Quizá por su nombre no la conozcan, pero por su obra sin duda sí. “Vecina de este mundo por un rato…” como canta la canción Coincidir, Elena Fortún nos dejó una huella emocional y literaria indeleble, y este pasado viernes 10 de marzo ha sido María Victoria Sotomayor, vecina de esta ciudad de Segovia, quien nos ha conducido por la historia de Encarnación Aragoneses a través de “…tantos mundos y tanto espacio…”.
Aquella mujer, que vivió una infancia solitaria debido a su precaria salud, se convirtió en una soñadora nata capaz de crear un mundo paralelo a su existencia adulta, reflejo de la realidad vista a través de los pequeños ojos y la enorme inocencia de sus protagonistas.
Celia y Cuchifritín llevaron a Encarnación Aragoneses, cogida de la mano de Elena Fortún, de Madrid a Buenos Aires, pasando previas largas temporadas veraniegas en Segovia, un par de años en Tenerife y una corta temporada en Nueva York en el camino de vuelta a su patria. En cada uno de estos sitios y momentos, Celia y Cuchifritín sacaron de Encarnación Aragoneses a Elena Fortún a pasear con lectores niños, jóvenes y adultos, y hoy todavía tenemos su recuerdo como parte de nuestro bagaje existencial.
Y el relato autobiográfico de Encarnación comienza con la serie “El mundo de Celia”, en 1929, con la aparición de breves historias publicadas en el suplemento “Gente Menuda” de la revista Blanco y Negro, aventuras infantiles que tocan a su fin con Celia y sus amigos, donde la mezcla de sentimientos de opresión y felicidad van hilvanando la personalidad de Celia para permitirle dejar atrás la niñez y enfrentarse con determinación a la madurez.
La etapa de la guerra civil, repleta de soledad, miedo y penurias, aparece en Celia en la revolución que, aunque escrito en Argentina, no vio la luz hasta 35 años después de la muerte de la autora. En esta obra Celia nos recrea con asombrosa nitidez el sonido de las bombas al caer tan cerca; el miedo a perder a sus hermanas, que habían sido enviadas a Valencia para su seguridad; y las denigrantes condiciones de vida que tuvo que soportar durante los años de guerra; para, finalmente, en la última página decirnos adiós desde la cubierta del barco que la llevaría desde Valencia a Francia, para dejar atrás un país destrozado por la guerra y poder reencontrarse, por fin, con su familia.
El exilio de Encarnación Aragoneses nos lo cuenta Celia institutriz en América, cuando una joven, ya adulta, vive exiliada en Argentina. Yunga, Beba y Walter reciben la educación que ella no pudo tener en España debido a la guerra: el amor por el estudio, la lectura, la conversación, la naturaleza, el respeto y la igualdad de género (tan de moda hoy en día). Este libro, obviamente, estuvo prohibido por la censura franquista.
La obra de Elena Fortún no se limitó a Celia y siempre mantuvo un compromiso con la sinceridad, la verdad y el respeto. Cabe citar aquí Oculto sendero, testamento literario de nuestra anfitriona, que firmó con el pseudónimo de Rosa María Castaños, donde sale el adulto que hay en Encarnación para mostrarnos su camino en la búsqueda de la realización intelectual y artística. Este libro fue publicado en 2016.
La madurez de la que siempre hizo gala bajo el antifaz carnavalesco de los niños, permitió a Elena Fortún hacerse un nombre que hasta el día de hoy nos da lecciones de sencillez vital.
Como siempre, el vaso puede verse medio lleno o medio vacío, y yo tiendo a la primera opción. Así, creo que el obligado exilio de Encarnación Aragoneses sacó lo mejor de Elena Fortún y nos regaló una visión inocente y limpia, una lectura desprovista de rencores y unos deliciosos ratos de sonrisas ajenos a la tragedia social de este su país.
Y así, segovianos, desde san Quirce, cada viernes hasta el 12 de mayo, la historia y sus historias nos hacen, al final, “…coincidir”.
María Victoria Sotomayor, gracias, muchas gracias porque tú que has caminado por los mismos rincones de Segovia que Encarnación Aragoneses, el viernes nos llevaste por la senda de Elena Fortún. Gracias.
Soy vecino de este mundo por un rato
y hoy coincide que también tú estás aquí
coincidencias tan extrañas de la vida
tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio…
y coincidir
(Alberto Escobar. México, 1949-2019)
