El pasado fin de semana publicó Javier Martín en esta misma sección un artículo sobre los presupuestos del Instituto Municipal de Deportes en el que aportaba una información demoledora: el paupérrimo presupuesto que manejó en el año 2022, inferior a 1,6 millones de euros (casi 125.000 euros menos de lo que se gestionaba en 2011), supone un incremento del 0,06% con respecto al año anterior, cuando la inflación cerró en ese mismo período en un 5,7%. Por tanto, mayor empobrecimiento y carencia de recursos para el IMD que, me imagino, se traduce en una mayor presión para sus trabajadores al tener que atender con menos recursos, al menos, las mismas necesidades de sus usuarios.
Teniendo en cuenta -salta a la vista- que el IMD no es una prioridad entre los decisores de la agenda deportiva de nuestra ciudad, quizás el propio organismo deba convertirse, más allá de ser un gestor de subvenciones y coordinador de infraestructuras, en el dinamizador de la industria del deporte en nuestra ciudad.
En este sentido, leí también que en colaboración con el Consejo Superior de Deportes se convocaron unas charlas a empresarios para informar de las ventajas del patrocinio y del mecenazgo. Sin duda, la propuesta camina en la dirección correcta, pero no es, ni mucho menos, suficiente ya que los empresarios, más allá de acceder a ventajas fiscales, sobre todo están interesados en el crecimiento y el desarrollo de su negocio.
Crear una estrategia para atender a esta necesidad de las empresas provocaría un nuevo ecosistema en que empresas, clubes y el propio organismo se verían beneficiados en la mejora y desarrollo de sus respectivas actividades. El asunto no es sencillo, pero creo que merecería la pena intentarlo y ponerse manos a la obra.
