‘Procesos’. El de Pachuca Sotomayor (Bilbao, 1962) es el de una artista autodidacta que desde hace diez años se dedica de manera profesional a la pintura, investigando y experimentando constantemente nuevas técnicas pictóricas. En 2018, con motivo de una exposición en La Alhóndiga, que también denominó ‘Procesos’ contaba, sobre el nombre, que sus cuadros son “muy matéricos” y para ello utiliza arenas de todo el mundo, que hace traer a sus amigos viajeros: de un desierto, de Sudamérica, de Asia, de distintos puntos de España y Portugal… Con esas arenas, pero también con sacos de café cubano y otros muchos materiales, da forma a sus cuadros preparados para el disfrute no solo de la vista, sino también del tacto, transmitiendo sensaciones.
Inauguró una nueva exposición ‘Procesos’ el día 1, que estará abierta hasta el 21 de enero en la Casa de la Lectura, en la Calle Real de Segovia.
En ella muestra obras de abstracto matérico y de técnica mixta en acrílico para transmitir su vivencia utilizando el lenguaje de la abstracción y de los símbolos.
Ya el pasado mes de noviembre sus ‘Procesos’ estuvieron en la Sala Las Velas del Centro de Santo Domingo de Pedraza, donde fueron muy bien recibidos.
Cuenta Pachuca que siempre ha estado rodeada de un ambiente creativo que le ha permitido a lo largo de su vida convivir y sentir el arte moderno.
Desde que llegó a Segovia en 2013 se percató de que “la energía que hay aquí es muy especial para crear: la luz, los colores, la gente…”.
Desde el campo segoviano, donde trabaja a tiempo completo en su pintura, se sumerge en un incierto itinerario, un gran viaje hacia la creación, la intuición, el corazón, la paz, el centro, en realidad hacia el encuentro con uno mismo, según confiesa la artista.
Desarrolla su lenguaje pictórico conectando el origen con la modernidad, transmitiendo mediante el lenguaje de la abstracción y de los símbolos su vivencia, favoreciendo “ese tercer espacio donde los mundos conscientes e inconsciente se encuentran, penetrando en esa matriz de vida donde estamos todos incrustados, donde se produce la comunicación entre todos los seres humanos”.
En su estudio segoviano Pachuca se encuentra con la naturaleza, el silencio y el espacio. Activa la conexión espiritual entre el artista y su trabajo. Se siente madre de un proyecto que pasa a través de ella. Ya en 2018 contaba así para El Adelantado ese proceso: “Hay veces que intentas controlar, manipular el mensaje y entonces se va, hace puff y ya no está. Pero cuando bailas con la realidad; para mí es muy importante la música, y cuando estás en ese baile interior las manos van solas y el menaje fluye, bailas con el cuadro y él te va pidiendo y tú le vas dando… Es una relación muy emocional, igual que nos pasa con las personas”.
Como artista se considera responsable de la forma y no de la idea. “Las ideas no nos pertenecen, existen antes de que las hayamos pensado. Primero entra en ese lugar de donde emanan las ideas verdaderas, desnudas de subjetividad, que llegan como inspiración y las reconoce antes de poder darles forma, de dominar el secreto del contacto, de escuchar lo que la obra pide”, explica.
Su trabajo, sus ‘Procesos’, es un camino de búsqueda, de conexión, de sanación.
