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La noche triste de Seúl

por Sergio Plaza Cerezo
16 de noviembre de 2022
en Tribuna
SERGIO PLAZA CEREZO
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Halloween se celebraba por todo lo alto en Seúl, vía poder blando de la cultura pop estadounidense e influencia japonesa. La realidad superó a la ficción de los filmes de terror; y la noche acabó en tragedia.

Las películas ambientadas en la fiesta de Halloween configuran subgénero macabro del cine de terror; y el enésimo film de la saga (“Halloween, el final”) se acaba de estrenar. Si los orígenes del festejo datan de una tradición celta ancestral, la práctica de burlarse de la parca tuvo continuidad en las danzas de la muerte, contemporáneas de la Peste Negra. Los términos se han invertido; y la guadaña se ha reído de la vida. Una estampida ha segado la existencia de 156 personas en Seúl, capital de la próspera Corea del Sur. Estas cosas no suelen ocurrir en el primer mundo; pero, tras la pandemia, hasta cien mil personas se habían congregado en Itaewon, barrio devenido en pesadilla. La realidad terrorífica superó a la ficción.

Me encontraba en Tokio durante la noche de Halloween (2015). Y quedé atónito ante el espectáculo: una multitud de muchachos confluyó en plaza que es icono global, famosa por semáforos múltiples en cruces diagonales. Orden y sosiego reinaban: los jóvenes respetaban a los policías, escasos, quienes, portadores de cintas divisorias para evitar confusión, avanzaban con lentitud. Un enclave correspondiente al distrito postmoderno de Shibuya, donde hay restaurantes con pedidos de sushi servidos por robots. En vísperas, grupitos de amigos paseaban, disfrazados, a modo de ensayo, por el distrito de Harajuku. El sincretismo se imponía, estética del manga con festividad llevada a Estados Unidos por los emigrantes irlandeses. La profecía de Cervantes, sobre la fama futura de su personaje, se cumplió: los disfraces llenaban estantes en las tiendas de la cadena Don Quijote.

En la plaza de Shibuya, donde también se encuentra la estatua de Hachiko, perro entrañable, las cámaras de televisión me entrevistaron. En España, ¿se celebra Halloween tanto como aquí? Contesté que no había comparación, si bien la cosa iba hacia arriba –ahora es mucho más-. La recepcionista de mi hotel en Shin-Okubo, barrio coreano, me dijo, risueña, a la mañana siguiente, que me había visto en la pequeña pantalla. Tokio ya era mi aldea global.

La atracción ejercida por Halloween, vía cine y redes sociales, es iconografía asociada al poder blando (“soft power”) estadounidense. Su crecimiento resulta exponencial en países como Japón o Corea del Sur, tan vinculados a Washington, aliado y soporte defensivo. Cuántas veces escucharemos de labios nipones esta frase híbrida: “arigato, very much” -muchas gracias-. La cultura del te ha sido barrida; y Seúl es la metrópolis donde más éxito han tenido las réplicas cafeteras a Starbucks, tales como Hollys o Angel-in-us, cadenas arribadas hasta Bangkok o Ciudad Ho Chi Minh con los expatriados coreanos. Hay establecimientos en Seúl de hasta seis plantas; y abren las 24 horas. Algunos estudiantes, incluso, se quedan a dormir, si se hace tarde, para evitar el regreso a un extrarradio lejano.

Halloween llega a Corea del Sur por doble conducto. Por supuesto, desde Estados Unidos, con influencia directa vía bases militares. Además, Japón, que mantuvo un protectorado sobre la península, es otra autopista de entrada. Francis Fukuyama defiende que los coreanos son menos gregarios que los japoneses; pero, la práctica de alternar en bares con los jefes, al término de la jornada laboral, está tan extendida entre los oficinistas de Seúl como en Osaka.

Japón y Corea del Sur comparten denominador común: las naciones más envejecidas del mundo. Tal vez por ello, hay calle de la Juventud en Busán, segunda ciudad del país de Samsung; y se rinde culto a dichos infantes. Los distritos céntricos más animados destilan aire juvenil. Apenas se ven ancianos; e, incluso, dentro de patrón urbanita, hay barrio asociado a público adolescente –Harajuku-. Mi amiga Madoka se refería a cierta zona de Tokio identificada con las personas mayores como el “Harajuku de los viejos”. Los menores de edad cual vara de medir: algo llamativo.

Los barrios universitarios con oferta extensa de ocio, remedo de sus pares norteamericanos en torno a Harvard o Berkeley, imprimen carácter a Seúl; pero, dicho rasgo despunta menos en Tokio. El uso intensivo del suelo, tan cotizado, explica fenómenos peculiares: por ejemplo, un café de gatos en alguna octava planta de la capital coreana, metrópoli del ascensor.

Gangnam es el distrito de moda (“trendy”) en Seúl, frecuentado por cazadores de tendencias, buscadores de cambios globales en los gustos de veinteañeros. Su imagen se asocia a la chica del “latte”, paseante por la calle principal con su vaso de café, iconografía urbanita cuyo ADN dimana de Starbucks. Se trata de la protagonista de una canción famosa del K-Pop globalizado.

Gangnam es equivalente coreano de Shibuya. ¿Por qué no acogió la celebración de Halloween? Otra alternativa era el distrito estudiantil de Hongdae. Itaewon, barrio más anticuado y menos juvenil de ocio nocturno, ha sido escenario de noche triste, macabra. Su avenida principal desemboca en la base militar de Estados Unidos. ¿Esta variable ayuda a explicar la génesis de una ubicación discordante respecto a Tokio?

La tragedia ha ocurrido en las inmediaciones del Hotel Hamilton, vertebrador de Itaewon. Su parte trasera está gentrificada, con presencia de restaurantes lujosos y coches extranjeros de gama alta –penalizados por las políticas proteccionistas de Corea del Sur-. La avenida principal desprende diversidad y cosmopolitismo. Los soldados estadounidenses, muchos de ellos afroamericanos, transitan frente a puestos regentados por heladeros turcos. Un sastre muy cotizado luce fotografías de celebridades, negocio también prospero en Bangkok, desde que las tropas destinadas en la guerra de Vietnam llegaran para pasar sus días de permiso.

Según las crónicas, la avalancha mortal se ha gestado en un callejón. Por lo menos hace algunos años, en las cuestas que ascendían por la acera opuesta al Hotel Hamilton, quedaban reductos del antiguo barrio prostibulario. Ciertos tugurios permanecían, frecuentados por veteranos estadounidenses. En esa misma zona, también había concentración de pequeños negocios para inmigrantes del África Subsahariana. Muchos eran nigerianos; pero, ante una posible situación de irregularidad, preferían obviar su nacionalidad al interlocutor. En las cercanías, una mezquita frecuentada por pakistaníes. Un rico entorno multicultural.

Si las tramas urbanas de Seúl y Tokio, con centros múltiples, presentan grandes similitudes, Itaewon tiene correlato nipón en el distrito de Roppongi. No obstante, la elección de sede para la fiesta, trágica, de Halloween (Itaewon) es antítesis de la tokiota Shibuya. Esta última gran plaza es más inmune a un episodio catastrófico como el ocurrido en corredor estrecho.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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