El deporte que mayor y más rápida proyección alcanzó en Segovia a principios del siglo XX, entre otras razones por lo arraigado que ya estaba, fue el juego de pelota que, además de introducir los frontones en Segovia, los llevó a los pueblos de la provincia, aunque imponiendo la modalidad de mano por parejas y la reducción de los tanteos.
Desde algunos círculos influyentes se abogó por la por la introducción del tiro, como podemos apreciar leyendo esta nota enviada por Mariano Bartolomé al Diario de Avisos de Segovia el 6 de septiembre de 1902: “EL TIRO NACIONAL. Pocas instituciones hay tan oportunas en su nacimiento y tan justificadas en sus fines, como la del Tiro Nacional. ¿Y por qué no ha de tener Segovia una representación, sea local o provincial de esa sociedad? ¿No habíamos de reunimos 30 socios, número indispensable para constituir una representación? Sólo falta que alguien, con autoridad moral bastante para ello, tome la iniciativa…” De momento, o no apareció ese “alguien” o no se reunieron los necesarios 30 socios pues hasta 1914 no se pudo constituir la Representación Provincial del Tiro Nacional.
Del resto de novedades, las que más calaron, sin duda por motivos económicos, fueron el excursionismo y las carreras pedestres, deportes cuya práctica no conllevaba un costo excesivo ni en instalaciones ni en equipamiento. Promocionar ambos fue el objetivo de algunos jóvenes segovianos que aparecen calificados de “distinguidos” -nosotros podemos leer “acomodados”-, cuando en 1908 se propusieron constituir una agrupación deportiva que habría de llamarse Segovia Sporting Club, para organizar excursiones y carreras pedestres de velocidad, resistencia y obstáculos. Su trabajo de presentación fue preparar una excursión “al delicioso bosque de Riofrío”, pero no debió pasar de ahí. Dos años más tarde, tras una marcha mucho más ambiciosa, Segovia-Cercedilla, por Matabueyes, Cruz de la Gallega y la Fuenfría, renació la idea, pero tampoco logró cuajar, por más que hay noticias de marchas a Siete Picos y a Peñalara realizadas por “los excursionistas segovianos” durante aquel verano.
La primera carrera pedestre que he logrado documentar se organizó en Turégano, donde el 3 de mayo de 1911 y como atracción de la Feria de la Cruz, que se celebró aquel año por primera vez, se programó una prueba de resistencia, a la que asistió como espectador el señor obispo, quien obsequió a los corredores con 50 pesetas.
Organizar actos deportivos con motivo de las festividades venía de tradición; y así siguió en lo que a las carreras pedestres se refiere ya que, cada vez que se encuentra una noticia sobre alguna celebrada en Segovia, coincide con los festejos de ferias. En las de 1915, se preparó un Festival de la cultura física que, entre otras pruebas, incluyó una carrera de obstáculos y en las de 1907, hubo una carrera de resistencia sobre la distancia de una legua (5.572 m y 70 cm), ganada por Zoilo Bermejo, que invirtió en el recorrido 21 minutos y 45 segundos.
El día 8 de septiembre de 1919, coincidiendo con un intento municipal de crear una feria de otoño, se corrieron en el Salón, lugar habitual de las mismas durante mucho tiempo, pruebas de 1.500 m lisos, 2.000 m lisos y obstáculos. Esta última era la preferida por los espectadores, pues no era como la que se corre en la actualidad sino una gymkana que podía dar lugar a situaciones cómicas que hacían las delicias del público.
A partir del último año citado, las competiciones pedestres abandonaron el Salón y empezaron a discurrir por un circuito que pasaba por la Maestranza, puerta de Madrid, puente de Valdevilla y carretera de San Ildefonso, con salida y meta en el Espolón. La participación no solía ser muy numerosa, en torno a los diez corredores, y el premio para los vencedores nunca fue alto, 75 pts en 1921 y 60 pts en 1922 y 1923.
