación para puestos determinados. Incompetencia que defrauda el interés de una clientela seducida por el prestigio —hasta ahora— de la gastronomía segoviana. Y eso puede ser muy negativo aunque siga habiendo empresarios hosteleros ejemplares que vayan sosteniendo ese carácter positivo. Paralelamente habrá que revisar las actuales retribuciones y horarios de algunas empresas que no incentivan seguramente las demandas de empleo.
Ante la desesperación resaltada por el presidente de la Agrupación de Hostelería (a pesar del esfuerzo y el impulso hacia mejoras y procesos de superación de algunos, no puede decirse que se vislumbre una clara reversión de la situación —sino todo lo contrario— de cara al reflotamiento de sus negocios y de una disponibilidad de profesionales que los consoliden. Tal vez haya que pensar en cursos de especialización rápida en tanto se estructuran esquemas oficiales que los doten de una profesionalidad exigida.
