Durante estos días trabajan a pleno rendimiento en la provincia las máquinas cosechadoras para recoger los girasoles, y con los que se cierra la campaña de cereales en Segovia.
Los resultados están siendo bastante inferiores a los del año pasado, como consecuencia de la sequía y las altas temperaturas que han marcado el verano.
Sin embargo, los precios que han alcanzado las pipas han compensado esos bajos rendimientos, que de media se han cifrado en 900 kilogramos por hectárea, si bien existe mucha diferencia por zonas, dependiendo de las lluvias que de forma tormentosa, han salpicado la provincia en los meses de atrás.
Los precios de esta oleaginosa no se habían conocido nunca tan altos. En las últimas lonjas en las que cotizan las pipas de girasol, como Zamora o Salamanca, el valor de la tonelada se estableció en 532 euros la tonelada, aunque unas semanas antes estuvo incluso un diez por ciento más cara.
Al aumento del precio de esta oleaginosa ha contribuido la baja producción total. Además de los bajos resultados que se están registrando, también ha obtenido una mala cosecha la otra comunidad gran productora de girasol como es Andalucía, y lo mismo en Castilla-La Mancha. En ambos casos la recolección ya ha terminado, y se ha recogido en torno a una tercera parte de la que hubo en 2011.
Pero también, como ocurrió con el trigo y la cebada, las especulaciones que se dan en el mundo de las materias primas. De este modo llama la atención que en plena recolección los precios se mantengan altos.
Julio López, cultivador de girasol y secretario general de UPA en Castilla y León, recuerda que el año pasado el precio del girasol rondaba los 33 o 35 céntimos de euros, mientras actualmente está en 50 céntimos. “Aunque los precios sean buenos esta campaña, no hay cosecha, ni en Castilla y León ni en otras comunidades productoras, por lo que de nada sirve que la pipa valga dinero, si no cosechas nada», comentó. «Por bueno que sea el precio, si no tienes cosecha, al final no cobras nada», ha advertido Julio López, que ha augurado que muchas parcelas ni merecerá la pena cosecharlas.
En el caso de la provincia de Segovia se han cultivado unas 22.000 hectáreas, una superficie algo superior a la del año pasado en que ya se registraron precios más altos que en la campaña anterior.
El girasol es muy frecuente en zonas de la provincia donde abundan las fincas con tierra no muy fuerte y que necesitan poco tratamiento. En la comarca de Cuéllar y Cantalejo se ha convertido en un cultivo casi imprescindible, que combina muy bien con los cereales tradicionales, y que permite a los agricultores que también ejercen la ganadería intensiva, disponer de espacio en el que aprovechar los purines.
La inmensa mayoría de los girasoles se cultivan en secano, y de forma especial en estos últimos años en los que han subido mucho los costes de regadío y de fertilizantes.
De acuerdo con los datos de la Consejería de Agricultura, la previsión inicial de producción para toda la Comunidad es de 63.000 toneladas en Burgos, en Palencia 51.500, en Valladolid 40.600, en Soria 29.000, en Segovia 23.000, en Zamora 14.000, en León 9.500, en Salamanca 8.300 y en Ávila 3.800 toneladas. Este año se han sembrado unas 305.000 hectáreas en la Comunidad, la mayor superficie de los últimos años de este cultivo, cerca de 42.000 más que la campaña anterior.
La gran explosión del cultivo de girasol se produjo en los años 1993 y 1994, en las primeras campañas de la PAC, en las que se alcanzaron superficies superiores a las 500.000 hectáreas. Después ha sufrido altibajos y se ha estabilizado en torno a las 200.000 o 250.000 hectáreas, con una tendencia al alza.
