Victoriano Hernando y Palacios, nacido en el pueblo segoviano de Aldeanueva de la Serrezuela en 1783 y fallecido en Madrid en 1866, fue el fundador, en 1828, de la prestigiosa Editorial Hernando, primera empresa que editó libros escolares en España, exportó publicaciones a América y fue la responsable de tres ediciones del diccionario de la Real Academia de la Lengua España y de casi toda la obra de Benito Pérez Galdós. Este negocio estuvo activo e inmerso en la cultura nacional durante más de 150 años, hasta que en 1985 la familia Perlado, heredera de los Hernando, se desprende del mismo y la empresa familiar pasa a dedicarse a otras actividades al margen de la editorial.

La sede más conocida de Editorial Hernando estuvo en el número 11 de la calle Arenal de Madrid (imagen del edificio de la portadilla de este cuaderno de cuatro páginas, junto a la fotografía del fundador, con sombrero de copa) y su desarrollo abarcó varias etapas que están recogidas en la exposición permanente que el Ayuntamiento de Aldeanueva de la Serrezuela mantiene en el salón de plenos de la Casa Consistorial, convertido también en museo dedicado a esta empresa fundada por un natural de la localidad.
La elección del lugar no es casual. El edificio fue construido en esta pequeña localidad del Nordeste de la provincia, distante casi 100 kilómetros de la capital segoviana, gracias a la donación que en su día hizo don Victoriano para que sirviera de escuela y ayuntamiento.
El museo, promovido por Pilar Antón Puebla (Segovia, 1958), licenciada en Ciencias de la Educación por la UNED y miembro de la Sociedad Española de Historia de la Educación (SEDHE), contó con el apoyo no solo del consistorio del municipio sino también de la familia Perlado, especialmente de José Luis Perlado y Pérez de Valluerca, que realizó donaciones para hacerlo posible.
Además de la exposición permanente, Antón ha elaborado, e incorporado a la web del museo — https://www.aldeanuevadelaserrezuela.es/museo-editorial-hernando —abundante documentación fruto de sus investigaciones sobre esta editorial de la que se considera admiradora, tanto por la dimensión empresarial como por la humana. Puntualiza que para ello ha sido de gran ayuda el hispanista francés Jean-François Botrel.
El museo se inauguró en agosto de 2006 y desde entonces ha llevado a cabo varias exposiciones temporales temáticas, relacionadas con la obra de Galdós, con la Real Academia de la Lengua, Leer con Hernando, Hernando y el cine y, más recientemente, una publicación a propósito del 150 aniversario del nacimiento de Ramón Menéndez Pidal, gran parte de su obra editada también por esta empresa.
Este espacio de Aldeanueva de la Serrezuela, que entra dentro de la categoría de museos pedagógicos, es un homenaje a la figura del fundador de Editorial Hernando y recoge documentos y libros que de otra forma permanecerían en el olvido y que se han recuperado en parte gracias a las donaciones de la familia Perlado.

