Los productos financieros son instrumentos que los consumidores pueden adquirir para ahorrar o invertir su dinero y conseguir rentabilidad sobre él. Existe una gran variedad de productos financieros en el mercado y se pueden dividir en tres categorías: productos financieros de ahorro (cuentas de ahorro, depósitos a plazo fijo y otros), productos financieros de inversión (planes de pensiones, fondos de inversión o acciones, entre otros) y productos financieros de financiación (préstamos, créditos, hipotecas, etc.).
En España, los productos financieros más comúnmente adquiridos son las tarjetas de crédito, los préstamos personales y las cuentas de ahorro, según los resultados de la Encuesta de Competencias Financieras (ECF), realizada por el Banco de España y la Comisión Nacional de Mercado de Valores (CNMV). Es importante que los consumidores conozcan cómo funcionan los intereses en este tipo de productos financieros. Los intereses indican la rentabilidad que ofrecen los productos de ahorro o inversión. Existen varios tipos de intereses, pero el interés simple y el interés compuesto son los más comunes. Aprender las diferencias puede ayudarlo a tomar mejores decisiones financieras y aumentar sus ingresos netos con el tiempo. En este artículo, describimos las diferencias entre el interés simple y el interés compuesto.
¿Qué es el interés simple?
El interés simple se calcula sobre el capital que se ha depositado en el inicio, excluyendo cualquier interés que se haya acumulado a lo largo del tiempo. El interés producido por el capital invertido no varía a lo largo de la inversión, sino que siempre es el mismo. Esto se debe a que los intereses no se suman al capital para poder generar nuevos intereses en el siguiente periodo.
¿Qué es el interés compuesto?
A diferencia del interés simple, el interés compuesto se calcula sobre el capital inicial y también sobre los intereses generados en cada periodo, que suele ser un año. El capital inicial va creciendo en cada periodo con los propios intereses que genera, por lo que los consumidores obtienen un mayor beneficio en cada ejercicio, ya que los intereses son cada vez mayores. Por ejemplo, supongamos que invierte 2.000 euros con un tipo de interés anual del 10%. El interés compuesto, en el lapso de un año, proporcionaría 200 €. Al final del segundo año, tendría 2.420 € (2.200 € del nuevo capital inicial más 220 € de interés). Y así sucesivamente. De esta forma, el interés compuesto es ideal para invertir o ahorrar dinero porque se puede ganar más intereses con el tiempo.
Diferencias entre el tipo de interés simple y compuesto
El interés simple y el interés compuesto tienen características únicas. Una de las principales diferencias entre el tipo de interés simple y compuesto es que este último hace que el dinero que se invierte genere intereses, que a su vez generarán más intereses. Esto se debe a que el interés simple se calcula únicamente sobre el capital inicial, mientras que el interés compuesto se calcula sobre el capital inicial y el interés acumulado de los períodos anteriores. Gracias al interés compuesto, la inversión inicial se puede multiplicar exponencialmente a medio y largo plazo.
