En esto decido yo

En el fútbol, como en otros deportes, siempre se dan casos que son dignos de mención. Bien es cierto que al futbol le ha salido una enfermedad que es difícil de controlar, y es la del intermediario, mánager o agente de jugadores, que se extiende por todo el mundo.
Desde las más cortas edades, los jugadores, hoy también jugadoras, son controlados, estudiados y analizados por las redes de estos negociantes para, llegado el momento, extender sus tentáculos y hacerse con la presa. Consiguen embaucar y ganarse la confianza del padre o tutor de los jugadores, y comienzan el trabajo de compra, venta y tantos porcientos, estableciendo el contacto con los clubes.
Hay veces que el trato a realizar no les sale bien, porque el jugador también pone condiciones. Un ejemplo del buen hacer lo tuvo el jugador Azpilicueta, jugador que fuera del Osasuna, Marsella y actualmente en el Chelsea inglés, además de integrante de la Selección Española. Pretendido por el Barça, rechazó el fichaje, dejando de lado a su agente por seguir en el equipo que estaba.
“Jamás haría algo en contra de mi personalidad, la familia es lo primero”, avisó al firmar. “Mis hijos han nacido en Londres, hablan mejor el inglés que el español. Lo que no podía hacer, era irme de las formas que no quería.” El dinero que le ofrecieron era para quitar el sueño.
Azpilicueta está jugando en un club donde se habían tenido que pagar hasta los viajes, y sin saber quién cogería el mismo. Llegaron nuevos dueños, mostraron ganas de contar con él, y allí sigue.