Pedro Montarelo, presidente de la Asociación de Amigos del Patrimonio, estima que el de los grafiti es un problema “complejo”, en el que se mezclan “arte, protesta y vandalismo”. Sobre los dos últimos aspectos, los que más le preocupan, apunta que la solución debe pasar por “educar, dar ejemplo y ofrecer más participación a los vecinos”.
A su juicio, resulta “imprescindible” educar. “Es una tarea que se debe abordar desde la familia, pero también desde los colegios y en el entorno”, explica Montarelo, consciente de que la tarea conlleva un proceso “largo” que “no lleva aparejada una solución inmediata”.
Montarelo pide también un “compromiso”, tanto de las administraciones públicas como de los ciudadanos “por el buen gusto”, para conseguir así una ciudad “limpia y cuidada”. En ese sentido, advierte que las mayores concentraciones de pintadas suelen coincidir “con las zonas de mayor abandono o de peor gusto”, algo que, a su entender, ha ocurrido en la Calle Real. “Si se tapan las puertas del Teatro Cervantes con unos paneles, da la impresión de que se está pidiendo a gritos que se ocupen con algo”, declara.
Además, Montarelo pide “dar mayor participación” a los vecinos para buscar una solución al problema de los grafiti. En ese apartado, Montarelo valora las campañas realizadas por su asociación para sensibilizar del valor del patrimonio.
En cuanto a actuaciones inmediatas, insiste en la aplicación en los muros de tratamientos antigrafiti para evitar las pintadas. “También se necesita una vigilancia adecuada y una sanción adecuada”, agrega Montarelo.
“Se rompe el hechizo de una ciudad como Segovia”
Gary Beals, americano afincado en Segovia hace seis años, posee una empresa (Fortaleza S.L.) especializada en recreaciones medievales, que utiliza de forma habitual el casco histórico de Segovia. “Cuando tengo un grupo y vamos paseando por Segovia, una ciudad que parece medieval, y de repente aparece un grafiti, se rompe todo el hechizo del escenario”, dice. Por ello, ha decidido emprender una batalla contra los grafiti. “Mi forma de contribuir a la comunidad es denunciando esta situación”, explica.
Cree que una de las medidas a adoptar sería eliminar “rápidamente” las pintadas que se hagan. “Sería como decir: ¡Oye chico, aquí tú no tienes poder; si vuelves a pintar, lo volveremos a quitar!”.
Este americano también solicita que se establezcan multas “serias” y que, en caso de que los autores de las pintadas no puedan pagarlas, sean sus padres quienes asuman el desembolso. Por último, pide controlar en los comercios la venta de aerosoles a menores de edad.
