Los cuatro aeropuertos de la Comunidad cerraron 2009 con unas pérdidas operativas (antes de impuestos) de 19,96 millones de euros, según los datos ofrecidos ayer en el Congreso por el ministro de Fomento, José Blanco, que presentó su nuevo modelo de gestión aeroportuaria.
La realidad es que sólo nueve de los 48 aeropuertos de Aena cerraron 2009 con resultados positivos y entre ellos no figuró ninguno de Castilla y León. El que registró un peor resultado fue el de León, que cerró el pasado ejercicio con pérdidas de 6,93 millones de euros y una deuda acumulada de 86,66 millones de euros. El segundo peor parado fue el de Burgos, con un saldo negativo de 5,3 millones de euros y una deuda que ya se eleva hasta los 59,87 millones de euros.
Valladolid, según los datos desvelados por el ministro, perdió en 2009 un total de 4,89 millones de euros, acumulando una deuda de 55,80 millones de euros.
En mejor lugar, aunque igualmente con saldo negativo, se situó el aeropuerto de Salamanca, donde las pérdidas el pasado año llegaron a los 2,84 millones de euros, con una deuda de 31,13 millones de euros.
Las previsiones para este ejercicio no son mejores, ya que Aena prevé nuevas pérdidas en los cuatro aeropuertos de la Comunidad que se elevarían en conjunto a 21,4 millones de euros: 5,58 en Burgos; 7,56 millones en León; 3,77 en Salamanca y, por ultimo, 4,49 millones de euros en Valladolid.
Estos fueron los datos presentados por el ministro de Fomento para avalar la necesidad de instalar un nuevo sistema de gestión aeroportuaria que, entre otras novedades, prevé eliminar la presencia de controladores aéreos en los aeropuertos que registran menos de cincuenta operaciones al día, entre los que, precisamente, figuran los cuatro de la Comunidad, de modo que se verían afectados por la medida.
Automatización
Estos profesionales serían sustituidos por un Sistema Automatizado para el Control del Tráfico Aéreo, que según el ministro «ha alcanzado un alto nivel de calidad y excelencia», señaló Blanco.
Según sus estimaciones, en España hay una docena de aeropuertos con menos de medio centenar de operaciones diarias pero con «magníficas infraestructuras», a los que se implantará este servicio, lo que permitirá ocupar a los controladores en los aeropuertos en los que son «estrictamente necesarios».
