Dado que en el siglo XIX –por citar uno a ‘boleo’-, la televisión –ni tan siquiera en negro y blanco-, había llegado, el cine andaba en mantillas y los ‘saraos’ no es que se multiplicaran… las gentes organizaban su tiempo libre a través de liceos, casinos, grupos de teatro aficionado-familiar y música de baile llegada a través del manubrio… Era la ‘otra’ forma de pasar el rato.
Segovia no fue diferente en esos términos. Unos pocos años antes de llegar al ecuador de 1850 nace el Liceo, (el nombre proviene del fundado por Aristóteles en la Antigua Atenas), que sería posteriormente el germen del actual Casino de la Unión. La asociación más longeva y puede que única en activo de cuantas se iniciaron en la ciudad. Esta contaba en 1908 (tenía ya alrededor de medio siglo) con 100 socios fundadores, 50 de número y 112 ‘accidentales’.
Mas, y sin quitar méritos a otras de las que funcionaron en la capital de la provincia en los últimos años del 1800 y primer cuarto de 1900, dejo constancia en datos del Casino ‘La Peña’, del que ‘impresiona la retahíla’ de los componentes del mismo.
Su nacimiento tiene la fecha de 10 de diciembre de 1890. Sus impulsores fueron, como sucedió en la creación del referido Liceo, militares ‘abierto también a la parte más valiosa de la población’. Así, la junta constitutiva tuvo en la presidencia a Juan Becerril y Blanco, teniente coronel de infantería y coronel de artillería, ‘compaginando’ su profesión con la de Presidente de la Junta Provincial de Beneficencia, miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País y profesor de dibujo.
Junto a él estrenaron la ‘mesa camilla’, Martín Lomá, Fernando Castro, Juan Castillo Portugal, Francisco Bohorques, Luis Figuerola-Ferreti, José López de Ceraín, Antonio Florez y Tomás Álvarez Braña. Era la primera vez que ‘pisaban’ el salón ubicado en el nº 32 de la Plaza Mayor; lugar donde, con anterioridad, había disfrutado de él los componentes del Círculo de Recreo. Propiedad, por cierto, de Bernardo Manzanares, que también regentaba el café que llevaba su apellido.
Un mes después de la ‘constituyente’ se abren las puertas de la sede. La inauguración fue todo un acontecimiento social, consecuencia de los 230 socios fundadores. La primera junta directiva que aprueba el Reglamento del Casino, acogiéndose a la Ley de Asociaciones de 1887, está formada por Juan Becerril, presidente, Juan de Contreras, Marqués de Lozoya y Eusebio Sanz, vicepresidentes, junto al secretario Juan Sirvent.
De entre el amplio abanico de su articulado destacamos los siguientes:
-Todos los trabajadores (dependientes) de la Sociedad han de haber servido al Estado’.
‘A todos los efectos se suprimen las propinas.’
‘La cuota mensual será de 5 pesetas’.
‘Teniendo necesidad de cubrir los primeros gastos, se crearán acciones de 10 pesetas reintegrables, con devengo del 4% anual, limitándose a cinco el máximo de acciones por socio’.
De las acciones respondía la entidad con ‘el mobiliario del Casino’.
Como muestra de la gran acogida que entre la ‘parte alta’ de la sociedad segoviana tuvo, les pongo ‘sobre la ficticia mesa’, algunos de los nombres que se unieron a la nueva ‘causa’:
Rafael Breñosa, Gregorio Bernabé Pedrazuela, Arturo Corsí, Eduardo Burgos, Julián Barrios, Fernando Carral, Carlos de Lecea, Francisco José de Cáceres, Francisco Cabello, Joaquín de Castellarnau, Juan Catáneo, Lope de la Calle, Manuel Entero, Vicente Fernández Berzal, Fernando Latorre, Manuel López de la Cámara, Mariano Lanchares, Tomás Mascaró, Martín Higuera, Ildefonso Moreno, Hipólito Mompím, Federico de Orduña, Silverio de Ochoa, F. Pérez Castrobeza, Valentín Sánchez de Toledo, Mariano Sáez, Mariano de la Torre Agero, Juan Vera, Pedro Zúñiga…
Como actividad ‘extraescolar’ la entidad publicó, junio de 1891, un ‘compendio geográfico histórico para repartir entre los niños necesitados’. Dado el elenco de componentes de la entidad, entre los que había grandes literatos, resultó brillante la publicación.
Entre los que escribieron estaba la firma de Vicente Fernández Berzal, posteriormente redactor jefe en El Adelantado, primer presidente de la Asociación Segoviana de Escritores (después de la prensa) y reconocido poeta. Permítanme que, a través de esta loa dedicada a nuestro primer monumento, muestra de ello deje:
Ante el Acueducto
‘A ti, que supiste fuerte en dura liza triunfar, del tumulto popular y del rigor de la suerte;
A ti, pues, que a conmoverte nunca los vientos llegaron, a cuyos pies se agitaron llenos de coraje y fieros los briosos comuneros que en Villalar pelearon;
A ti, que llevas escrito para perpetua memoria, el libro de nuestra historia en tu armazón de granito.
A ti, el emblema bendito, que eres en la patria mía la joya de más valía con la que Segovia, ufana, sus pendones engalana y sus ejércitos guía.
Hoy te vengo a aquí a cantar, y perdona si es mi anhelo, pobre ave de tardo vuelo, pretendo hasta ti llegar.
Ya se yo que no he de hallar, para tormento mayor, el acento vibrador digno de obra tan gigante y que es audaz que te cante tan oscuro trovador…
¡Mal pudiera enmudecer un corazón segoviano ante el genio soberano que te prestó forma y ser!
¡Siempre te quisiera ver como ahora…Tu doble arcada vagamente iluminada por la luna misteriosa…!
¡La lámpara más hermosa para tan rica portada!’
Segovia 20 de junio de 1891
