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Bancos, liquidez y la transformación de los vencimientos

por David López Salido
16 de octubre de 2022
en Tribuna
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En su anuncio del pasado lunes, la Real Academia Sueca de Ciencias ha decidido otorgar el Premio Nobel 2022 a Ben S. Bernanke, Douglas W Diamond y Philip H. Dybvig por “su investigación sobre los bancos y las crisis financieras” y cómo sus descubrimientos han contribuido a mejorar la forma en que la sociedad enfrenta a dichas situaciones de crisis económicas.

Para que la economía moderna funcione, los ahorros deben canalizarse hacia las inversiones. Sin embargo, aquí hay un importante potencial conflicto: los ahorradores quieren acceso instantáneo a su dinero en caso de desembolsos inesperados, mientras que las empresas y los propietarios de viviendas necesitan saber que no se verán obligados a pagar sus préstamos (o liquidar sus activos) antes de tiempo. Diamond y Dybvig (1983) argumentan que una función importante de los bancos es crear liquidez, es decir, ofrecer depósitos más líquidos que los activos (préstamos) que poseen. Dicho de otro modo, la intermediación financiera permite que los inversores que demandan liquidez prefieran invertir a través de un banco, en lugar de invertir o conceder préstamos directamente.

Al actuar como intermediarios que aceptan depósitos de muchos ahorradores, los bancos pueden permitir que los depositantes accedan a su dinero cuando lo deseen, al mismo tiempo que ofrecen préstamos a largo plazo a los prestatarios. Es decir, en el modelo, los intermediarios financieros proporcionan actividades de transformación de vencimiento y transformación de liquidez que mejoran la eficiencia de la economía. Permiten a las coaliciones de personas, los depositantes, realizar inversiones a largo plazo (préstamos, hipotecas y similares), mientras que al mismo tiempo los depositantes del banco mantienen depósitos a la vista (pasivos bancarios que tienen una duración a corto plazo, porque puede retirarlos en cualquier momento.) Los bancos facilitan así la distribución de riesgos entre personas con necesidades de liquidez futuras inciertas. Por tanto, esta transformación de los vencimientos y de la liquidez entre ahorradores (prestatarios) e inversores (prestamistas) ofrece una especie de riesgo compartido inter-temporal que mejora la asignación de recursos en la economía. Dicho de otro modo, la creación de depósitos que son más líquidos que los activos (los prestamos concedidos) en poder de los bancos puede entenderse como un contrato (óptimo) de seguro en el que los depositantes comparten el riesgo de potencial liquidación anticipada de un activo con pérdida.

Pánicos bancarios
Sin embargo, en su análisis Diamond y Dybvig también muestran que la oferta de estos depósitos a la vista hace a los bancos vulnerables: es decir, somete a los bancos a corridas bancarias si se retiran demasiados depositantes a la vez. Es decir, proporcionar liquidez y transformar los vencimientos hace que los bancos sean vulnerables a los rumores sobre su inminente colapso. Veamos el motivo. Para que las inversiones a largo plazo se hagan realidad, suficientes depositantes pacientes deben dejar sus fondos en el banco para evitar la liquidación prematura de las inversiones a largo plazo de un banco. Sin mayores garantías, pueden surgir situaciones o contingencias no esperadas que induzcan incluso a los depositantes pacientes a querer retirar sus fondos antes de tiempo (es decir, a querer disponer de sus ahorros en forma de liquidez inmediata), lo que provocará que los bancos liquiden prematuramente las inversiones a largo plazo, con efectos adversos en los rendimientos obtenidos –es decir sobre los precios al que dichos activos se liquidan.

Lo que desencadena una corrida bancaria es el incentivo privado de los depositantes pacientes para retirarse antes de los esperado por el mero hecho de pensar que otros depositantes también eligen retirarse antes. Técnicamente hablando, eso equivale a equilibrios múltiples. Hay situaciones en las que el depositante “corre” (es decir, retira del banco sus depósitos antes de lo deseado) porque espera que otros depositantes también “corran”, y cuando estos a su vez también corres porque esperan que otros corran. Es decir, estamos ante “profecías autocumplidas” que no necesariamente son generadas por una causa objetiva. Frente a estos equilibrios, existen otras situaciones en las que todos los depositantes confían y se coordinan en que nadie va a correr a retirar sus fondos del banco, pues el banco genera la confianza necesaria. En otras palabras, la actividad bancaria esta sometida a una enorme vulnerabilidad (y como veremos luego puede ser el germen de devastadores efectos sobre la actividad económica).

