Ya sea mutando la figura del ‘nueve’ prototipo en favor de Messi, o bien superando la irremediable dependencia hacia Cristiano Ronaldo tras su traspaso al Madrid, tanto Pep Guardiola como Alex Ferguson han sabido recomponer sus equipos para volver de nuevo a la cima del fútbol en Wembley.
Fue en Roma, hace dos años, cuando se vieron las caras por última vez. Aquella final, en la que el bloque inglés sucumbió ante el cuadro azulgrana, encumbró la idea del fútbol basada en el juego asociativo que Guardiola había heredado del holandés Johan Cruyff.
Frente a ellos, Cristiano Ronaldo era la viva imagen de la impotencia de un conjunto que poco pudo hacer frente a la tormenta de juego liderada por Xavi.
El blanco de la segunda equipación con la que el United jugó aquella final quizá fue una premonición del destino que le llegaría a Ronaldo tras aquel verano, al recalar en el Santiago Bernabéu. Un nuevo rumbo para él, pero también para su entrenador y sus compañeros, que debían aprender a mirar más allá del luso.
Y mientras Ferguson recompuso la plantilla por obligación, Guardiola lo hizo por sensaciones. Lejos de mantener el ‘status quo’, el técnico ‘culé’ decidió actualizar aquel sistema programado para devastar récords, prescindiendo de Samuel Eto’o, vestigio incómodo del Barça de Ronaldinho.
Ibrahimovic fue el elegido para dar a luz una nueva concepción del delantero, que se erigiera en una especie de Xavi adelantado, un ‘nueve’ que no se limitara a empujar el balón al fondo de la red, sino que se alzara como una alternativa más del juego de toque.
Sin embargo, el de Santpedor no supo encontrar el ‘feeling’ para comprender el controvertido carácter del sueco, quien poco hizo por amoldarse a un equipo en el que era una pieza más del engranaje al servicio del bien común.
Mientras tanto, mucho peor le iban las cosas a Ferguson. Si duro fue perder la final de Roma, más aún resultó la eliminación en cuartos de final de la siguiente edición a manos del Bayern de Múnich.
Para este ‘Sir’ de la corona británica, un ganador también conocido por su mal genio y los problemas con algunas de sus estrellas como Beckham y que llegó a tirar unos calzoncillos a la cara de uno de sus jugadores, ni siquiera la Carling Cup, el único título de la temporada, sirvió como alivio.
Un equipo solidario
Y como si de un entrenador novel se tratara, a sus 69 años, 25 de ellos al frente del banquillo del United, ha logrado rehacer un conjunto que ahora es un bloque solidario y entregado a su causa.
Cristiano y Tévez han dado paso a ‘Chicharito’ y al ecuatoriano Antonio Valencia. Por su parte, Nani y Rooney se han liberado con la marcha del portugués, y el incombustible Ryan Giggs se ha convertido en el mejor intérprete de la nueva ciencia del escocés.
Y si el fracaso del United le sirvió para corregirse y volver a lo más alto, lo mismo le ocurrió al Barcelona tras la decepcionante eliminación ante el Inter. Aquella dolorosa derrota supuso el renacimiento del auténtico Ave Fénix del imaginario guardiolista.
Con Zlatan Ibrahimovic lejos del Camp Nou y Leo Messi cada vez más cerca de su tercera Champions, Guardiola asegura que «envejecer se lleva mejor al lado de estos jugadores».
Y es que, ahora sí, y a diferencia de aquella novela de Gabriel García Márquez en la que un militar envejecía sentado en el sillón de su casa tras perder la guerra, Pep y Ferguson han demostrado tener distintos caminos, pero una misma premisa: cambiar para volver a triunfar. Por eso, pase lo que pase este sábado en Wembley, estos coroneles seguirán teniendo quien les quiera.
