Desde que la práctica deportiva se ha ido generalizando en la sociedad, de manera lógica las lesiones también han ido en aumento. Y, de entre ellas, una de las más temida por los deportistas es la de la rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla. No sólo por el componente físico, ya que es una lesión que tras ser operada te tiene prácticamente parado alrededor de cuatro meses hasta que puedes empezar a correr, sino también por el componente psicológico una vez recuperada la articulación gracias a la intervención quirúrgica.
En Segovia no hay temporada deportiva en la que prácticamente una decena de deportistas de todas las modalidades no hayan tenido que pasar por el quirófano para ‘arreglar’ el cruzado, “y actualmente el noventa y nueve por ciento de las operaciones salen bien”, afirma José María González ‘Chema’, jugador emblemático de la Gimnástica Segoviana que ahora dirige la clínica de fisioterapia Orión, donde ha tratado lesiones de todos los colores.
“La rotura del cruzado viene producida por un gesto mínimo que basta con que hagas mal una vez para que ese ligamento se rompa”, afirma el fisioterapeuta. Y aunque es una lesión que puede producirse haciendo actividades tan cotidianas como bajar una escalera, no cabe duda que el deportista está más expuesto a ella, “porque hablamos de saltos, de giros, de choques… el cruzado es presión y torsión, y si tiene una mínima predisposición a romperse, lo hará”.
El baloncesto está siendo durante este curso el deporte más castigado por esta lesión, con siete deportistas afectados
Bien lo saben, mal que les pese, jugadores como Hugo Díaz, Alba, Laura Valle, Adrián, Marcos Tardón, Kathia Keburia o Jimena Santos. Siete deportistas a los que se les ha terminado prematuramente la presente temporada por culpa de la rotura del ligamento. En este grupo, en el que no están todos los que son, bien podría incluirse a Elisa Martínez y a Pablo López, que también tienen roto el cruzado pero solamente de manera parcial.
SIETE JUGADORES DE BALONCESTO
De los afectados por esta lesión en el curso 22/23 y reflejados unas líneas más arriba, hay un jugador de fútbol, una de fútbol sala, y siete de baloncesto. El CD Base y el Spordeporte son los clubes que más han sufrido esta campaña las roturas del cruzado, con cuatro y tres respectivamente, “y todos los años tenemos como mínimo dos lesionados de estas características”, se lamenta Rodrigo Hernando, presidente del CD Base, que este curso ha ‘doblado’ el número “y se me llevan los demonios cada vez que cae un jugador, porque sabemos que va a perder un año, o incluso más porque estos chavales no tienen los medios, ni el tiempo, que puede tener un profesional para recuperarse”.
De un tiempo a esta parte se han venido estudiando las causas por las que han aumentado las lesiones del ligamento cruzado anterior. En una entrevista concedida al diario El Mundo, el prestigioso doctor Ramón Cugat aportaba un dato demoledor, como es que estas lesiones se han disparado, “aumentando un 208 por ciento” entre las mujeres. Cierto es que la entrada de estas en el deporte de élite ha conllevado este exponencial aumento, pero no deja de ser todo un dato al que hay que buscar razones. Y no son pocas, comenzando por las diferencias a nivel anatómico, muscular y hormonal.
DÉFICIT DE LAS EDADES TEMPRANAS
Pero, por lo general, existe un cierto déficit en el trabajo psicomotriz desde edades tempranas, que lleva a que chicos y chicas comiencen a practicar deporte sin saber correr o saltar de la manera más adecuada. Hay más razones, como el peso, la superficie de contacto sobre la que se realiza la actividad deportiva, el volumen de entrenamientos realizados… “en nuestro caso,-señala Rodrigo Hernando-, creemos que influye la sobrecarga que nuestros jugadores tienen por entrenar y jugar sobre un piso tan duro, pero es cierto que no hay una clara relación causa-efecto, y es difícil probarlo”.
“Para un deportista que solo deja de competir durante tres semanas, el tener que estar cuatro meses parado es terrible”
Un giro, un choque, un salto con una caída algo distinta a lo habitual, y llega la lesión. Y tras ella la operación, y tras la operación una rehabilitación en la que la paciencia y la fortaleza mental son claves. Chema González bien lo sabe: “Cuando hablamos de un deportista que prácticamente solo deja de competir durante tres semanas al año, y como mucho ha tenido alguna lesión muscular, el tener que estar cuatro meses parado es terrible”.
«LA BATALLA DEL MIEDO ES LA MÁS DIFÍCIL»
El problema mental que surge con la rotura del cruzado llega a través de la inseguridad psicológica “que se traslada a la biomecánica, y eso es dificilísimo de recuperar”, señala Chema González. Tras una lesión de estas características el jugador cambia la forma de pisar, y este hecho provoca recaídas en forma (por ejemplo) de otro tipo de lesiones musculares por sobrecargas, “porque no solo hay que recuperar la rodilla, sino también la fuerza, la explosividad, la resistencia…” y, cuando todo ello se recupera, llega el momento de chocar, de saltar “y es ahí cuando ves que existe una parte emocional, la de vencer al miedo, que es la más complicada de ganar”.
Esa es la razón por la que el plazo de recuperación de las operaciones de cruzado se está elevando de los seis a los ocho meses, y Chema va un poco más allá, “porque los médicos suelen señalar que hasta pasado un año el jugador no vuelve a ser lo que era antes de la lesión”. Cuanto antes se pueda vencer ese miedo a una nueva rotura, antes se podrá tener aquello que se ha dado en llamar el ‘alta competitiva’, que en el deportista profesional, por aquello de la exigencia, suele llegar con bastantes meses de antelación que al amateur.
Como siempre, el trabajo de prevención de lesiones de este tipo es importante, pero no definitivo “porque estamos hablando de un ligamento que siempre tendrá una posibilidad de romperse”. Sabiendo que esa posibilidad existe, el trabajo de cuádriceps, de isquiotibiales y de gluteos formará parte importante de esta prevención.
