Los orígenes del deporte reglado en Castilla se hundían en la noche de los tiempos, sin apenas archivos que pudieran arrojar algo de luz acerca del nacimiento de la actividad deportiva en el centro de España. Por ello la tesis doctoral que el madrileño de raíces cuellaranas Íker Ibarrondo-Merino realizó en la Universidad Politécnica de Madrid, convertido en libro a través de la Universidad de Salamanca, ha venido a arrojar algo de luz datando en la primera década del siglo XX la aparición del deporte reglado en Segovia, en un trabajo de siete años en los que la investigación se ha apoyado “en archivos históricos provinciales, prensa histórica del momento y las pocas fuentes orales que todavía que todavía quedan”, señala el autor.
En sus ‘Memorias del deporte obrero castellano. Castilla ante la Olimpiada Popular de Barcelona de 1936: Cantabria, Castilla y León, Castilla-La Mancha, La Rioja y Madrid’, Ibarrondo no sólo desgrana la participación de Castilla en unos Juegos Olímpicos paralelos a los organizados por la Alemania de Hitler en 1936, sino que también se retrotrae a los orígenes del deporte en Castilla “que en aquel tiempo estaría conformado históricamente por las provincias de Castilla y León, Castilla La Mancha, Rioja, Madrid y Cantabria”.
Más allá de “actividades físicas premodernas” como las denomina Ibarrondo, entre en las que se puede incluir la pelota, el deporte reglado en Castilla “emerge desde la villa más populosa castellana del momento, como era Madrid, y desde ahí se va desarrollando hacia el resto de provincias limítrofes como Segovia o Burgos, pero también Salamanca, Ciudad Real o Toledo”. Y a Segovia llega en el primer decenio de 1900, “en una etapa que es la de asentamiento del deporte que se empieza a expandir al ámbito rural. Ahí surge un equipo futbolístico como el Cultural de Cuéllar. Posteriormente llega el Club Deportivo Socialista que surge en esa época a través de una vinculación sociopolítica del deporte. Y tenemos un conjunto en Segovia capital, que viste de morado aludiendo a esa tradición comunera de Castilla”.
AGAPITO MARAZUELA
Uno de los aspectos más relevantes de la investigación de Íker Ibarrondo-Merino aparece con la participación de Segovia en la ‘Olimpiada Popular Antifascista’ de 1936 que surgió en respuesta a los Juegos Olímpicos de Berlín, y en la que Castilla tomó parte no sólo con deportistas, puesto que también se organizó una muestra cultural.
De hacer la selección de esa muestra cultural se encargó Agapito Marazuela, “que de la provincia de Segovia se llevó a los danzantes de Abades, que estuvieron acompañados de Paulino Gómez, conocido como ‘Tocino’, dulzainero también de la provincia. Ellos hicieron una parte de la representación cultural de Castilla en la Olimpiada. Aparte de esto, Agapito también participó en la misma tocando algunas de sus piezas más relevantes”.
En esa Olimpiada, que sufrió un cambio en su nomenclatura, y pasó a llamarse Semana Popular del Deporte y del Folclore de Barcelona, Segovia fue parte relevante a través de Marazuela, “y posiblemente en cualquier otro territorio una figura como la de Agapito con una participación tan significativa en un evento de estas características hubiera sido conocida, pero aquí no le hemos dado esa importancia” finaliza el autor.
