Aquí no encontrarás pinturas de valor, ni diseños de escultores de renombre… ni siquiera las últimas tendencias en el mundo del arte. Lo que sí podrás ver una vez atravieses las puertas de este local es el buen hacer de Roberto y Ángel, dos amigos de toda la vida que decidieron embarcarse en una aventura que acaba de cumplir su mayoría de edad hace apenas dos meses.
Profesionales del mundo de la hostelería desde que eran muy jóvenes, abrieron las puertas de El Museo en Riaza el 2 de diciembre de 2004. Desde entonces, no han parado. Recuerdo que esos días era puente, y nos desbordó el trabajo, dice Roberto. “Los primeros dos años fueron una auténtica locura: el local estaba lleno todos los fines de semana, incluso a diario salía mucha gente. La primera Nochevieja que abrimos fue tal el volumen de trabajo que tuvimos que echar mano de nuestros amigos; la gente vino al día siguiente a pagarnos las consumiciones porque no dábamos abasto”, narra a modo de anécdota.
Al principio no establecimos un horario, porque queríamos que fueran los clientes quienes decidieran. El problema fue que trabajábamos muy bien a cualquier hora. Además, era una época en la que tampoco había mucha oferta en el pueblo, sobre todo a nivel nocturno. Ahora sí que existen otras alternativas, afirma Ángel, quien ve que la competencia no tiene por qué ser un problema. Al contrario, cuantos más sitios haya para que la gente disfrute de su tiempo libre es mejor. Aquí hay trabajo para todos.
La amplia carta de bebidas de todo tipo, un trato amigable y cercano con todas las personas que llegan hasta aquí y la decoración, cálida y elegante, digna de los mejores locales de la gran urbe, han logrado convertir a El Museo en un lugar de referencia para todos los públicos, desde los más jóvenes que buscan divertirse en su tiempo de ocio hasta el sector más maduro de la población, pasando por aquellos que buscan la tranquilidad de disfrutar de un buen vermú a mediodía o un gin tonic en las tardes de verano en la terraza. Y no solo eso: Ángel y Roberto dinamizan como pocos la vida social de Riaza y sus alrededores con sus fiestas temáticas, a pesar del trabajo que lleva, pero como ellos dicen, va con su carácter. No en vano el evento que organizan el sábado de fiestas es un éxito desde el primer año y va en aumento. Magos, monologuistas, música en directo o los carnavales y Halloween son ya un clásico que han conseguido implicar a la gente y, por qué no decirlo, aumentar el fondo de armario de disfraces a más de uno.
Reconocen que la pandemia les ha supuesto un antes y un después a la hora de gestionar el negocio y afrontar su futuro. Nos ha venido bien a nivel empresarial, a pesar de las dificultades que sacudió especialmente al mundo de la hostelería, porque nos ha hecho dar una vuelta a todo y analizar nuestros puntos fuertes, afirman. Una de las cosas que no nos hizo tirar la toalla fue el darnos cuenta de lo que este negocio significa para nosotros y, sobre todo, el apoyo incondicional de nuestros clientes que en los peores momentos no dejaron de venir a tomarse un café o una caña a pesar del frío y tener que estar en la calle. Nuestro éxito se lo debemos sobre todo a ellos y a todas las personas que han trabajado con nosotros, que han sido muchas a lo largo de estos dieciocho años y que siguen siendo parte de esta familia.
