Llevo más de cuarenta años compartiendo fe, vida, ilusión, trabajo, dificultades, reivindicaciones, esperanza… con el sector social de la discapacidad, principalmente a través de FRATER (Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad). Aprovecho la cercanía de la celebración, el próximo 3 de diciembre, del Día internacional de las Personas con Discapacidad para dedicar un par de artículos a estas personas y su reconocimiento como tales.
Cuando acompaño a alguna persona con discapacidad a realizar alguna gestión en instituciones o de otro tipo, sobre todo si utiliza silla de ruedas para su desplazamiento, sucede con frecuencia que la persona o el profesional que le atiende, se dirija a mí en lugar de a ella, para explicarme el resultado de la gestión de la que es protagonista la persona a quien acompaño, lo que provoca el siguiente o parecido diálogo:
— “dígaselo a ella que es a quien le afecta”, digo yo.
— Cara de sorpresa en el interlocutor: “es que según está” o “cómo va en silla de ruedas….”.
— Remato yo: “lo que no le impide tener entendederas, explicar y querer saber de primera mano, su propia situación”.
Como de ordinario no hay mala voluntad, el resultado final suele ser bueno, aunque mejorable. Tampoco existe mala voluntad, quizá un “exceso de celo” en consultas médicas o pruebas radiológicas que llevan consigo la necesidad de mover el cuerpo de la persona con discapacidad, cuando no se le pregunta primero sobre el modo de hacerlo para no provocar un daño mayor. Ante todo persona capaz de expresarse y como tal debe ser reconocida.
Según la Organización Mundial de la Salud en el mundo hay más de 1.000 millones de personas que tienen algún tipo de discapacidad física, orgánica, sensorial, intelectual o mental. Esto supone cerca del 15% de la población mundial, de forma que las Naciones Unidas les considera “la mayor minoría del mundo actual”.
Las luchas del colectivo y la concienciación progresiva de las sociedades han hecho que tengamos una amplia legislación que defiende y tutela los derechos de las personas con discapacidad.
En el Estado español, desde los primeros años de la democracia, los movimientos reivindicativos de las asociaciones de personas con discapacidad, entre las que estaba FRATER, lograron la LISMI (Ley de integración social del minusválido), de 7 de abril de 1982. Supuso un gran avance en la lucha por sus derechos.
En la actualidad, la norma fundamental, de ámbito internacional, es la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de las Naciones Unidas, de 13 de diciembre de 2006. Es el documento legal de referencia a nivel mundial.
En Europa, en base a dicha Convención, la norma que rige actualmente es la Estrategia Europea sobre Discapacidad posterior a 2020, de 18 de junio de 2020.
En el Estado español, la ley que concreta todos los derechos y deberes en el mundo de la discapacidad, incorporando toda la legislación española anterior y asumiendo las citadas Convención Internacional y Estrategia Europea, es la Ley general de derechos de las personas con discapacidad y de su inclusión social, de 3 de diciembre de 2013.
Este es un esquema dinámico, en base a la ley de 2013, con los conceptos fundamentales, que conviene conocer para adentrarse en este mundo de la discapacidad.
1. Hay una serie de personas que tienen algún tipo de limitación física, orgánica, sensorial, intelectual o mental.
2. Tienen unas aspiraciones legítimas: el ejercicio pleno de sus derechos.
3. Pero hay barreras (físicas o del entorno social) que limitan, impiden o evitan el ejercicio de esos derechos. Así se produce la discapacidad: desde la interacción entre las limitaciones de las personas y las barreras.
4. Entonces aparecen en escena los actores sociales con poder (asociaciones de las personas con discapacidad, la sociedad civil y las administraciones públicas) que intervienen de muchas formas: supresión de barreras, normativa legal, etcétera.
5. De esta manera, las personas con discapacidad pueden caminar a la Utopía, hacia una sociedad “poliédrica” que asuma las diferencias y supere las desigualdades. Personas autónomas, libres y solidarias.
En el próximo artículo hablaremos de la importancia del lenguaje correcto sobre la discapacidad. No es moda. Nuestro lenguaje denota nuestra actitud.
