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Un no a los bonos comercio de Segovia

por Sergio Plaza Cerezo
13 de octubre de 2022
en Tribuna
SERGIO PLAZA CEREZO
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El turrón de “El lobo” siempre vuelve a casa por Navidad; y, los Bonos Comercio, repartidos por el Ayuntamiento cada dos por tres, ya están aquí. No río la gracia representada por esta dádiva, pero comprendo que Segovia es heredera de la antigua Roma. Arnold Toynbee, uno de los historiadores más influyentes del siglo XX, resumía la diferencia principal entre dicha urbe y su contemporánea Beijing, durante aquellos tiempos pretéritos de la Antigüedad: la capital de China no aplicaba la política de “pan y circo”. Roma, sí; y Segovia lo sigue haciendo.

Uno se vuelve un poco liberal cuando estudia Economía; y la experiencia de residir al pie del acueducto hace el resto. Mi padre, que no era liberal ni conservador, me inculcó la máxima de “nobleza obliga”; y, de niño, me contaba escenas y diálogos de películas, desde su memoria prodigiosa para retener toda aquella información. Una escena le impresionaba en “Bienvenido, Míster Marshall” (1953). Aquel pueblo castellano que, ante la expectativa inocente de llegada de los americanos, tira la casa por la ventana; pero, la decepción cunde cuando los gringos pasaron de largo. Los vecinos solidarios harían cola ante el Ayuntamiento para entregar sus pertenencias, agregadas en un monto municipal destinado a financiar aquel dispendio con beneficio nulo. El viejo hidalgo arruinado de la localidad regala lo único que tiene: la espada toledana heredada de los ancestros. Qué grande el cineasta José Luis García Berlanga.

Desde dicho espíritu, siempre admiré los discursos pronunciados por John Kennedy –escritos en su mayoría por el asesor Ted Sorensen-, como aquel de “yo soy berlinés”. En nuestro caso, viene a cuento la sentencia siguiente: preocúpate por lo que puedas hacer por tu país; y no por lo que tu país pueda hacer por ti. Imaginen esta frase en una campaña electoral de España: el candidato perdería todos los votos. En su clásico “La democracia en América” (1835), algo llamó la atención del pensador Alexis de Tocqueville: la capacidad de vertebración de la sociedad civil de Nueva Inglaterra —núcleo fundacional de Estados Unidos— frente al poder del Estado. A finales de los años noventa, cuando Internet era pigmea, existía una oficina local de turismo en todos los aeropuertos internacionales; pero, el modelo era diferente en Los Ángeles. Unas viejecitas hacían trabajo de voluntariado en un pequeño local; y permitían que el viajero recién llegado empleara de forma gratuita su teléfono para reservar un hotel. Por el contrario, en “Las raíces torcidas de América Latina”, Carlos Alberto Montaner argumenta la existencia de una cultura, engendrada en Iberia, consistente en depender del Estado para todo. Por algo, somos país de opositores; y, yo mismo soy empleado público.

En uno de sus libros, el historiador Pardo Meijide refiere cómo, en el siglo XVIII, hordas de gallegos se agolpaban ante la puerta de arzobispado y obispados en las diócesis del noroeste peninsular, con objeto de recibir ración de “sopa boba” en unas tierras donde hacía mella la pobreza. Esos mismos españoles destacarían por su emprendimiento cuando emigraban a América, donde han tenido fama de partirse el lomo, cuales trabajadores estajanovistas. Yo los he visto con más de 80 años, al pie del cañón, en sus bares y negocios hosteleros.

Los Bonos Comercio son remedo de la “sopa boba”. En las últimas semanas, he frecuentado un restaurante local; y me impacta la rotación extrema en la contratación de personal. El desempleo, susceptible de mermar el poder adquisitivo de los trabajadores, no es el problema en la crisis actual. La problemática hostelera ha sido tratada en las páginas de “El Adelantado”. El movimiento pendular, desde la amenaza de deflación al retorno de la inflación, desconocida en la Zona Euro desde hace mucho tiempo, es la cuestión en la agenda.

Nada empobrece tanto a la gente como la elevación del IPC, que provoca una caída de la renta disponible de las familias; mientras, la crisis del coste de la vida se ha convertido en preocupación principal para los ciudadanos europeos. Desde este punto de vista, los Bonos Comercio abaratan, durante el breve periodo de vigencia, la cesta de la compra de los segovianos. Sí, es cierto; pero, la medida es regresiva: las familias con recursos escasos deberían ser beneficiarias únicas, máxime con un gobierno municipal de izquierdas.

