Israel continúa con su particular venganza por la decisión de la ONU, el pasado jueves, de reconocer a Palestina como Estado observador no miembro del organismo. Ya entonces anunció que adelantaba la edificación de 3.000 viviendas en Cisjordania, prevista para 2013, en respuesta a lo que consideró un «ataque antisemita». Ayer, la comunidad internacional, encabezada por las principales potencias europeas, instó al Ejecutivo de Benjamin Netanyahu a paralizar la construcción de dichos asentamientos, que pueden poner en peligro el proceso de paz en Oriente Próximo, una reclamación que desde Tel Aviv desoyeron.
Ante tal situación, Francia, el Reino Unido, España y Alemania, entre otros países de la UE, convocaron a los embajadores judíos a consultas, para, no solo mostrarles su rechazo a su política de ocupación, sino también para exigir que se ponga freno a la misma.
Es más, desde Londres, incluso, sopesaban al cierre de esta edición, retirar a su delegación diplomática en Israel si las discusiones en esta materia no terminaban en buen puerto, ya que la edificación «amenaza la viabilidad de una solución de dos Estados».
Ante estas críticas, Netanyahu aseveró que no tiene intención de dar marcha atrás en su proyecto. «Israel continuará defendiendo sus intereses vitales, incluso frente a la presión internacional, y no habrá cambios en la decisión que se ha adoptado», indicó.
Esta postura provocó protestas, incluso, entre sus socios tradicionales, como Alemania. Así, Angela Merkel exigió a Tel Aviv a que renuncie a su plan, porque «socava la confianza en su disposición a negociar en el proceso de paz de Oriente Próximo».
El asunto será tratado durante el encuentro que ambos dirigentes mantendrán mañana en Berlín.
En España, el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, señaló que Israel ha hecho «exactamente dos cosas que la Unión Europea le pidió que no hiciera» y, según agregó «ha cometido una enorme torpeza».
Rusia también instó a Netanyahu a frenar su proyecto. «Los planes de la parte israelí se observan con una seria preocupación en Moscú», informaron fuentes del Departamento de Exteriores, que también acusaron al Ejecutivo judío de empeorar la «ya de por sí grave situación humanitaria» que se vive en los territorios palestinos.
Incluso Estados Unidos, el principal socio de Israel, criticó el pasado viernes la decisión. La secretaria de Estado Hillary Clinton aseguró que «estas actividades entorpecen una paz negociada».
