Las “luminarias” de la pequeña localidad abulense de San Bartolomé de Pinares (581 habitantes) han retomado su esplendor tras la pandemia, con el fuego, los animales equinos y el humo purificador como protagonistas de una jornada desapacible de invierno abulense.
Pese a la meteorología y el hecho de que esta tradición haya tenido lugar un lunes, cientos de personas han vuelto a reunirse en torno a la magia de unas “luminarias” que han recuperado la normalidad y han vuelto al ritual de siempre. El desarrollo se ha visto marcado por las fuertes rachas de viento que han convertido las calles de la localidad en un callejón sin salida en el que era imposible ver, no solo a quienes estaban más próximos, sino también el paso de los caballos, que en ocasiones ha resultado peligroso debido a la falta de visibilidad.
Esta costumbre que forma parte de las raíces de este pueblo, se adelanta unas horas a la celebración de San Antonio Abad, patrón de los animales, que junto al humo y al fuego, han vuelto a protagonizar una noche repleta de imágenes espectaculares e imborrables para quienes las contemplan por primera vez.
Junto a los vecinos del pueblo, cientos de personas procedentes de otras partes de España y de diferentes países, han contemplado, entre la admiración y la sorpresa, el paso de los más de 100 caballos y burros por la veintena de hogueras repartidas por las empinadas calles de esta localidad situada a unos 27 kilómetros al este de la capital abulense.
En una especie de improvisada procesión, y mientras los ‘bartolos’ han ido arrojando a las hogueras los piornos y ramos recogidos durante el fin de semana, los jinetes han dado varias vueltas al pueblo a lomos de sus monturas, hasta que todo el material recogido de los montes cercanos se ha ido agotando. Mientras tanto, San Bartolomé de Pinares se ha sumergido en una espesa nube de humo purificador, que podía ser vista a kilómetros de distancia, dando así sentido al origen de una fiesta que pretendía ahuyentar a los malos espíritus, protegiendo a los animales de las epidemias que antaño asolaban estas tierras.
La tradición se ha repetido este lunes en este municipio que lleva tatuada a fuego una de las costumbres más icónicas de la provincia de Ávila, al mismo tiempo que polémica por el trato a los animales, tal y como denuncian los colectivos animalistas, que rechazan el hecho de que caballos y burros tengan que atravesar las grandes hogueras. Ello ha hecho que, año tras año, desde el Ayuntamiento se emita un bando con recomendaciones, tanto al público para que no haya accidentes, como a los jinetes, para que pasen junto a las hogueras y sea el humo el que purifique a sus monturas, sin necesidad atravesar las llamas.