La vida de Victoriano Hernando es sin duda merecedora de una buena novela, e incluso de una película. La biografía que de él hizo Pilar Antón muestra que siempre tuvo muy presente su pueblo, hasta el punto de que para trabajar en Hernando era imprescindible acreditar arraigo; es decir, ser de Aldeanueva, y comenzar desde la base. Así fue como muchos vecinos del pueblo terminaron en Madrid.
Sin embargo, él se había ido de allí muy joven, siento todavía un niño, después de que, trabajando como pastor, tuviera la desgracia de que se le escapasen las ovejas a la finca de otro propietario. Reincidente, y ante el miedo a la represalia de su padre, unido a su espíritu aventurero, decidió marcharse y trabajar para distintos ‘amos’ en diferentes lugares hasta recalar en el convento de benedictinos de Valladolid, donde los monjes le enseñaron a leer y escribir. Después pasó a la casa de un ‘Oidor’ de la Audiencia como maestro particular de sus dos hijas y descubrió así el gusanillo de la docencia.
En 1808 acompañó a la familia para la que trabajaba en su traslado a Madrid, justo cuando empezaba la Guerra de la Independencia. Trabajó como ‘pasante’ en una escuela pero, con la restauración de los Borbones en la figura de Fernando VII, en 1814, tuvo problemas con la Junta de Exámenes, que le consideró un maestro intruso. Recurrió sin éxito, en parte porque un inspector descubrió que se había dedicado a enseñar a los niños la constitución de 1812, ‘la Pepa’, en verso.
Finalmente en 1815 obtuvo el título de maestro y, preocupado por la calidad del papel pautado (con rayas), compró una imprenta rudimentaria con la que consiguió pedidos para la escuela pero también de libros comerciales. El negocio fue creciendo y en 1828 adquiere un local en la calle Arenal para almacén y venta de libros. Poco a poco adquiere nuevas máquinas y consigue imprimir una novela, ‘La mujer sensible’. Durante ocho años fue tesorero de la Academia Literaria y Científica de Instrucción Primaria, donde conoció a otros profesionales de la educación y de las letras.
Su obsesión por hacer digerible la ortografía a los niños hizo que escribiera una Impugnación Razonada a la Academia y, para facilitar el estudio de la gramática, la plasmó en verso y diálogos. También creó una colección de muestras de Letra Bastarda Española.
Desde 1816 trabajó como maestro de niños pobres para la Diputación Provincial de Madrid, en el barrio del Hospital General, en el cuartel de Lavapies.
En su editorial publicó una revista de poesía durante tres meses y también la revista educativa ‘Anales de Primera Enseñanza’. Antes de fallecer legó la empresa en su testamento a su sobrino Gregorio, hijo de su hermano Féliz.
Una parte destacada del trabajo de esta editorial son los libros y publicaciones dedicadas a la enseñanza. Ya en 1928, la revista pedagógica La Escuela Moderna aseguraba que “en los libros escolares de la Casa Hernando, han aprendido a leer la mayor parte de los españoles en estos cien últimos años’.
La segunda exposición temporal del museo, estuvo dedicada en 2012 a esa labor. A lo largo de cuatro etapas, hasta 1924 aproximadamente, la editorial publicó libros como Curso elemental de Pedagogía de Avendaño (1859), ‘Principios de lectura con arreglo a la obrita titulada el monitor de los niños’, de Acisclo Fernández Vallín (1878), ‘La ciencia de la mujer al alcance de las niñas’, de Mariano Carderera (1891), Cuaderno de lectura para uso de las escuelas, de Mariano Carderera (1896), ‘Colorín colorao’, de Miguel Ramos Carrión (1898) o ‘La lectura de la infancia’, de Vicente Castro Legua (1911), entre otros.

Recorrido
La exposición del museo se articula en torno a los diferentes períodos de la editorial aunque recibe una atención especial el fundador. Todas las etapas se encuadran en el contexto histórico, social y educativo de cada momento.
Para el recorrido, es útil la guía que puede encontrarse en la web en formato pdf, y descubrir en primer lugar, gracias a un panel explicativo, el contexto histórico en el que se movió don Victoriano Hernando para, a continuación, conducir al visitante por los diferentes expositores donde se pueden conocer los textos originales, con material publicado en cada uno de los periodos editoriales, que son seis en total.
También se ha incorporado a la muestra el árbol genealógico de la familia Hernando, la copia literal de partidas de nacimiento y defunción, testamentos, así como catálogos, que pueden ser consultados incluso en formato digital y proceden de bibliotecas como la Nacional de España o el Fondo Bergnes de las Casas de la Universidad de Barcelona y la Universidad de Murcia.
Los visitantes pueden dejar constancia en un Libro de firmas, testigo mudo del interés que ha suscitado desde su inauguración este museo rural.
Además, en su sede tienen lugar otras actividades como charlas y reuniones de personas interesadas en el mundo de la edición, la educación y la cultura.
Para visitar el museo, lo mejor es ponerse en contacto a través del correo electrónico: pilarantonpuebla@hotmail.com.

La relevancia de Victoriano Hernando ha trascendido las fronteras de Aldeanueva de la Serrezuela. La biblioteca del Colegio público San José, en la ciudad de Segovia, lleva su nombre, como también la glorieta situada en la confluencia entre la avenida de la Constitución y la de Juan Carlos I, como atestigua la placa colocada en 2014 en el edificio de la Comandancia de la Guardia Civil.
