Un vendaval de juego y goles. Un festival de fútbol ofensivo, triangulaciones imposibles y combinaciones al primer toque. El campeón irrumpió en la Liga a lo grande. Dando un baño en toda regla al Villarreal, un rival de Champions, un equipo que tradicionalmente le había creado muchos problemas en el Camp Nou.
Guardiola debió pensar que la solución a las cinco bajas que tenía en defensa era mucho más simple de lo que la gente esperaba: jugar con un zaguero menos. A lo Johan Cruyff, armó un once con solo tres hombres atrás, dos marcadores, Mascherano y Abidal, y un líbero, Busquets, y un rombo en la medular.
El Barça neutralizó el riesgo que suponía dejar tanto espacio detrás con una presión asfixiante en el campo del rival. Robar rápido y tocar, robar rápido y tocar. Todo a velocidad de vértigo.
Ni Borja ni Cani la olieron. Eso provocó que Nilmar y Rossi tuvieran que buscarse la vida. El brasileño naufragó en el intento; el italiano ansioso por demostrar que Guardiola se equivocó apostando por Alexis y no por él , aún protagonizó un par de acciones de mérito que inquietaron algo a Valdés.
Los tímidos intentos de un voluntarioso Rossi fue todo el bagaje visitante en este primer tiempo. Del Barça más, muchísimo más. Un remate de Alexis, un cabezazo al larguero de Busquets, un tiro de Messi que Diego López desvió a córner…
Eso y dos goles. El primero, un disparo cruzado de Thiago desde la frontal a los 25 minutos. El segundo, propiciado por la enésima llegada de Cesc desde la segunda línea y el enésimo intento de Messi, esta vez no frustrado, de conectar con el de Arenys.
El ‘solo’ del Barcelona se acentúo aún más tras la reanudación. Otras dos dianas en los primeros cinco minutos finiquitaron el duelo, si no lo estaba ya. El tercero de Thiago para Alexis, el cuarto de Iniesta para Messi. En ambos, el pasador dejó, con precisión milimétrica, solo al goleador, que definióante un Diego López vendido.
La capacidad de los jugadores azulgranas para medir los tiempos y ocupar los espacios, por combinar entre líneas, por llegar en lugar de estar, destrozaba una y otra vez al equipo de Garrido.
A falta de 40 minutos para el final, el técnico del Villarreal ya había entregado el partido, sentando a Borja Valero, Cani y Nilmar, tres hombres básicos en su esquema de juego.
En cualquier momento podía caer el quinto, y cayó a la media hora, con una triangulación entre Messi y Thiago que finalizó el argentino. Para entonces Xavi y Villa, que habían entrado en el campo como jugadores de ‘refresco’ -un lujo que solo puede permitirse el campeón de Europa-, se habían unido a la fiesta.
El primer y único tiro del Villarreal entre los tres palos llegó en el minuto 86 por mediación, cómo no de Rossi, pero se encontró con la manopla de un atento Valdés.
Al final, el Barcelona, ‘picado’ en su orgullo buscó el sexto para empatar en el liderato con el Real Madrid. Pero no hacía falta un tanto más para demostrar que el campeón ha vuelto.