¿Qué fundamento tiene este enfoque de “tarifa plana” en la aplicación de dicha subvención municipal? Cualquier vecino de Segovia puede recibir los bonos, ricos y pobres. Las familias de bajos ingresos no ahorran; por el contrario, destinan al consumo la totalidad de sus ingresos. Por ello, son los grandes perdedores con el incremento de la inflación, en contexto caracterizado por subidas salariales muy moderadas, vinculadas al declive del poder de negociación de los sindicatos. En un caso extremo, la hiperinflación —término utilizado cuando se registran tasas de aumento de los precios superiores a tres dígitos— ha tenido como correlato en Venezuela el aumento exponencial de la pobreza relativa —proporción de ciudadanos con un nivel de renta por debajo de cierto umbral— y un abandono masivo del país —más de seis millones de personas—.

En el marco de la crisis del Covid-19, la primera fase de los Bonos Comercio tuvo sentido, una vez que la economía se encontraba “en pausa”. Una política fiscal expansiva destinada a prevenir la insuficiencia en la demanda agregada, a través de espaldarazo al consumo privado, tal como mandan los cánones keynesianos. Sin embargo, las circunstancias han cambiado: la lucha contra la inflación debe liderar la matriz de objetivos en la política económica europea.

¿Por qué ha regresado la inflación? Hay algunas razones principales: la disrupción en las cadenas de suministro globales; la elevación de los precios energéticos, azuzada por la guerra de Ucrania en el tablero de un mercado oligopólico; y, más allá de los factores referidos de inflación de costes, el aumento de la demanda de consumo tras la superación de la crisis del covid-19. Por ejemplo, en relación a esto último, las tasas de ocupación hotelera en fechas señaladas han sido muy elevada en Segovia, según nos ha informado “El Adelantado”. La gente está retomando con fuerza el turismo tras amplio periodo de restricciones.

Los Bonos Comercio propulsan la inflación, vía incentivo a incrementar la demanda de consumo. En términos macroeconómicos, no son recomendables. ¿Por qué esta acción coyuntural ha devenido en estructural? Su disfrute, incluso, se ha ampliado con la posibilidad de recibir hasta tres bonos —de diez euros cada uno— para realizar compras en un listado de comercios minoristas de la ciudad. En la primera lección de mis asignaturas de Política Económica —una de grado y otra de máster—, se explica la divisoria establecida en la disciplina entre los enfoques normativo –sobre las políticas que deberían tomarse ante cada problemática- y positivo. En esta última aproximación, se analiza el porqué de la adopción de ciertas medidas —inoportunas en muchos casos— dentro de un determinado contexto político.

Algunos modelos teóricos han contrastado cómo los votantes son miopes; y recuerdan en mayor grado las decisiones aprobadas en la recta final de cada periodo electoral. Por su parte, cualquier gobierno prioriza la reelección como meta principal. En tanto se acercan los comicios municipales, los Bonos Comercio, empaquetados cual “café para todos”, entorchan bandera populista. Si se hubieran restringido a ciudadanos con rentas bajas, el rédito electoral habría quedado aminorado, puesto que dicho estrato registra una tasa más elevada de abstención.

La asistencia a la tertulia de Sebreli, celebrada en un café porteño muy auténtico, representaba un momento estelar de mis viajes a Buenos Aires. El pensador eximio, reconocido como referente moral e intelectual de la Argentina no peronista —es decir, no populista—, se mantiene en la brecha a sus 92 años. El expresidente Mauricio Macri, tras la derrota en los comicios de 2019, le preguntó qué había hecho mal; y Juan José respondió: la falta de contundencia en la lucha contra la inflación; y el hecho de no haber convencido a la población sobre la necesidad de medidas impopulares –aquello de “sangre, sudor y lágrimas” que dijera Churchill, pero sin “sangre”-.

El penúltimo libro del sabio se titula “Desobediencia civil y libertad responsable” (2020). En alguna medida, la renuncia del ciudadano a su cuota de Bonos Comercio, dispensados por el Ayuntamiento de Segovia, supone un acto de dicha naturaleza.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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