Más altibajos vivió el ciclismo que,desaparecido el velódromo al poco tiempo de haberse dejó de practicarse hasta que el ayuntamiento volvió a incluir las carreras de bicicletas -ya no eran velocípedos-, en el programa de ferias de 1907. Se corrieron en la plazuela del Álcazar, hubo desfile de participantes, competiciones de resistencia y velocidad con 14 vueltas a la plazuela, omnium, carrera de cintas prueba de consolación; y mucho éxito, pues las sillas que se habían puesto para los espectadores se ocuparon rápidamente ya que, como dice un cronista del suceso, “por los muchos años que hacía que no se había visto en Segovia esta clase de espectáculo, reinaba gran entusiasmo”. En 1913 hubo un intento de crear una sociedad que, una vez formada, se agruparía a la Federación Ciclista Madrileña, pero no llegó a constituirse y hubieron de pasar algunos años para que las pruebas ciclistas llegaran a consolidarse a pesar de que el número de aficionados no dejaba de crecer.

Menor número de practicantes debieron tener el tenis, que podía jugarse en Baterías y en el frontón Polo, y la esgrima, aunque ésta siempre contó con un reducido grupo de entusiastas en el gimnasio fundado por José María Martínez Bernabeu y continuado por sus hijos, Pepe y Ramón Martínez Esteve. Este, magnífico esgrimista, fue el primer deportista segoviano que alcanzó un éxito de resonancia nacional al clasificarse como tercer maestro de sable de España en un torneo celebrado en San Sebastián en septiembre de 1908, con participación de los más afamados tiradores españoles, franceses y belgas.
Un deporte hacia el que la sociedad segoviana se mostró poco permeable a pesar del favor que le concedían los círculos próximos a la Academia de Artillería fue el fútbol, pues no hay noticia de que los jóvenes segovianos hubieran disputado ningún partido hasta 1913, año en que se enfrentaron dos equipos formados por muchachos encuadrados en los exploradores.
Y otro al que tampoco se prestó mucha atención por aquellos primeros años fue el esquí, aunque si de entre las estampas pintorescas y coloristas surgidas en torno al deporte tuviera que elegir una, acudiría a la sierra, a donde los segovianos no solían hacerlo. La prensa local, sin embargo, invitaba a que se subiera y daba noticias de las competiciones que allí se sucedían y del ambiente que se creaba en tomo a algunas, la Copa Quiroga, por ejemplo, cuando la nieve era abundante. Hasta mil personas y sesenta automóviles podían llegar al chalet del Club Alpino Español, donde aquellas, casi siempre jóvenes y, por tanto, amigas del bullicio, hacían cola para montar en alguno de los innumerables borriquillos que les habrían de subir a las cumbres. Había bobs y trineos y los buenos esquiadores se lanzaban por las Siete Revueltas abajo hasta llegar a la Venta de los Mosquitos, donde hacia 1914 se impuso una costumbre suiza que permitía subir, con más comodidad: atar el extremo de una cuerda al alpenstock y el otro a un caballo que tiraba del esquiador. Los segovianos, en días de nieve abundante, preferían ir en tren hasta La Losa desde donde, tras ponerse los esquíes, faldeaban la sierra siguiendo el curso de la cañada abierta a los pies de la Mujer Muerta, mientras que algunos cadetes, entre los que abundaban los apellidos catalanes, más preparados, subían a Navacerrada, donde competían con éxito en las pruebas y concursos que organizaba el Club Alpino Español.

Una iniciativa interesante fue la constitución en Segovia de un grupo de boy-scouts o exploradores, asociación que intentaba inculcar en la juventud el espíritu deportivo y el sentimiento patriótico. Su impulsor fue Alfredo Marqueríe, capitán de Artillería y convocante de una reunión que se celebró el día 3 de febrero de 1913 y de la que salió la junta directiva del Comité Provincial, formada por Francisco Alamán, presidente; Feliciano Burgos, vicepresidente; Alfredo Marqueríe, secretario; Antonio Gimeno, tesorero; Vicente Fernández Berzal y Ramón Martínez, subdirectores de sección.
