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La primavera besa a los gabarreros

por Arancha G. Herranz
14 de marzo de 2023
en Tribuna
ARANCHA G. HERRANZ EL ESPI
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Ya no queda nada para inaugurar oficialmente la próxima primavera.

Y como si el pregón de la fiesta de los gabarreros espinariegos advirtiera de que ya el invierno tiene poco que decir, al menos con toda la seriedad y magnitud con la que acostumbra a comportarse en estas latitudes, un marzo cimbreante entre ráfagas de distinta índole y un termómetro al que le cuesta estabilizarse y hacer notar que el campo se va desperezando poco a poco, abandonando la estación fría que ya hizo su función.

La primavera besaba / suavemente la arboleda, / y el verde nuevo brotaba / como una verde humareda Hoy, en mitad de la vida, / me he parado a meditar… / ¡Juventud nunca vivida, / quién te volviera a soñar! (Antonio Machado).

Una vuelta a la vida si cabe más anhelada que nunca, tras los años de pandemia, que a todos nos hacían soñar con otra primavera. Los pájaros cantando y ese tímido sol que se va abriendo paso entre las copas de los pinos y los piornos que van decorando la escena, despertando a los habitantes del bosque de su profundo letargo. El sonido del agua que va aumentando su protagonismo con el deshielo de la nieve de peñas y peñascos, baja desafiante y decidida por los lugares de siempre, como la vida cuando se abre camino con ganas de empezar.

Y regresamos después del largo invierno, con alguna gripe más a las espaldas, las sienes plateadas y unos ojos que se inundan mirando hacia la Mujer Muerta, y Cueva Valiente, recordando otros tiempos, en los que al igual que ahora asistíamos al resurgir de ese valle acurrucado entre sábanas verdes y blancas. Volvemos a presenciar el bullicio de antaño, el campo vuelve a florecer, con toda su algarabía propia de la primavera serrana que hace de nuevo su aparición, abriendo puertas y ventanas, inundando de luz cuantas estancias coloniza el alma cuando ha recorrido una buena parte del camino.

Un pueblo volcado en su fiesta gabarrera que en este 2023 se presumía más especial que otras ediciones anteriores, aguardábamos impaciente por celebrar, tras dos años de parón, su singular homenaje a un oficio extinguido, pero que sigue siendo la seña de identidad de las gentes que vivieron y viven del monte, afanados en poner en valor no sólo unas jornadas con algo de historia y tradición sino dotando a este encuentro, que tiene lugar a las puertas de la primavera, de una proyección y un significado muy profundos que hemos de procurar conozcan las generaciones venideras.

Un fin de semana de mediados del mes de marzo que ha sido generoso, en palabras de los propios espinariegos, “nos ha hecho un día precioso” en el que muchos sintieron no sólo la emoción al escuchar y bailar la jota gabarrera de El Espinar sino al imaginar a aquellos que la estarían escuchando y bailando allí donde estén. Un cielo azul y una mirada al pasado, que nos hace libres, y mejores supervivientes al promover que este sea un legado que dejen en herencia los que ya son parte de la historia de un pueblo segoviano arropado por los pinares de La Garganta del Río Moros que tanta madera suministraron en diferentes épocas para la construcción de retablos tan importantes como el del Monasterio de El Escorial por Juan de Herrera, que en contraprestación diseñó la iglesia de San Eutropio de El Espinar, en su reconstrucción renacentista.

Un entorno maderero y espacio de pinares que ya aparecía en los registros históricos del municipio allá por el 1539, cuando Carlos I ratificaba que el pinar de La Garganta pertenecía al Concejo de El Espinar o cuando Felipe IV lo hipotecaba junto con Aguas Vertientes, la mitad de La Cepeda, Dehesa Mayor cerca del Portillo y Prados para conseguir el privilegio de Villa y su separación de la ciudad de Segovia en 1626.

Es la gabarrería un buen ejemplo de resiliencia, obligada adaptación a situaciones adversas, con el ímpetu, desafío y decisión que reside en los hombres del monte al trepar por sus pinos infinitos. Un monte que nos define, y que nos devuelve a los orígenes, para mirar, aunque sea de soslayo, y convertirnos en Gabarreros, al menos, una vez al año.

La primavera ha venido / nadie sabe cómo ha sido. / Ha despertado la rama, / el almendro ha florecido. / En el campo se escuchaba / el gri-gri del grillo. / la primavera ha venido / nadie sabe cómo ha sido. (Antonio Machado).

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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