Seguro de depósito
Estas dinámicas se pueden prevenir si el gobierno proporciona un seguro de depósito y el banco central actúa como prestamista de última instancia para los bancos. Un seguro de depósito, proporcionado por el gobierno, es una promesa de pagar la cantidad prometida por el banco privado (sus depósitos) sin importar cuántos depositantes acudan, y sin necesidad de suspender la convertibilidad de los depósitos. Un banco con seguro de depósito puede prometer de manera creíble que no tendrá corridas. El seguro de depósito del gobierno funciona porque el gobierno tiene autoridad fiscal y, a diferencia de la mayoría de las compañías de seguros, puede proporcionar una garantía contra grandes pérdidas que generalmente están fuera del camino del equilibrio sin tener reservas para respaldar su promesa. Además, una ley de seguro de depósitos compromete al gobierno para asegurar los bancos, lo cual es una ventaja sobre la política discrecional –por ejemplo, asociada a la suspensión total o parcial de convertibilidad.

Del trabajo de Diamond y Dybvig se deduce que, sin seguro de depósitos, la economía es vulnerable a las corridas bancarias. La buena noticia en el modelo es que un seguro de depósito provisto por el gobierno elimina el mal equilibrio: Los depositantes no tienen incentivos a iniciar corridas bancarias porque confían en que sus depósitos están asegurados por el gobierno. Lo realmente interesante es que el coste de esta prevención, para el gobierno, acabe siendo nulo.

Pero los propios Diamond y Dybvig se mostraron cautelosos a la hora de promover este optimismo. La causa es el denomiando riesgo moral inducido por la presencia del seguro de depósito. La idea principal es que cuando un gobierno está en el negocio de ser un prestamista de última instancia o un asegurador de depósitos, dependiendo de cómo regule a los bancos, afecta el riesgo que asumen los bancos y la probabilidad de que el gobierno sea realmente requerido. Es decir, detrás de la eliminación del pánico bancario a través del seguro de depósito hay un coste: cuando se asegura un banco, se alteran sus incentivos para asumir riesgos.

La Gran Depresión
El trabajo de Diamond y Dybvig enfatiza por qué los pánicos bancarios son una característica fundamental de las economías de mercado: siempre será necesario preocuparse por la posibilidad de que las instituciones financieras se endeudan a corto asuman riesgos que hagan que el sistema financiero sea susceptible de colapsar repentinamente. Y eso significa que es necesario pensar en cómo esos colapsos inevitables afectarán a la economía real, al empleo y al nivel general de precios. Aquí es donde encaja la contribución del tercer laureado: Ben Bernanke.

Ben Bernanke es el macroeconomista que presentó evidencia clara de que las quiebras bancarias podrían ser una de las principales causas de las recesiones (y no al revés). En concreto, Ben Bernanke analizó la Gran Depresión de la década de 1930, la peor crisis económica de la historia moderna. Entre otras cosas, mostró cómo las corridas bancarias fueron un factor decisivo para que la crisis se hiciera tan profunda y prolongada. Cuando los bancos colapsaron, se perdió información valiosa sobre los prestatarios y no se pudo recrear rápidamente. La capacidad de la sociedad para canalizar el ahorro hacia inversiones productivas se vio así severamente disminuida. Es decir, la oferta de crédito desapareció y con ella el accesos a financiación de proyectos de inversión potencialmente viables; y así, la creación de empleo se resintió de forma persistente. Ante la caída generalizada y duradera de la demanda, los precios se hundieron y por tanto los beneficios empresariales, contribuyendo así a una espiral recesiva devastadora. Pero el trabajo de Bernanke no solo fue relevante para comprender la Gran Depresión, sino también de manera más general por proporcionar evidencia sobre el papel crítico de los bancos como amplificadores de las fluctuaciones economías de las economías de mercado.

Conclusión
Con sus análisis, los laureados han mejorado significativamente nuestra comprensión del papel de los intermediarios financieros en la economía, particularmente durante las crisis financieras y el por qué resulta vital evitar los colapsos bancarios. En este sentido, sus trabajos han tenido gran importancia desde el punto de vista práctico, pues han permitido avanzar en el diseño de políticas regulatorias de los mercados financieros para prevenir y reducir el impacto económico de las crisis financieras.
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(*) David López Salido es Director Asociado del Departamento de Asuntos Monetarios de la Reserva Federal estadounidense (Fed).

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