Aunque los afiliados jugaban al fútbol y a otros deportes de competición, las actividades que dieron sentido al movimiento scout segoviano fueron el excursionismo y la participación en exhibiciones deportivas. Tuvo su confirmación en 1914, cuando, en el bosque de Riofrío y por iniciativa de Alfonso XIII, se organizó el Campamento Nacional de Exploradores, al que acudieron boy-souts o exploradores de varias provincias españolas, pagando una cuota de 2 pesetas por día. Entre las exhibiciones que aquellos exploradores realizaron, probablemente la más notable por las noticias que nos han llegado, fue el ya citado Festival de la Cultura Física promovido por el ayuntamiento de Segovia con motivo de las ferias del año 1915. Tuvo por escenario la plaza de toros Y en él participaron cien escolares, realizando varias tablas de gimnasia sueca bajo la dirección de Ramón Martínez.

A medida que los deportes se introducían en la vida local, iban surgiendo reacciones que nos permiten sospechar que la acogida que les dispensaban algunos ciudadanos no siempre era favorable.
Hubo protestas fundadas en el peligro que encerraban algunos y, así, en el número del Diario de Avisos correspondiente al 10 de enero de 1900 aparece una contra “el peligroso sport de la chirumba … , que debe prohibirse y castigarse”, pero no faltaron las que se hacían porque los ciclistas trataban de ejercitar sus cualidades de grimpeurs subiendo la cuesta del cementerio que, según indicaban quienes protestaban, debía ser un lugar de recogimiento y silencio ni las de quienes aceptaban mal la alteración del lenguaje cotidiano que el deporte traía consigo. Una de estas se encuentra en estos versos satíricos firmados por Talín y publicados en El Adelantado de Segovia el 10 de agosto de 1915:
… -Y dónde vas?
-Al tiro
que hay una poule superior.
Después al tennis. ¡Qué match
chiquillo! luego al foot-ball,
después juego un rato al bridge.
¿Sabes que fui ganador
en el penúltimo steeple?
¡Ah! Del concurso de golf
tengo una copa.
-Dos
-Una
-Te digo que tienes dos
y se te traba la lengua,
o que me maten si yo
comprendo el español que hablas
tú ¡que eres tan español!
Pero el deporte había irrumpido de forma imparable en los modos y modas del momento y hasta los poetas, olvidando los melancólicos jardines, elegían las canchas deportivas para sus escenografías de amor, como podemos apreciar leyendo estos versos que llevan la fecha de 1918:
… Fue la otra tarde en el skating;
los violines suspiraban
y entre el rumor de patines
apareciste tú, rubia y blanca…
… Fue la otra tarde en el skating;
los violines suspiraban.
Digamos, sin embargo, que estos detalles, con ser significativos, no deben llevamos a engaño; la práctica deportiva seguía siendo cosa de grupos muy reducidos, como puede deducirse de la lectura de un artículo que un periodista del diario La Tierra de Segovia escribía el 1 de agosto de 1919: “DE SPORT … Ahora Inglaterra y más aún los Estados Unidos, dedican cantidades enormes para el sport y celebran con gran solemnidad los juegos, premiando espléndidamente a los campeones. España parece que, siguiendo ese ejemplo, se ha dedicado (hará cosa de dos años a esta parte), con gran entusiasmo al sport, y es rara la población que no cuenta con sociedades deportivas; y aún en pueblos pequeños no faltan campos de tennis y foot-ball, pero nuestra juventud se contenta con pasarse los días de invierno en un café, jugando al dominó y al billar, respirando una atmósfera viciada. Y en los días de verano se encuentra tan satisfecha paseando por el salón o la plaza. Creo que mejor que eso sería crear una sociedad deportiva, que podría hacer un campo para foot-ball, tennis, skating…»
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(*) Del libro El deporte en Segovia. Memoria de un siglo.
